Sobre Rodney Arismendi

Rodney Arismendi fue como él sencillamente se definía uruguayo, frenteamplista y comunista. Un revolucionario de nuestro tiempo, un hombre que supo estar a la altura de la conciencia sobre las necesidades de nuestra época, asumiendo todas las responsabilidades que ello implicaba - como le gustaba al parafrasear al Che - poniendo el pellejo detrás de las ideas. Hombre que aportó a entender los caminos de la unidad en la lucha, como condición sin la cual no se podía ni se puede realizar los cambios que nuestro querido país y la patria grande necesitaba y aún necesita. Unidad de la Clase Obrera, unidad del Pueblo, unidad de los frenteamplistas, unidad de los revolucionarios honestos, unidad de los comunistas, esa fue su constante predica y enseñanza. Junto a otros grandes hombres y mujeres como el general Líber Seregni fundaron aquella hermosa fuerza que se llamó Frente Amplio y que hoy se transformó en multitud de Pueblo en marcha tras la perspectiva de ampliar la democracia política y profundizar el cambio social.

En ese proceso estamos, abriendo camino, explorando en la construcción concreta de una nueva realidad, más fraterna, más justa, de desarrollo y felicidad de nuestros pueblos.

Hoy más que nunca la vigencia de su pensamiento es insoslayable junto a tantos aportes individuales y colectivos emergentes de una práctica social, democrática y revolucionaria. Práctica que en el afán de superación nos invita a ampliar y profundizar nuestros conocimientos apelando al intercambio y a las justas conclusiones. Este es nuestro mejor homenaje.

jueves, 21 de octubre de 2010

Ruiz Pereyra Faget - EL ARISMENDISMO

 
Ruiz Pereyra Faget
AVATARES HISTÓRICOS DEL ARISMENDISMO
Setiembre de 2010

Rodney Arismendi
EL ARISMENDISMO
Tomando una definición clásica del leninismo, diremos que el “Arismendismo es la aplicación del marxismo­leninismo a la realidad uruguaya en la época de las revoluciones proletarias”.


1.         El marxismo-leninismo. El marxismo es la teoría científica revolucionaria de la época del capitalismo de la libre competencia: el leninismo, es el marxismo de la época del capitalismo monopolista. Es este cambio estructural en el desarrollo del capitalismo que Lenin expone en su libro “El imperialismo, fase superior del capitalismo” (1) que explica su tesis que las revoluciones sociales pueden estallar en países con menos desarrollo capitalista relativo y dominio de la propiedad terrateniente, sometidos a la explotación imperialista. La exportación de capitales y el dominio del capital financiero en los países capitalistas desarrollados, creaba una nueva forma de dependencia que sustituía a la antigua forma de colonización.

En la Rusia zarista, el desarrollo capitalista estaba frenado por los grandes latifundios nobiliarios. El gran imperio construido por los Romanov era territorial y no estaba en condiciones de enfrentar los desafíos de la vida contemporánea basado en la industria altamente mecanizada y la competencia con países que apetecían ese vasto mercado como proveedor de alimentos y materias primas. Esta lucha por mercados, que fue la causa de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). ambientando las condiciones de la revolución en Rusia y en otros países de Europa, todos –vencedores y vencidos-debilitados por el conflicto.

2.         Las revoluciones proletarias. La Revolución Rusa de 1917 fue la primera en un país, dominado por la propiedad feudal y menor desarrollo capitalista relativo. Para que siguiera una dirección socialista, Lenin tuvo que realizar, en 1903, el ajuste de cuentas con las tendencias socialdemócratas, predominantes luego de la fusión en Alemania, en 1875, de las tendencias lasalleanas (conciliadora con el poder imperial) y, la hasta ese momento revolucionaria, de Eisenach2.

El Congreso de Londres del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso3, adoptó las tesis de Lenin sobre la organización del Partido Revolucionario, quedando sellada la división del Partido entre una mayoría (Bolchevique) y una minoría socialdemócrata (Menchevique).
La debilidad de la economía zarista, la hambruna de la población y el pésimo e insuficiente equipamiento del ejército, en 1917, creó las condiciones revolucionarias pronosticadas por Lenin. El Zar Nicolás II abdicó, con la intención de que su partido, aliado a los mencheviques, continuara la guerra y frenara la revolución social. Lenin, al regresar en abril a Petrogrado, sostuvo que había llegado el momento de realizar la revolución, negándole (4) el apoyo al gobierno provisional.(5)
Esta revolución, para ser exitosa, debía recoger el reclamo de las masas campesinas que constituían la enorme mayoría de la población, pero el proletariado y el Partido como su vanguardia política, debía ser el conductor del proceso. Lenin recogíadía las lecciones de las revoluciones del siglo XIX, señaladas por Marx, que mostraban que la revolución no podía triunfar sin una firme alianza obrero-campesina. (6)
Las revoluciones en Alemania y Hungría fracasaron pero en China, la lucha contra la monarquía y el imperialismo, dio lugar a una alianza entre la burguesía nacional y el proletariado conducido por el Partido Comunista, fundado en 1920. Pronto esta alianza se rompió y la lucha contra el imperialismo japonés y las nuevas formas de organización campesina fortalecieron al Partido Comunista que logró la victoria el 1º de octubre de 1949. La Revolución China fue otro ejemplo de la validez de la tesis leninista de la alianza obrero-campesina.

3.         La Segunda Guerra Mundial. El papel decisivo de la Unión Soviética en la derrota de los ejércitos hitlerianos, demostró el poder de la economía socialista que dotó al Ejército Rojo de un armamento que en cantidad y calidad superó al que poseía el ejército germano7. Este hecho quedó en evidencia en la Batalla del Arco de Kursk, en julio de 19438.
Europa, incluyendo la Rusia europea, quedó devastada. Japón se rindió después que Estados Unidos lanzó dos bombas atómicas sobre dos grandes ciudades y amenazó con continuar los bombardeos.
En Vietnam, el Movimiento de Liberación Nacional contra el colonialismo francés, conducido por el Partido Comunista, resultó vencedor en el norte. Es otro ejemplo de la alianza obrero-campesina en un proceso que se inicia con la lucha contra el imperialismo y continúa luego con la edificación socialista.
El imperio colonial holandés se desmembró y nació Indonesia como Estado Independiente. Pronto siguieron los movimientos independentistas en el norte de África.
Estados Unidos que fue la única potencia capitalista que quedó en pie, trató de detener este proceso, elaborando una estrategia global de “contención del comunismo” 9que abarcó los 5 continentes, con la utilización de medios económicos, políticos y militares. Esta política dividió al mundo en tres grandes zonas: el campo capitalista imperialista, el campo socialista, y el campo de los países menos desarrollados y dependientes del capitalismo.

4.         El Uruguay, país dependiente. El Uruguay nació como Estado independiente, en 1830, como resultado de la mediación británica en la disputa por su territorio entre las Provincias Unidas del Río de la Plata y el Imperio del Brasil. (10) A ello se agregó la rivalidad entre Juan Antonio Lavalleja, que contaba con el apoyo de las Provincias Unidas y Rivera que había servido a la ocupación portuguesa y brasileña. La inestabilidad del gobierno y los frecuentes motines insurreccionales, impidieron una consolidación de la economía, mientras aumentaba el endeudamiento, vertiginosamente. (11)

La riqueza del país estaba en los productos de la tierra y la propiedad de ésta, al sur del Río Negro y en parte del Litoral, era objeto de disputa entre presuntos propietarios “legítimos” y los poseedores precarios que habían sido beneficiados con el Reglamento de Tierras dictado por José Artigas, el 10 de setiembre de 181512­

La Guerra Grande (1839-1851) y el Sitio de Montevideo (1843-1851), agudizaron este problema pues el “Gobierno de la Defensa”, cercado en la capital, subsistió gracias a los préstamos de loas comerciantes portuarios cuya garantía de devolución fue el control directo de los recursos fiscales. Como éstos eran insuficientes, al término de la guerra, en 1851, la deuda del Gobierno continuó creciendo y el pago con tierras fue el expediente complementario. Así, las tierras públicas, que eran la mayoría del territorio, fueron pasando, por ese concepto, a manos privadas, formándose una oligarquía muy rica que fundó el primer banco uruguayo –el Banco Comercial-en 1857, reuniendo en sus manos la producción agropecuaria, el negocio bancario y el comercio de ultramar. (13)

Por otra parte, por los Tratados de Lamas del 12 de octubre de 1851, el país se había colocado bajo la dependencia financiera del Brasil que, como contrapartida obtuvo gran parte del territorio fronterizo que Uruguay había heredado de España. Las finanzas brasileñas –el Banco Mauá-dominaron la economía uruguaya hasta que Latorre, en 1875, le puso fin, a cambio de las finanzas británicas, uniendo el Reino Unido el negocio del comercio exterior, las finanzas, los ferrocarriles, la industria frigorífica y el agua potable de Montevideo, entre otras inversiones. Latorre fijó, además, la propiedad de la tierra, con la sanción del Código Rural y la creación de las policías rurales, -con el amplio apoyo de la Asociación Rural (cabañeros exportadores), fundada en 1871-poniendo fin a las disputas entre poseedores precarios y presuntos propietarios legítimos.

Esta dependencia comercial, económica y financiera del Imperio Británico, fue atenuada por la Primera Guerra Mundial (1914-1918) que elevó el precio de la carne y de la lana, permitiendo la implementación de una política industrial, social y educativa que dio nacimiento al período nacional reformista que tuvo como líder al señor José Batlle y Ordóñez.. Pero los agroexportadores se opusieron a esta política. El Partido Colorado se dividió surgiendo el “Riverismo” como expresión política ruralista, en 1913, y la Federación rural, en 1915. El articulador de esta estrategia, para frenar el proyecto de Batlle, fue el Dr. Pedro Manini Ríos.

La fragilidad del modelo nacional reformista batllista era notoria. Se apoyaba en los precios de los productos del agro que mediante tributos o mecanismos cambiarios diferenciales, permitían la protección de la industria nacional dirigida al reducido mercado interno. La crisis mundial de 1929, que provocó la caída de los precios de esos productos, provocó la reacción del sector agro-exportador y es la causa principal del golpe de Estado de Gabriel Gerra del 31 de marzo de 1933.

La Segunda Guerra Mundial (1939-1845), tuvo efectos mayores que la Primera, dando lugar a la expansión del Estado en la economía, bajo el gobierno del señor Luis Batlle Berres (1947-1951). La Guerra de Corea (1950-1953) hizo pensar a muchos que era el prólogo de una Tercera Guerra Mundial. Los valores del agro se elevaron nuevamente y, en consecuencia, el valor de la tierra. Pero la Paz de Pam-Mun-Jon (17 de julio de 1953), que puso fin al conflicto, terminó con esas expectativas, desplomándose los precios de los productos del agro, ocasionando el endeudamiento de vastos sectores de productores rurales. Naturalmente, se resintieron las finanzas fiscales. Esta situación provocó la derrota histórica del Partido Colorado, en las elecciones de noviembre de 1958, representada en el gobierno por el ala más avanzada del batllismo, y el acceso al poder del Partido Nacional, representante de los sectores sociales más poderosos del agro. Con la Reforma Cambiaria de diciembre de 1959, se eliminó todo el mecanismo cambiario de protección industrial y se devaluó la moneda. Las ganancias que proporcionó el nuevo valor del dólar pl sector agro-exportador fueron gigantescas pero no se utilizaron para introducir tecnología sino para crear bancos. En consecuencia, el desequilibrio entre la oferta de bienes y la demanda social se mantuvo, con el consiguiente déficit del comercio exterior y su saldo se pagó con reservas monetarias que pronto se agotaron, dando lugar a nuevas devaluaciones, préstamos del FMI, una inflación galopante y la consiguiente pérdida de poder adquisitivo de la población, que debía ser mantenida según las recomendaciones del organismo financiero internacional.

5.         La III Internacional. El surgimiento de los partidos comunistas fue a consecuencia del enfrentamiento ideológico entre la línea leninista de la Revolución Rusa de Octubre, dirigida a establecer un modode producción socialista y la línea de la II Internacional Socialista, conciliadora con el modo de producción capitalista, el que no toca, pero procura mejorarlo mediante una legislación social. La revolución social no podía efectuarse, según Lenin, sin la dictadura del proletariado, durante el período de destrucción del poder burgués. Esta concepción era rechazada enérgicamente por la socialdemocracia, que se mantenía fiel a las reglas políticas de la democracia burguesa.

La Revolución debió enfrentar dos enemigos: la burguesía internacional y la Socialdemocracia.

Derrotada la contrarrevolución en Rusia, apoyada por las intervenciones extranjeras,, Lenin promovió la creación de una Internacional Comunista quedando abierto el debate en el seno de los Partidos Socialdemócratas, adheridos a la II Internacional Socialista. El Segundo Congreso de la I.C., realizado en Moscú, en agosto de 1920, fijó las condiciones de admisión a la organización. Eran 21, de las cuales mencionamos:; 7) Ruptura completa y definitiva con los reformistas “acérrimos tales como Turati, Kautsky, Hilferding, Hillquit, Longuet, Mac Donald, Modigliani, y otros; 8) Apoyo “no en palabras sino en hechos” a todo movimiento de emancipación en las colonias; 9) Formación de núcleos comunistas subordinados al conjunto del partido en los sindicatos; 10) Combatir a la Internacional sindical “amarilla” de Amsterdam; 11) Depurar la fracción parlamentaria; 12) Establecer la organización de los PC sobre la base de una “centralización democrática” mediante una “disciplina férrea”; 13) Depuración periódica de elementos pequeños burgueses en los PC legales; 14) Apoyo incondicional a las Repúblicas soviéticas en su lucha contra la contrarrevolución.(14)

El debate quedó planteado en el Partido Socialista Uruguayo que, reunido en Congreso en 1920, aceptó por mayoría estas condiciones de ingreso, naciendo así el Partido Comunista Uruguayo. La minoría del Congreso, por su parte, resolvió mantener el Partido Socialista, adherido a la II Internacional.

Entre 1920 y 1933, el enfrentamiento entre los Partidos Comunistas y los Partidos Socialdemócratas fue durísima. A ello se agregó la división en el seno del Comité Central del Partido Comunista Bolchevique, después de la muerte de Lenin en 1924, entre la tendencia encabezada por León Trotsky y la mayoría del Comité Central, orientada por el Secretario General, José Stalin. El problema de fondo era el camino que debía seguir la Revolución, al fracasar las revoluciones en Alemania y Hungría. La derrota de Trotsky en 1928 y la depuración de elementos sociualdemócratas, intensificó las tensiones en la interna de los Partidos Comunistas.

Pero en 1929 y 1933, hay situaciones en el mundo que llevan a un cambio de táctica de los PP.CC: la crisis económica mundial del sistema capitalista, y el ascenso de Hitler al poder, en Alemania. En Uruguay, la crisis provocó el golpe de Estado oligárquico de Gabriel Terra, el 31 de marzo de 1933. La crisis también fue la causa principal de la llegada de Hitler al poder, el 30 de enero de 1933. El fascismo, que ya se había instalado en Italia en 1922, resultó fortalecido con la rápida consolidación del nazismo en Alemania que denunció el Tratado de Versalles en 1935y emprendió una acelerada preparación para la guerra.

Las contradicciones sociales se agudizaron en todo el mundo y el riesgo de fascistización de los países europeos ante el peligro de la revolución social, creó las condiciones objetivas para una aproximación de los puntos de vista comunistas y socialdemócratas. En 1935, en su VII Congreso, la Internacional Comunista adoptó una resolución que significó un viraje de su posición anterior. El Secretario General de la organización, el dirigente búlgaro Jorge Dimitrov, expresó, en su histórico informe, que” la instauración del fascismo no era el simple cambio de un gobierno burgués por otro, sino el paso de la democracia burguesa a una dictadura terrorista abierta”15.

Para hacer frente a los nuevos problemas planteados por la realidad, hacía falta modificar la táctica, y en algunos aspectos también la estrategia, del movimiento comunista. De acuerdo a esta posición, el VII Congreso habilitó la formación de Frentes Populares integrados por comunistas, socialistas y sectores antifascistas de la burguesía.(16)

En el Uruguay, consecuente con esta línea, el Secretario General del Partido Comunista, Eugenio Gómez, invitó al Partido Socialista a una acción coordinada para combatir el régimen de Gabriel Terra y el apoyo a la República Española que, en 1936, debió enfrentar el levantamiento fascista encabezado por el general Francisco Franco. El Partido Socialista desoyó el llamado de Gómez pero, en la práctica, comunistas, socialistas, anarquistas, batllistas y nacionalistas independientes, intervinieron en forma conjunta en comités apropiados en respaldo a la España republicana y en la resistencia al terrismo.

Es en este escenario, que ingresa, en 1931, el joven Rodney Arismendi, de 18 años de edad, al Partido Comunista Uruguayo. Por el brillo de su inteligencia y la comprensión cabal del marxismo-leninismo y de la estrategia y táctica del Movimiento Comunista Internacional, su ascenso en las filas del Partido es rápido.

6.         La Segunda Guerra Mundial y la “Guerra Fría”. La Segunda Guerra Mundial y el acuerdo tripartito, en 1941, entre la Unión Soviética, Gran Bretaña y Estados Unidos de enfrentar juntos y en forma coordinada la guerra desatada por el nazi-fascismo, así como la de establecer un mundo pacífico de post-guerra (Conferencia de Teherán de Stalin, Churchill y Roosevelt de noviembre de 1943), acrecentó el prestigio del Partido Comunista Uruguayo que se materializó en las elecciones generales de noviembre de 1946, donde obtuvo por primera vez una banca en el senado. En este período, Rodney Arismendi desempeñó un papel muy destacado, en el “Diario Popular”, en el que participaban prestigiosas figuras de la intelectualidad uruguaya antifascista.

Sin embargo en 1947, Estados Unidos, instigado por el ex primer ministro británico Winston Churchill (Discurso de Fulton del 5 de marzo de 1946)17,y la decisiva ventaja estrategica que le otorgaba el monopolio de la bomba atónica, rompió los acuerdos celebrados entre las tres potencias vencedoras de la Alemania nazi, invocando la amenaza del comunismo para la democracia, lanzando la “estrategia de contención” (“Doctrina Truman), con la creación de la OTAN y el rearme del ejército alemán, con la oficialidad nazi recién derrotada, iniciando el período conocido como “La guerra fría”. Arismendi denunció en su libro “Para un prontuario del dólar.. El Plan Truman y América Latina”, de ese mismo año, con documentación aplastante, el plan imperialista norteamericano de expansión mundial.

Para los comunistas uruguayos, fue quizás el primer gran golpe de su historia al quedar aislados en el escenario nacional, pues los partidos de las burguesías nacionales y los partidos socialdemócratas –incluido el uruguayo de fuerte influencia en los medios intelectuales-y también el anarquismo, se alinearon con la estrategia anticomunista, con esta precisión: los primeros sin fisuras junto al imperialismo yanqui: los dos últimos en una “Tercera posición”. En Europa Occidental, los Frentes Populares creados al término de la guerra en Francia e Italia se derrumbaron. En Francia, el primer ministro socialista, Paúl Ramadier, expulsó de su gabinete a los ministros comunistas. En Italia, la posición del Partido Socialista fue diferente ya que la influencia del Vaticano en el Partido Demócrata Cristino llevó a su líder, Pietro Nenni, a una posición más cautelosa frente a la nueva situación política aunque esta posición dividió al PS surgiendo una minoría pro norteamericana, dirigida por Giuseppe Saragat.

En el Uruguay, en las elecciones generales de 1951, el Partido Comunista perdió su banca en el Senado y tres bancas en la Cámara de Representantes.

Según el testimonio de Andrei Gromyko en sus “Memorias18”, Stalin advirtió el cambio de la política norteamericana, cuando en la Conferencia de Potsdam, de julio de 1945, el Presidente Truman le comunicó que Estados Unidos poseía la bomba atómica. “Ahora, -habría dicho Stalin de regreso a la Embajada donde se hospedaba, según el diplomático soviético-tendremos que enfrentar el chantaje atómico y deberemos actuar como lo hicimos en otras ocasiones”. Y de inmediato llamó telefónicamente a Leningrado al científico Igor Kurchatov, jefe del proyecto nuclear soviético, prometiéndole todo el apoyo económico del Estado para acelerar la culminación del proyecto, objetivo alcanzado en 1949.

Del mismo modo, la política acordada entre las tres potencias, en 1944 y 1945 para los países de Europa Oriental, basada en Frentes Populares, dio un vuelco radical porque los Partidos Comunistas, apoyados por la Unión Soviética y el Ejército Rojo ocuparon el poder y en el este alemán, ocupado por las tropas soviéticas provisionalmente, de acuerdo a lo convenido en Yalta y Potsdam por las tres potencias, se transformó , en 1949, en la República Democrática Alemana, dando un carácter permanente a la división de Alemania. Y en 1955, por el Tratado de Varsovia, se creará la organización militar opuesta a la OTAN.

El cambio de la situación política también influyó en Asia. La península de Corea y la Indochina quedaron divididas, mientras el Partido Comunista Chino alcanzaba el poder el 1º de octubre de 1949, la VII Flota norteamericana protegía a Chiang-Kai-Shek en Taiwán y el ejército norteamericano instalaba una poderosa base militar en Okinawa, Japón.

Estados Unidos alineó detrás de sí, en la “guerra fría”, que había iniciado, a América Latina, por el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) aprobado por la Conferencia de Río de Janeiro, del 2 de setiembre de 1947. Y el año siguiente, en Bogotá, en otra conferencia promovida por la potencia del norte, fue creada la Organización de Estados Americanos (OEA) destinada a instrumentar las políticas hemisféricas que impidieran las transformaciones antiimperialistas que reclamaba la situación económica y social del continente sudamericano y El Caribe. Esto no impidió la intervención de las embajadas de Estados Unidos y sus servicios secretos, o incluso el apoyo militar abierto, para derrocar gobiernos que, con el apoyo de sus pueblos, se disponían atender esos reclamos.

En este marco internacional, el Presidente de Chile, Gabriel González Videla, obtuvo del Congreso, en setiembre de 1948, la aprobación la Ley de Defensa Permanente de la Democracia, que declaró ilegal Partido Comunista de Chile que había contribuido con sus votos a su elección, a la muerte del Presidente Juan Antonio Ríos, en 1946. Anteriormente, el 9 de abril, fue asesinado en Colombia, Jorge Eliécer Gaitán, jefe del ala antioligárquica y antiimperialista del Partido Liberal que, con un masivo respaldo de las masas campesinas se perfilaba como el próximo presidente del país. Este asesinato, que provocó un levantamiento popular en la capital, conocido como el “Bogotazo” y en otras regiones del país, es una línea divisoria en la historia de Colombia que llega hasta nuestros días.

7.         La teoría de la “Revolución Uruguaya”´A los 42 años de edad, el XVI Congreso del Partido Comunista Uruguayo, celebrado en julio de 1955, elige Primer Secretario a Rodney Arismendi.El golpe de la derrota electoral en las elecciones de 1951, habían hecho aflorar tensiones internas acumuladas, atribuidas al estilo de Gómez y al apoyo prestado a un familiar suyo que se encontraba al frente de la Secretaría de Organización y cuya gestión era objeto de críticas. (Aunque en su informe ante el Congreso, Arismendi acusó a Gómez y a su “grupito” de haber “infiltrado” en el Partido el nacionalismo burgués”). Arismendi era, en ese momento, el dirigente de mayor perfil político del PCU, con una destacada actuación en el Parlamento, en el libro y en el periodismo. En consecuencia, era la figura indicada para superar la crisis siendo su primer esfuerzo como Primer Secretario, evitar la dispersión del Partido facilitando el retorno de importantes militantes que se habían alejado y estableciendo una dirección colectiva. No obstante, no pudo impedir que otros, discrepantes con la solución dada a la crisis, se apartaran del Partido.

Hechos posteriores muestran que las discrepancias ideológicas no fueron las determinantes de la crisis. El endurecimiento de la línea era dictada por la posición asumida por el imperialismo norteamericano en la esfera internacional y sus efectos dentro de nuestro país y Gómez coincidía con ella.

El 5 de marzo de 1953, murió Stalin provocando conmoción en el Movimiento Comunista Internacional, pues era una personalidad que había tenido un papel decisivo en la historia de la Unión Soviética y en la Segunda Guerra Mundial. Su poder personal fue sustituido por una “roika”que representaba distintas tendencias en el Partido Comunista de la URSS, aunque todos habían pertenecido al grupo que había apoyado a Stalin en la etapa de depuración del trotkysmo: Niñita S. Khruschev Secretario General del Partido; Georgi Malenkov como Primer Ministro, y Nikolai Bulganin como Ministro de Defensa. Dos años después, Malenkov fue relevado y sustituido por Nikolai Bulganin mientras el Mariscal Georgi Zhukov era designado Ministro de Defensa. Éste había desempeñado un papel fundamental en la caída del poderoso Ministro del Interior, Lavrenti Beria, juzgado en secreto y ejecutado, según la versión oficial, el 26 de junio de 1953.

Estos movimientos en la cima del poder soviético, fortalecieron el liderazgo de Khruschev y prepararon las condiciones del viraje de la política de la URSS, así como su impacto en los Partidos Comunistas, resuelta por el XX Congreso del PCUS, en la primera semana de febrero de 1956. En un discurso, pronunciado en sesión secreta del Congreso, Khruschev denunció los “crímenes” de Stalin, concediendo, en los hechos, la razón a las acusaciones de la prensa burguesa y del trotkismo, venían sosteniendo desde los Juicios de Moscú de 1936 y 1937. Dijo: “Después del asesinato criminal de S. M. Kirov (1934), el amigo más íntimo de Stalin, miembro del Politburó y jefe del Partido en Leningrado fue el pretexto para iniciar una gran purga, comenzando las persecuciones en masa y las violaciones brutales de la legalidad soviética (19)”.

En 1957, ya consolidado el poder de Khruschev, fueron expulsados del Partido Viacheslav Molotov, Georgi Malenkov y Lazar Kaganovich, por presuntas “actividades antipartido”. Khruschev restableció relaciones con Yugoslavia, que había roto Stalin en 1948, y llamó a la “coexistencia pacífica” entre los dos sistemas sociales: el capitalista y socialista e puso en marcha una reforma de las estructuras económicas a las que les concedió mayor autonomía. Para explicar su política exterior, Niñita Khruschev viajó a Estados Unidos y Gran Bretaña, entrevistándose en Estados Unidos con el Presidente Eisenhower (1955) y el Primer Ministro británico Anthony Eden (1956).

Este contexto internacional facilitó ka “Declaración Programática”20 que aprobó el XVII Congreso del Partido Comunista Uruguayo, realizado en 1958. El XVI Congreso (1955) ya había lanzado un programa antioligárquicfo y antiimperialista pero serán tres años más tarde que el máximo órgano del PCU le dará forma teórica y práctica. Deberá tenerse en cuenta, asimismo, que entre 1955 y 1958, se habían producido cambios muy importantes en el PCUS y en sus planteos sobre la necesidad de un acuerdo entre los dos sistemas. El documento, aprobado por el XVII Congreso del PCU, se apoya en tas siguientes tesis marxistas-leninistas, aplicadas a la realidad uruguaya: a) la contradicción entre las fuerzas productivas que pugnan por desarrollarse y las relaciones de producción capitalistas: b) la dependencia de los países en vías de desarrollo en la época del imperialismo: c) la dialéctica entre lo particular y lo general; d) la especificidad de lo particular; e) el proletariado como vanguardia de la revolución; f) eventualidad de vía pacífica de la revolución.

A) La contradicción principal -La primera tesis aplicada al Uruguay, a mediados de la década de 1950, revela que el país vive una crisis estructural que la Declaración Programática define de esta manera: “La contradicción principal de la estructura económico-social del Uruguay es la contradicción entre las fuerzas productivas que pugnan por desarrollarse y las relaciones de producción basadas en la dependencia del imperialismo y el monopolio de la propiedad privada de la tierra, que frenan ese desarrollo. Ella se expresa también en la contradicción entre el imperialismo, los latifundistas y los grandes capitalistas antinacionales, y todo el pueblo uruguayo, los obreros, agricultores y ganaderos pequeños y medios, los intelectuales y estudiantes, los empleados del Estado y privados, los jubilados y pensionistas, los artesanos y pequeños comerciantes, y la burguesía nacion;al...”. (21)

En su Informe al Congreso, Arismendi expresaba: “La situación de las masas del campo es social y económicamente muy grave. A consecuencia de los fenómenos críticos de la economía uruguaya, se procesa una diferenciación más marcada de las distintas clases y capas sociales, proceso que ha aislado, en buena parte, a los grandes terratenientes en sus clásicas organizaciones, la Federación Rural, portavoz de los viejos sectores atrasados de latifundistas y la Asociación Rural, órgano de latifundistas, que han más señaladamente realizado inversiones de capital (cabañeros, invernadores, etc.) muchos de ellos relacionados hasta hace poco a los frigoríficos norteamericanos”.(22)

“De este estado de cosas aprovechó Chicotazo -con su demagogia contradictoria pero que reflejó, inicialmente, en parte, esta agudización de los antagonismos de clase-para agrupar a las capas de ganaderos más arruinados, a los medianos y pequeños agricultores y ganaderos, e inclusive, a ciertos ganaderos grandes del centro y norte de la República menos beneficiados o perjudicados por la política de los distintos gobiernos. A ese movimiento se mezclaron pescadores de río revuelto, aventureros y luego grandes terratenientes, barraqueros y acopiadores, empeñados en aprovechar de las consignas acerca de los “precios remuneradores”, etc., primordialmente en su favor. El desenmascaramiento cada vez mayor de Chicotazo, por su política actual en pro del imperialismo yanqui y de los grandes terratenientes, acaparadores y grandes capitalistas, conducirá a nuevas diferenciaciones y a la agudización -con o sin claridad política y reivindicativa-de la lucha de clases en el campo. Es decir, impulsará -golpeados por la crisis y revueltos por la demagogia chicotacista que ellos tomaron en serio-a nuevos grupos de campesinos, de agricultores y ganaderos medios y pequeños, radicalizados”.

“El proceso de mayor concentración de la tierra, que une al latifundio, las consecuencias brutales de una explotación capitalista que aprovecha todo el atraso del pasado, acentuará la miseria, el hambre de tierra, etc., y la ruina de muchos pequeños y medios productores”.

“La capacidad del Partido y del movimiento obrero para llegar al campo y levantar con firmeza y audacia sus más sentidas reivindicaciones, será factor primordial en el curso de los acontecimientos”.

En cuanto a los objetivos de la “revolución agraria y antiimperialista” que propone el PCU a todas las fuerzas de izquierda, expresa Arismendi: “Los objetivos revolucionarios -si quieren ser verdaderamente tales, es decir, capaces de movilizar a todas las capas y clases susceptibles de intervenir en la revolución a fin de aislar, golpear y derrotar al principal enemigo-deben corresponder a la realidad, a la distribución objetiva de las fuerzas sociales antagónicas, a la etapa que deberá cumplir la revolución. En nuestro caso, esa etapa es aún democrática porque se propone, esencialmente, la destrucción del latifundio y otras supervivencias precapitalistas con una reforma agraria radical, y es, simultáneamente, nacional liberadora porque enfoca la liquidación del dominio imperialista. Estas reivindicaciones caracterizan la revolución como agraria y antimperialista. Una parte de sus postulados fundamentales, en materia agraria especialmente, son democráticos y no socialistas”.

B) – Uruguay, país dependiente. Dice Arismendi: “Uruguay es un país dependiente del imperialismo, sometido, en particular, como los otros pueblos de la América Latina, a la égida económica y política de los Estados Unidos. Es decir, sobre la nación uruguaya gravita la opresión extranjera, que condiciona el cuño antimperialista de la revolución. La ley de la necesaria correspondencia entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, actúa, en este caso, en una sociedad cuya estructura está sometida no sólo a sus procesos internos, sino que es objeto de una opresión y expoliación extranjeras. ¿Refleja adecuadamente este factor -el factor nacional-nuestro enunciado referente a la contradicción fundamental?”. (23)

“Este interrogante estuvo en nuestras preocupaciones, durante el estudio del programa. Examinamos, entonces, la posibilidad de proyectar especialmente, del núcleo de contradicciones que se generan en torno a la pugna entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción, el antagonismo nacional -que opone nuestro pueblo al imperialismo yanqui. Sin embargo, no lo hicimos: creemos que el factor nacional aparece correctamente subrayado en el programa, y que, por otra parte, a estricto sentido, la opresión imperialista integra -en lo sustancial-las relaciones de producción, la base material de la caduca estructura de la sociedad uruguaya, que la revolución deberá romper. La superación revolucionaria de tales relaciones sociales destruirá los cimientos de la dominación imperialista sobre nuestro pueblo”. (24)

Arismendi se apoya en la tesis sobre el imperialismo de Lenin y agrega: “La exportación de capitales apareja la intervención de las colonias, como apéndices económicos, en la producción capitalista mundial. Lenin escribe que el capitalismo se desplaza hacia las colonias y países dependientes. Hemos explicado muchas veces que ese desplazamiento no significa que el imperialismo “ayude” al desarrollo económico de esos países, sino que es un elemento del retardo, de la estagnación y la deformación económicas que sobrevienen”. (25)

“Este fenómeno lo vivió Iberoamérica, en forma aun embrionaria en algunos países, ya en la década del 50 del siglo XIX, pero tomó cuerpo en las postrimerías de esa centuria y al comenzar el siglo XX. La mayoría de nuestros pueblos había logrado independizarse políticamente de España y Portugal. Al contacto con el mercado mundial, se pusieron en movimiento los procesos del capitalismo; coronábase un período de acumulación primitiva en medio del caótico deslinde de las repúblicas nacientes, y se iba definiendo a la vez, el mercado interior de cada país. Por entonces, el principal medio de incidencia económica de Inglaterra y las potencias capitalistas, consistía en el comercio no equivalente, fundado en el desnivel de la productividad del trabajo social entre los países industrializados y las débiles repúblicas de economía patriarcal y semifeudal, basada en el trabajo manual, la indigencia técnica, en el infantilismo de sus fuerzas productivas. Marx explicó en “El Capital”, cómo los países de amplio desarrollo industrial y técnico recibían de regreso en este intercambio, más trabajo del que habían entregado. Por cada jornada de trabajo que en sus productos manufacturados nos daban Inglaterra, Alemania, Francia, etc. (y en menor grado, ya entonces, EE.UU.), nuestros pueblos devolvían una cantidad mucho mayor de su tiempo de trabajo socialmente necesario. Este intercambio no equivalente gravitaba de modo negativo en el desarrollo de las repúblicas nacientes, influía inclusive en la vida política; pero todavía no éramos propiamente países semicoloniales y dependientes. El imperialismo dio al intercambio desigual una altura y una calidad diferentes. Lo hizo mayor, y lo situó dentro de una economía capitalista donde imperaban los monopolios; éstos fijaban sus precios, los precios de monopolio -altos para sus productos, bajos para los nuestros. El conocimiento teórico-político de este fenómeno de saqueo de nuestros pueblos a través del intercambio no equivalente, hoy es patrimonio de todo el mundo. Es una información corriente en materia económica. Hace unos años sólo los comunistas lo demostrábamos. Inclusive hoy es motivo de llanto periódico para los terratenientes y grandes burgueses de estos países. Sin embargo, lo que caracterizó principalmente al imperialismo fue la exportación de capitales. A su través, nuestros pueblos fueron encadenados al sistema colonial del imperialismo, se volvieron países económicamente dependientes, por lo tanto, formalmente libres desde el punto de vista político. Lenin explica cómo los imperialistas van al reparto del mundo, a la guerra, a las agresiones, como producto de la ley del desenvolvimiento desigual, para asegurarse las materias primas, los territorios económicos y estratégicos. La exportación de capitales es su instrumento principal”. (26)

“La opresión nacional se manifiesta así, en el plano económico, como un factor exterior de detención del desarrollo, de deformación y retardo de la evolución capitalista, de apropiación y a veces expropiación de los frutos del trabajo nacional. Hemos ido dilucidando los rasgos de este fenómeno en muchas oportunidades: bajo el capitalismo, la ampliación de la producción, las inversiones y la reproducción del capital están unidas a la posibilidad de la acumulación. En los países capitalistas desarrollados, la acumulación se produjo naturalmente porque la masa de plusvalía se reinvirtió en el mismo país, ­descontando el consumo parasitario de las clases dominantes y sus gastos estatales no productivos. A esa acumulación se agregó la explotación feroz y el saqueo piratesco de las colonias y países atrasados. Por el contrario, en nuestros países de Iberoamérica, la acumulación se retardó y se retarda aún, porque a través de los beneficios de las inversiones y empréstitos, del comercio no equivalente, de los fletes, regalías, etc., una buena parte de la plusvalía se evade al extranjero, a los países imperialistas. Las empresas que monta el imperialismo actúan en el país, pero los beneficios se acumulan en el extranjero. Esta es la causa de las bajas tasas de capitalización de que se habla tanto, la famosa “penuria de capitales” para el “desarrollo”. Este fenómeno engrana directamente con otro: la deformación económica -la unilateralidad de la producción sometida Cuanto mayor es la dependencia del mercado exterior, cuanto más grande es la porción del producto nacional que va a la exportación, mayor es la parte que no se acumula ni se reinvierte dentro del país, que se pierde por el canal del comercio no equivalente.(27)


Además ambos rasgos de la dominación económica imperialista coinciden con el latifundio y los resabios semifeudales, como factores limitadores del comercio interior. Se restringe así el territorio de la actividad posible del capital nacional, y se deprime el poder de compra del mercado doméstico, disminuido por una evasión cuantiosa de la renta nacional hacia el extranjero. Finalmente, la orientación de la inversión imperialista contribuye a la deformación económica y al estrechamiento del mercado interno. Las inversiones imperialistas se dirigen principalmente hacia el comercio, el crédito, los transportes, los llamados “servicios públicos”, las minas y yacimientos,etc. Cuando el capital imperialista funda “industrias”, éstas son complementarias de su producción, o de semielaboración, vinculadas a la exportación unilateral. A veces, ramas enteras de la producción son apenas un complemento de la producción del país imperialista más que una base de la economía capitalista nacional. Para comprobarlo basta con estudiar la distribución de las inversiones yanquis, inglesas, etc., en América Latina en un largo período. Ello objetiva otra deformación: el abultado peso de la inversión de capitales en la esfera de la circulación y el crédito, respecto a la de los colocados en la producción industrial o agraria. Este es un fenómeno típico de los países coloniales y dependientes, es un índice, precisamente, de la gravitación de las relaciones precapitalistas en su economía”.(28)

“Todo ello configura el sistema de las relaciones de dominación bajo el imperialismo, que son económicas, pero son también políticas y nacionales”.(29)

C) Dialéctica de lo particular y lo general y la estrategia nacional liberadora. Señala Arismendi: “Este aspecto podemos enfocarlo desde tres mirajes coincidentes:a) En el plano interior, las nuevas Repúblicas Soviéticas muestran el método socialista, proletario, de resolución de la cuestión nacional­colonial; y llevan a cabo a la vez, drásticamente, las tareas democráticas y antifeudales que la historia dejara pendientes, legado de las relaciones sociales anteriores. Decía Lenin:

“La guerra imperialista despertó también al Oriente, arrastró a sus pueblos a la órbita de la política internacional, Inglaterra y Francia armaron a los pueblos coloniales, y les ayudaron a trabar conocimiento con el material de guerra y con máquinas modernas. Estos pueblos aprovecharán contra los señores imperialistas los conocimientos adquiridos. Tras el período del despertar del Oriente, en la revolución actual está al llegar un período en el que todos los pueblos orientales participarán en la decisión de los destinos del mundo entero, y lo harán para no ser únicamente una fuente de enriquecimiento. Los pueblos del Oriente se despiertan para actuar prácticamente y para que cada pueblo decida la suerte de toda la humanidad. Por eso creo que en la historia del desarrollo de la revolución mundial, que, a juzgar por el comienzo, se prolongará muchos años y exigirá muchos esfuerzos, estáis llamados a desempeñar en la lucha revolucionaria, en el movimiento revolucionario, un papel y a fundiros en esa lucha con la que libramos nosotros contra el imperialismo internacional. Vuestra participación en la revolución internacional os planteará una compleja y difícil tarea, cuya solución servirá de base para el éxito común, porque en el Oriente la mayoría de la población se levanta por primera vez a un movimiento independiente y será un factor activo en la lucha por derrocar al imperialismo internacional.—”(30)

Sigue Arismendi: “La revolución proletaria abre una enorme brecha en la armazón de la esclavitud nacional, que el imperialismo montara e hiciera sistema. Las conocidas opiniones de Sukarno, Sun Yat Sen, Nehru y otros ­expresión del pensamiento de diversas capas de la burguesía nacional de Oriente-atestiguan la irradiación de Octubre sobre la lucha antimperialista en general. De esta comprobación se podían deducir dos conclusiones de diferente alcance, como ya lo demostramos en el artículo “El Partido Comunista del Uruguay ante el XL Aniversario de la Revolución de Octubre”; la primera demostraba que el socialismo es el mejor camino para concluir con la opresión nacional al acabar con la opresión de clases; conducía a que los mejores combatientes antimperialistas se elevaran desde su condición de patriotas a la “inteligencia teórica” del conjunto del movimiento histórico, a que asimilaran el marxismo-leninismo, el pensamiento del proletariado revolucionario; la segunda, conducía a demostrar que para todos los combatientes contra la opresión nacional, comprendidas la burguesía nacional y la pequeña burguesía, repito, para todos los patriotas de todas las capas y clases sociales que integran el pueblo de las colonias y países dependientes, la revolución socialista aparecía como el insobornable paladín, teórico y práctico, del anticolonialismo, como el más firme apoyo de la lucha por la independencia económica y política de todos los pueblos oprimidos, englobados en el sistema colonial del imperialismo en Asia, Africa y América Latina”. (31)

“b) Pero, además, la proyección del acontecimiento sobre el plano de la cuestión nacional-colonial era de alcance histórico-universal. La existencia de un Estado socialista había llevado la contradicción entre los pueblos oprimidos y el imperialismo a un punto crítico; puso en marcha energías revolucionarias inmensas, socialmente tan poderosas como en física la desintegración del átomo; abrió las puertas de la historia contemporánea a las millonarias masas del mundo colonial. Como un joven dios renovador evocó, sobre el cielo del capitalismo decrépito, todas las tormentas que la opresión colonial engendrara. La crisis general del capitalismo se procesa a la vez como crisis del sistema colonial del imperialismo. La revolución socialista se enlaza a la revolución anticolonialista mundial. La consolidación del Estado soviético, su desarrollo económico, el triunfo de la construcción socialista, la política exterior de la Unión Soviética -en su doble aspecto: la lucha por la paz y la asistencia a los pueblos que luchan por su independencia nacional-pasan a ser un elemento inspirador y un sostén de los pueblos de Asia, Africa y América Latina. Si la revolución socialista hubiera sido derrotada, todo el movimiento de los pueblos coloniales y dependientes hubiera retrocedido. El cuerpo de sus naciones permanecería como un mero objeto de reparto entre las potencias imperialistas que se lo disputarían por la diplomacia o por los cañones, o sería el despojo ensangrentado de las coaliciones momentáneas como lo fuese China después de la derrota de los “boxers”. (32)

D) La particularidad de Uruguay. “La evolución histórica del Uruguay y los rasgos actuales de su economía, ponen de relieve peculiaridades significativas, dentro de este trazado primario de las líneas: la incidencia de una antigua lucha de clases entre el proletariado y la burguesía, el grado restringido de la probable intervención de algunas capas de la burguesía en la revolución, la importancia del sector político-estatal, el alcance de las reivindicaciones anticapitalistas, las particularidades de la cuestión agraria en un país de latifundio ganadero y población rural relativamente baja, la importancia social de las capas medias de trabajadores urbanos, las tradiciones democráticas de la intelectualidad y los estudiantes, etc. En un cuadro político y social propicio, estas peculiaridades pueden acentuar la interrelación de los elementos democráticos y socialista en la revolución.
Dos rasgos, especialmente, podrían predeterminar un desarrollo avanzado de la revolución uruguaya: la gran gravitación del proletariado en la dialéctica social general, y la magnitud de las premisas materiales (sector estatal ,empresas y latifundios expropiados a los imperialistas y a los grandes capitalistas antinacionales, y grandes haciendas de explotación moderna, que no es aconsejable repartir) que, desde la primera etapa de la revolución echarán en la economía uruguaya, una firme base para la conversión socialista ulterior de la revolución”. (33)

“Por todas estas razones, pensamos que las revolucione democrática y socialista serám, en nuestro país, dos fases de un solo y continuado proceso histórico”. (34)

Toda revolución tiene sus etapas. “Los comunistas declaramos enfáticamente, con la misma entereza que en las cláusulas del Manifiesto, que jamás ocultamos nuestro propósito. La Declaración incorpora una profesión de fe comunista, justamente en el párrafo que define el carácter de la revolución y su integración histórica en la revolución nacional-liberadora de América Latina y en la revolución socialista internacional. Caracteriza así la revolución agraria y antimperialista, tomando en cuenta no sólo las tareas históricas y económico-sociales que debe llevar a cabo, sino considerando sus relaciones con la revolución socialista, con los ideales transformadores que son la razón de existencia de los comunistas. Este enfoque es dinámico, corresponde a la dialéctica del desarrollo social y supone el punto de vista del proletariado respecto a la revolución democrática de liberación nacional. Desde este ángulo, la revolución agraria y antimperialista se define por su condición de “tramo inicial del camino que recorrerá el Uruguay hacia el socialismo, primera fase de la sociedad comunista, objetivo histórico de la emancipación del proletariado y meta final del Partido Comunista”.
             

“En esta frase desnuda se sintetizan las ideas del leninismo acerca de la revolución democrática nacional y la postura teórica y práctica de los comunistas a su respecto. Ante todo, se destaca la finalidad suprema del Partido Comunista, que le otorga su nombre, la edificación de una sociedad cuyos contornos comienzan a entreverse en la Unión Soviética, cuyas bases materiales y técnicas edifica el Plan Septenal y que, en lo esencial, construida en los próximos decenios”.

“En esta frase desnuda se sintetizan las ideas del leninismo acerca de la revolución democrática nacional y la postura teórica y práctica de los comunistas a su respecto”.

E) ¿Qué clase será la vanguardia de la revolución? ¿Cuáles son las fuerzas motrices? “El carácter de la revolución -es decir, su contenido objetivo no siempre determina automáticamente que las fuerzas motrices sean las mismas.
La intervención de una determinada clase o capa social en la revolución tiene que ver con las circunstancias históricas concretas. Y, precisamente, lo que varía más –como lo prueba la historia pasada y presente de las revoluciones democráticas-es el papel de la burguesía. Mientras la función de los campesinos se desprende naturalmente del carácter de la revolución, la actitud de las distintas capas de la burguesía está unida a la época histórica, a la relación del país con el imperialismo, a la intensidad de la lucha de clases con el proletariado, a la correlación de fuerzas nacional e internacional” (35).

En un país dependiente del imperialismo, la burguesía llamada nacional es una capa social que, previsiblemente, puede integrar las fuerzas motrices de la revolución, pero, aun en este caso, se debe determinar en concreto -como lo prueba Cuba el grado y el alcance de su participación. Pero el carácter de la revolución no cambia porque intervenga en ella, o no, activamente, la burguesía nacional. La índole y la importancia del papel de la burguesía estarán condicionados no sólo por el contenido objetivo de la revolución, sino también por el curso político, por el proceso de inicio y desarrollo de la revolución, por la magnitud y hondura de la lucha de clases, por la correlación de las fuerzas nacionales e internacionales”

“La misión histórica de la clase obrera es llevar a cabo la revolución socialista. Marx y Engels, en frase que hizo historia, llamaron al proletariado el sepulturero del capitalismo”.

“No obstante, hemos proclamado con énfasis que la revolución uruguaya es democrática nacional y que el proletariado –de acuerdo al pensamiento de Lenin y a la experiencia revolucionaria mundial-debe participar decididamente en esa revolución, y más que eso: debe ser la clase social dirigente. Esta es la concepción proletaria de la revolución uruguaya. En las condiciones objetivas del Uruguay y de América Latina, la revolución agraria y antimperialista es la única ruta posible hacia el socialismo. Sólo el proletariado posee aptitud para dirigir las transformaciones radicales que tal revolución significa, pero la dirección obrera presupone la continuidad revolucionaria, el adentrarse en el socialismo. Esta tesis distingue la concepción del proletariado de toda otra idea burguesa o pequeño­burguesa.”(36).

F) Una vía pacífica . “La revolución uruguaya no se propone, en esta su primer etapa, concluir de un modo súbito con todas las relaciones sociales capitalistas. Específicamente, proclama que no se expropiarán las empresas de la burguesía nacional y de la pequeñoburguesía, industrial, comercial y agraria, exceptuando las propiedades de aquellos que se levanten contra la revolución. El razonador simplista pensará que incurrimos en contradicción cuando agrupamos dos tesis al parecer antagónicas: por un lado, declaramos que habrá un desarrollo no capitalista del Uruguay; por otro, garantizamos al burgués nacional y al pequeño burgués, en esta etapa, la propiedad de su fábrica, taller, comercio o establecimiento rural”.

“No hay tal antagonismo, si concebimos dialécticamente el proceso revolucionario. Dos coordenadas es preciso tener en cuenta a efectos de captar el contenido contradictorio pero unitario de este proceso: la idea de que la revolución deberá cubrir determinadas etapas, y la idea de que el curso de la revolución continuará ininterrumpidamente”.

El pilar fundamental en que se apoyan ambas ideas es la hegemonía del proletariado en el dispositivo de las fuerzas de la revolución. La dirección obrera aproxima y refunde en un solo desarrollo histórico, las etapas democrática-nacional y socialista de la revolución. En nuestro caso, en vez de dos revoluciones, pensamos que ambas fases del movimiento son dos estadios sucesivos, concatenados, de un mismo recorrido revolucionario”(37).

“Toda exageración de la combatividad antimperialista o democrática de la burguesía nacional uruguaya conduce al riesgo oportunista. Se debe partir, por lo tanto, de otra presunción: es absurda toda idea que conciba la revolución uruguaya como una gesta en dos turnos o relevos, para la primera etapa, dirección burguesa nacional, para la segunda, hegemonía del proletariado. Ni el alineamiento de las clases puede ser éste, ni las etapas pueden separarse ya ­social y cronológicamente con esa nitidez (38)”.

“Claro está, y ya la dijimos: una cosa son los caminos variados, diferentes y múltiples, por donde puede venir andando la hora revolucionaria; otra, la revolución misma, es decir, la sustitución de las clases en el poder y la ejecución de las transformaciones revolucionarias. Seríamos doctrinaristas incapaces de llevar a cabo una revolución, si no tomáramos en cuenta esos caminos, si no condujéramos a las masas a través de los tajos del accionar político. Procuramos tener en cuenta toda posibilidad de un desplazamiento avanzado del proceso político, toda modificación positiva de la correlación de fuerzas”(39).

Aquí, las únicas fronteras previsibles son las que otorga la vida misma, la multilateralidad del hecho político, que exige, del proletariado y su Partido, el máximo de iniciativa, desnudez de todo esquematismo, la apreciación acertada del momento político concreto, romper la inmovilidad de las viejas estructuras partidarias y gubernamentales en las que se atrincheran hoy las clases dominantes contra la revolución democrática nacional que acumula fuerzas en la calle, en las fábricas, en toda la sociedad.

“Comprender que los caminos de la revolución son variados y sinuosos, que pasan siempre por los hechos menudos de todos los días y por la lucha política más amplia y general, obliga a tener en cuenta no sólo los objetivos estratégicos correspondientes a toda la etapa revolucionaria, sino también los trechos intermedios, las tareas de unidad de las fuerzas políticas y sociales, las consignas y reivindicaciones eventuales”. (40)

“A veces, tales consignas pueden poseer sólo un carácter circunstancial muy limitado, corresponder apenas a un giro determinado del momento político­social; otras, pueden apuntar la mejor vía de aproximación a las jornadas revolucionarias, a la conquista del objetivo fundamental de toda la etapa: la liberación económica y política del imperialismo, la realización de la revolución agraria radical, la toma del poder por el pueblo”(41).

“La Declaración Programática de nuestro Partido adjunta una plataforma política inmediata. Esta sintetiza en sus reivindicaciones principales la lucha por una hora política nueva del Uruguay. Postula un cambio cualitativo, una nueva correlación de las fuerzas, que no es todavía el gobierno y el régimen democrático nacional, los que sólo podrán ser el producto de una revolución, de un cuadro de clases diferente. Entre otras diferencias, una distinción sustancial de este dispositivo social con el de la revolución, lo otorga la ausencia, todavía, de la hegemonía del proletariado.”(42)

“La citada modificación de la correlación de las fuerzas políticas no equivale a la revolución agraria y antiimperialistapero “En la situación del Uruguay, por su conformación social y sus peculiaridades históricas ­incluyo en ellas sus partidos y las armazones jurídicas-la conquista de una tal situación política sería el mayor avance de su historia y también el sendero de aproximación mejor y menos doloroso a la revolución agraria y antimperialista. Es, por ello, un gran objetivo táctico, demarcador por todo un período de la conducta del proletariado”(43).

La Declaración Programática de 1958, es bien precisa al respecto: “”...Ante el país se abren así dos caminos opuestos de desarrollo: o la política de claudicación frente a los Estados Unidos, o un cambio expresado por una política exterior independiente, por la defensa y ampliación de las libertades democráticas, la satisfacción de las reivindicaciones de las masas trabajadoras y la defensa de la economía nacional frente a los monopolios norteamericanos”(44).

“El primer camino significa no sólo continuar sino agravar en un sentido regresivo, antipopular y antinacional, la política aplicada por las clases dominantes y los distintos gobiernos de la República en la última década. Es lo que preconizan los representantes del gobierno de los Estados Unidos, los órganos de la gran prensa entregada al imperialismo y los grupos mas reaccionarios de latifundistas y grandes capitalistas que ocupan posiciones destacadas en el seno de los partidos tradicionales”.

8.  La Revolución Cubana. Las fuerzas opuestas –conservadoras del privilegio de un lado (aliadas del imperialismo), y las del progreso social, del otro­agudizaron sus tensiones en la década de 1950. En Cuba, el 10 de marzo, el jefe del Ejército, Fulgencio Batista, respaldado por Estados Unidos, derrocó el gobierno constitucional de Prío Socarrás y en Bolivia, la Revolución de Abril de 1952, derrocó a la oligarquía del estaño y en Venezuela el general Marcos Pérez Jiménez, con el apoyo de Estados Unidos ocupó el gobierno, desconociendo los resultados electorales que eran adversas a la derecha e instaurando una dictadura; en 1954. el Presidente del Brasil, Getulio Vargas se pegó un tiro en el corazón y dejó una carta, dirigida a Joao Goulart en la que denuncia la conspiración oligárquico-imperialista que lo había desplazado del gobiern;; el mismo año, en Guatemala, es derrocado el Presidente Jacobo Arbenz, que había puesto en marcha una Reforma Agraria que afectaba los intereses de la compañía bananera norteamericana, United Fruit Co., por una fuerza militar armada por Estados Unidos. En 1955, es derribado por un levantamiento militar, apoyado por Inglaterra, el Presidente de Argentina, Juan Perón, cuyo gobierno había tocado los intereses de la oligarquía rural, para apuntalar el desarrollo industrial del país. El 13 de junio de 1953, el general Gustavo Rojas Pinilla tomó el poder, en Colombia mediante un golpe militar. Rojas Pinilla fue derrocado por una junta militar. Esta resolvió convocar a elecciones generales y fue acordada una tregua entre los liberales y los conservadores. Decidieron entonces la alternancia en los más altos puestos del estado (presidencia y gabinetes ministeriales) por un período de 16 años. Por otra parte, en Perú y Paraguay, regían en este período las dictaduras militares de los generales Manuel Odria y Alfredo Stroessner, respectivamente. La Organización de Estados Americanos, avaló de hecho todas estas dictaduras, no disponiendo ni bloqueos económicos y menos intervenciones militares. El primer Secretario General fue el dirigente liberal colombiano, Alberto Lleras Camargo (1948-1954), al que le siguieron el chileno Carlos Dávila y el uruguayo José Mora Otero (1956-1968).

En Chile, en 1952 llega al gobierno, por segunda vez, el general Carlos Ibáñez del Campo (Anteriormente había ejercido la presidencia de 1927 a 1931), con un programa de reformas económicas y sociales, inspiradas en las reformas impulsadas por Perón en la Argentina. Deroga la Ley de Defensa de la Democracia, restableciendo la legalidad del Partido Comunista. En 1955, la caída de los precios del cobre debilita la economía con efectos sociales negativos y en las elecciones de 1958, triunfa el conservador Jorge Alessandri, hijo de Arturo Alessandri, que había sido presidente entre 1920 y 1927.

En Cuba, un grupo de universitarios, encabezados por el joven abogado, Fidel Castro, decidieron organizar la resistencia a la dictadura de Fulgencio Batista, resolviendo tomar el Cuartel Moncada, en Oriente, y desde allí lanzar una proclama llamando al levantamiento del pueblo. Esta acción, ejecutada el 26 de julio de 1953, fracasó, pero al ser juzgado por un Tribunal Civil, Fidel Castro pronunció un brillante alegato de defensa, donde expone el programa democrático-revolucionario del grupo y que terminó con una afirmación que ha pasado a la historia: “En cuanto a mí, sé que la cárcel será dura como no la ha sido nunca para nadie, preñada de amenazas, de ruin y cobarde ensañamiento, pero no la temo, como no temo la furia del tirano miserable que arrancó la vida a setenta hermanos míos. Condenadme, no importa, La historia me absolverá (45)”.

El impacto nacional e internacional que causó esta acción heroica, obligó a Batista a deportar a los prisioneros y, ya en México, Fidel Castro organizó una cruzada, a la que se incorporó el médico argentino, Ernesto Guevara Lynch, que volvió a Cuba y organizó la resistencia, en el año 1956, en Sierra Maestra, resistencia que no pudo doblegar la dictadura que cayó el 1º de enero de 1959, con la huida de Batista y el abandono del poder.

El programa del Moncada anunciaba 5 Leyes Revolucionarias: La primera ley revolucionaria devolvía al pueblo la soberanía y proclamaba la Constitución de 1940 como la verdadera ley suprema del Estado. La segunda ley concedía la propiedad inembargable e instransferible de la tierra a todos los colonos, subcolonos, arrendatarios, aparceros y precaristas que ocupasen parcelas de cinco o menos caballerías (100 hectáreas o menos) de tierra, indemnizando el Estado a sus anteriores propietarios a base de la renta que devengarían por dichas parcelas en un promedio de diez años. La tercera ley otorgaba a los obreros y empleados el derecho a participar del treinta por ciento de las utilidades en todas las grandes empresas industriales, mercantiles y mineras, incluyendo centrales azucareros. Se exceptúan las empresas meramente agrícolas en consideración a otras leyes de orden agrario que debían implantarse. La cuarta ley concedía a todos los colonos el derecho a participar del cincuenta y cinco por ciento del rendimiento de la caña y cuota mínima de cuarenta mil arrobas a todos los pequeños colonos que llevasen tres o más años de establecidos. Y la quinta ley revolucionaria ordenaba la confiscación de todos los bienes a todos los malversadores de todos los gobiernos y a sus causahabientes y herededos en cuanto a bienes percibidos por testamento o abintestato de procedencia mal habida, mediante tribunales especiales con facultades plenas de acceso a todas las fuentes de investigación, de intervenir a tales efectos las compañías anónimas inscriptas en el país o que operen en él donde puedan ocultarse bienes malversados y de solicitar de los gobiernos extranjeros extradición de personas y embargo de bienes. La mitad de los bienes recobrados pasarían a engrosar las cajas de los retiros obreros y la otra mitad a los hospitales, asilos y casas de beneficencia (46).

Estas leyes las debía poner en marcha el Gobierno Provisional, presidido por el ex Magistrado, Dr. Manuel Urrutia y un gabinete ministerial encabezado por el Primer Ministro José Miró Cardona, abogado y profesor de derecho. Fidel Castro era el Comandante del Ejército. No obstante, de inmediato surgieron las diferencias Urrutia y Miró Cardona, y otros ministros, estaban de acuerdo con la primer Ley Revolucionaria pero no con las cuatro restantes. Fidel renunció en protesta y la presión popular lo reintegró al gobierno pero como Primer Ministro. Pronto Miró Cardona y Urrutia se distanciaron de la Revolución.

Despejado el camino, y con el apoyo del pueblo y de los partidos –el Movimiento 26 de Marzo, el Partido Socialista Popular (Comunista) y el Directorio Revolucionario, el gobierno dictó el 17 de mayo de 1959 la primera Ley de Reforma Agraria .Fueron expropiadas las grandes propiedades y, especialmente las centrales azucareras propiedad de norteamericanos. El gobierno revolucionario brindó indemnizaciones pero en el caso de Estados Unidos no fueron aceptadas. Los terratenientes y la alta burguesía cubana comenzó a emigrar a Miami y contaron con el respaldo del gobierno estadounidense, presidido por el general Eisenhower, que apoyó las organización de grupos contrarrevolucionarios e inició una política diplomática en América Latina destinada a aislar política y económicamente a Cuba.

Luego de la derrota contrarrevolucionaria en Playa Girón, en abril de 1961, el 2 de diciembre, Fidel Castro se declaró marxista-leninista y fijó el camino hacia el socialismo de la Revolución. A esta decisión siguió el estrechamiento de relaciones políticas y económicas con la Unión Soviética basadas, estas últimas en el beneficio mutuo. La totalidad de la producción exportable de azúcar cubana, que antes compraba Estados Unidos, pasó a comprarla la URSS.

A pesar de su definición ideológica y de la profundidad de las relaciones con la Unión soviética, Cuba se mantuvo al margen de los bloques militares, convirtiéndose en un miembro activo del grupo de “Países no alineados”, liderados por la India, Egipto y Yugoslavia. Sin embargo, la aceptación de Cuba de la presencia de cohetes soviéticos con ojivas nucleares en su territorio – respondiendo según Fidel a sentimientos internacionalistas-, creó, en abril de 1962, la crisis política más grave del período de la Guerra Fría, resolviéndose por un acuerdo entre los gobiernos soviético y norteamericano, en la que Cuba no fue consultada.

8.         En el Uruguay, la estrategia de Arismendi se pone en marcha. Ni el contexto internacional del año 1955 ni el de 1958, eran propicios para el llamamiento unitario de la izquierda uruguaya, formulado por Rodney Arismendi. El Partido Socialista, bajo la orientación de Emilio Frugoni y la izquierda independiente agrupada en torno al semanario “Marcha” eran contrarios a una alianza con el Partido Comunista Uruguayo, al que consideraban un peón de la Unión Soviética –como todos los partidos que apoyaban la política de Moscú-y sus objetivos presuntamente imperialistas al igual que los Estados Unidos de América.

La Revolución Cubana cambió radicalmente, en América Latina, esta percepción porque el Movimiento que había derrocado a Batista, bajo la conducción de Fidel Castro, no era comunista sino por definición “Martiano”, es decir, humanista y antiimperialista. La reacción de Estados Unidos y de la burguesía cubana contra la reforma agraria puesta en marcha el 17 de mayo de 1959, puso en evidencia el objetivo central de la política de Estados Unidos aliada a las burguesías criollas dueñas de la tierra, las que pasaron rápidamente a la conspiración. Los hechos revelaron, asimismo, que sólo la férrea unidad del pueblo de los partidos revolucionarios, de la naturaleza que fueran, podían enfrentar con éxito esa contrarrevolución conducida por el mayor poder económico y militar de la época.

Este era e”l empujón” que necesitaba Arismendi para plasmar en Uruguay una alianza popular con los objetivos que había expuesto la Declaración Programática del Partido Comunista Uruguayo, de 1958. Pero modificar el clima creado por los rencores acumulados desde la Revolución de Octubre en Rusia y la furibunda campaña anticomunista desatada con el inicio de la Guerra Fría a la que dio enorme impulso el libro de Frugoni “La Esfinge Roja”, no era fácil. Fracasó en 1962 y fue necesario el “Pachecato”, en 1968, que transformó la Constitución en una “cáscara vacía”, según la calificación de Arismendi, para que la tan buscada e imprescindible unidad se concretara, con la creación del Frente Amplio, el 5 de febrero de 1971.

El discurso del candidato de la coalición de izquierda, el General Líber Seregni, que había abandonado el Partido Colorado Batllista, en la gran concentración del 26 de marzo de ese año, no deja dudas de la íntima relación del programa del FA con la Declaración del PCU de 1958.

“El Frente Amplio no es una ocurrencia de dirigentes políticos. El Frente Amplio es una necesidad popular y colectiva del Uruguay. Es un hecho colectivo con razones colectivas. Las resoluciones individuales de todos nosotros tienen causas sociales y metas sociales, porque tienen que ver con el destino entero de la sociedad uruguaya. Tampoco es una resolución circunstancial de partidos o grupos políticos. Por el contrario, ellos han interpretado una exigencia que estaba en la calle, han dado forma y cuerpo a un sentimiento y una urgencia de todo nuestro pueblo (…)”. (47)

“Las clases medias urbanas y la clase obrera, los jubilados, las clases medias rurales y losa asalariados rurales son las grandes víctimas de la política económica actual. Quiebras y concordatos, paralización de industrias, especulación, es el síntoma de los últimos tiempos. ¿Cómo no van a agudizarse las tensiones sociales? ¿Es que alguien puede creer que con las medidas prontas de seguridad, con un estado policial, va a solucionar la inseguridad que hoy afecta a todo el país, a los productores y a los trabajadores? Porque es una inseguridad que hoy afecta a todos los ámbitos de la vida. Se limitan las libertades públicas, desaparece la libertad de prensa, ocurren encarcelamientos masivos sin justificación, se ataca con ensañamiento a la enseñanza, tanto a nivel universitario como secundario (…)”48

“Para saber dónde estamos, hay que conocer de dónde venimos. Es necesario examinar las políticas fundamentales que intentó el país, para determinar con claridad la razón fundamental de sus fracasos. Para tomar las cosas desde sus raíces, única forma de enderezarlas. Seremos muy breves. En los últimos veinte años, desde el término de la Segunda Guerra Mundial, se pueden distinguir dos etapas diferenciadas, dos políticas económicas y sociales distintas. La primera, que comienza al término de la guerra mundial y se cierra en 1958, corresponde a un esfuerzo por industrializar el país. La segunda, desde 1958 a 1966 parece animada por el intento de fortificar nuestra agropecuaria. Esos dos enfoques sucesivos y distintos terminaron en callejones sin salida. Con características distintas, con enfoques distintos, no lograron renovar y movilizar creativamente al país. ¿Por qué no tuvieron salida? ¿Por qué se frustraron?”(49)

“En última instancia, la contestación es sencilla. Las dos vías tomadas no enfrentaron el obstáculo decisivo para el desarrollo nacional. Y ese obstáculo es la oligarquía, es decir la trenza bancaria, terrateniente y de intermediación exportadora. El grupo social que domina y acapara la tierra, el crédito, los canales de comercialización de nuestros productos. Sus centros de poder siguieron intactos, determinando nuestra economía, estrangulando y beneficiándose de las energías de nuestro pueblo. Apropiándose y desviando el esfuerzo nacional (…)”.(50)

“Porque, es claro, la oligarquía dominante está ligada a poderosos intereses extranjeros, es la expresión interna de nuestra dependencia de las grandes potencias capitalistas, que nos fijan los precios, que nos imponen términos de intercambio adversos. Así, en los últimos años, se agudiza el endeudamiento externo y las ataduras al Fondo Monetario Internacional”.(51)

“Es entonces la realidad urgente: el empobrecimiento colectivo, lo que obliga a enfrentar de una buena vez a la rosca que nos aprieta. La disyuntiva es hoy muy clara: o la oligarquía liquida al pueblo oriental o el pueblo oriental termina con la oligarquía. Ésta es la radicalización política que vivimos. Un país empobrecido y empobreciéndose no puede seguir con soluciones de medias tintas. No hay “mejoras” como remedio (…)”.(52)

“Partiendo de aquí, las metas adquieren toda su importancia. Los puntos críticos de los que tenemos que desamarrar al país para que éste despegue con fuerza, para que crezca con vigor. Tenemos que desamarrar y cortar con la banca privada, tenemos que desamarrar y cortar con el complejo de succión de la exportación. Éstos son los aspectos principales (…)”.(53)
             
“Nosotros vamos a potencializar el estado, a usar al máximo la capacidad humana que está allí ahogada, porque vamos, a la vez, a romper los tres pilares básicos del estancamiento: latifundio, banca particular, complejo de succión de la exportación. Estos son los tres objetivos, que no son independientes entre sí, sino que conforman una unidad indisoluble. Sobre esa base se levantará el resto del edificio”.54

Esa es la base de nuestra estrategia: reforma agraria, nacionalización de la banca, nacionalización del comercio exterior. Y siempre partiendo del criterio rector, que es el hombre uruguayo” (55)

“La reforma agraria. Nuestro hombre de campo y nuestros recursos del campo, están mal utilizados. Ahogados por el latifundio, aplastados por el minifundio. Pero nuestra realidad agraria es distinta de las de otros países. Por la índole de nuestra agropecuaria, por las características de nuestra campaña, no hay un campesinado numeroso como en otras partes. Nuestra reforma agraria tiene que ser profundamente uruguaya. Para hacerla, tenemos que contar con el hombre de nuestro campo, con el trabajador rural, con los medianos y pequeños productores, que son las víctimas de la especulación bancario – latifundista –comercializadora. Tenemos así que terminar con el éxodo rural, poner técnica, la investigación, la Universidad, los conocimientos y los medios adecuados su servicio, para el país incremente su producción y su productividad”. (56)

El discurso reafirma la vía pacífica de las transformaciones radicales de la estructura económica uruguaya, contra la línea violenta defendida por el Movimiento de Liberación Nacional (Tupamaros) que había organizado una guerrilla urbana en la capital, intensificando sus acciones desde 1968, junto con otras organizaciones.

No obstante, la creación del Frente Amplio y el discurso de Seregni marcan diferencias con la estrategia elaborada, en 1958, por el PCU, sobre todo en dos aspectos: la clase obrera y el PCU como vanguardia del Frente de Liberación Nacional y la alianza obrero-campesina. El Frente Amplio nace como coalición de Partidos sin aceptar, dentro de ellos, una vanguardia y en relación al segundo punto, Seregni es muy claro en su discurso: “en el Uruguay no hay un campesinado numeroso como en otras partes”. Nuestro campo está poblado de trabajadores y pequeños y medianos productores rurales, “víctimas de la especulación bancaria, de los latifundistas y del comercio exportador”. Por eso, la reforma agraria debe ser “a la uruguaya”, expresa Seregni.

El discurso de Arismendi y del PCU se adecua a este planteo. La alianza social revolucionaria será de la “clase obrera y de las capas medias de la ciudad y del campo”, pero el Partido, en sus documentos, continuará insistiendo que el “Partido Comunista es el problema cardinal de la Revolución”. El liderazgo del proceso se verá en los hechos: en la fortaleza del Partido y su grado de influencia en las grandes masas. Para ello, el acuerdo sobre la organización del Frente Amplio, introduce la presencia de Comités de Base, que servirán de puerta de entrada de los sectores sociales que se van adhiriendo al programa y que serán el campo de captación de los partidos que son los que tienen expresión electoral y, al mismo tiempo, regular los acuerdos de cúpula de la coalición que puedan distanciarse de los reclamos de las bases. Es en estos Comités de Base donde el PCU procurará ser vanguardia que asegure el logro del objetivo estratégico establecido en el programa.

El PCU no descartaba la vía armada si la oligarquía y el imperialismo imponían una dictadura. No obstante, las condiciones del Frente Amplio y el liderazgo incuestionable de Seregni, opuesto a una respuesta armada al golpe de Estado de 1973, lo llevaron a privilegiar la unidad por encima de otra consideración.

La lucha contra la dictadura planteó la necesidad de una amplia convergencia política de los Partidos opuestos al régimen de fuerza, para aislarlo interna y externamente. El incuestionable arquitecto de esta convergencia fue, desde el exilio, Rodney Arismendi que consideró a la mayoría del Partido Nacional, dirigida por Wilson Ferreira Aldunate, como el aliado más sólido de la oposición en los partidos tradicionales. El General Seregni, que estaba encarcelado, buscó, sin embargo, esa convergencia, en sus ex correligionarios del Partido Colorado y dentro de éste, del batllismo.

Por sus conexiones dentro del Ejército, es esta alianza la que va a conducir a los Acuerdos del Club Naval, en 1984, que pusieron fin a la dictadura. El PCU debió aceptar esta salida, que era la que ofrecía mejores posibilidades para restablecer las instituciones democráticas, y, finalmente, también Wilson Ferreira debió aceptarla al ofrecerle amplio apoyo al presidente electo, Julio M. Sanguinetti, que había triunfado en elecciones recortadas y que Ferreira, proscripto y encarcelado, había considerado fraudulentas.

La concertación Nacional Programática entre los tres Partidos, Colorado, Nacional y Frente Amplio, también se inscribe en este clima. Pocos años más tarde, ante la imposibilidad del gobierno de ahogar el clamor por “Verdad y Justicia” de los crímenes de la dictadura, también se agregará a este escenario.

Los reclamos sociales en medio de una situación económica dramática, creada por la gran devaluación de 1982 y la quiebra financiera del país, fueron canalizados por el PCU a través de una flexibilización de la táctica que se expresaba en la consigna: “Movilización y concertación”. En otras palabras, la lucha y las movilizaciones no debían poner en peligro la estabilidad de las instituciones restauradas. Esta consigna fue recogida por el Frente Amplio y reiteradamente repetida por Seregni.

Para el PCU sólo podía ser una táctica transitoria porque la burguesía en el gobierno, pronto, con el apoyo del Fondo Monetario Internacional, trató de restablecer su control sobre las palancas económicas y las estructuras que el Frente Amplio había prometido “desamarrar” en 1971.
Por ello se explican los dichos de Arismendi en el Nº 95 de la Revista “Estudios” (Diciembre de 1985): “...la política económica continúa en lo esencial la que aplicó el régimen dictatorial, siguiendo las directivas del FMI”.
La situación económica del país es gravísima, derivada de la dependencia del imperialismo y de nuestra propia estructura económica caracterizada por el dominio del latifundio y un desarrollo capitalista deforme que no logró romper los marcos de la dependencia”. A continuación, Arismendi exponía los puntos principales del programa inmediato elevado a la consideración de la Conferencia del Partido: Emplear los recursos que se destinan al pago de la deuda externa, para reactivar la economía, estatización de la banca, mejora de los salarios, más fondos para la enseñanza, un plan de emergencia para la construcción de viviendas, el seguro nacional de salud y “otras medidas patrióticas”.

Pero la historia le tenía reservado un golpe muy duro a la concepción revolucionaria de Arismendi: la desintegración de la Unión Soviética y de todo el campo socialista del este europeo. Él sostenía anteriormente: “La consolidación del Estado soviético, su desarrollo económico, el triunfo de la construcción socialista, la política exterior de la Unión Soviética -en su doble aspecto: la lucha por la paz y la asistencia a los pueblos que luchan por su independencia nacional-pasan a ser un elemento inspirador y un sostén de los pueblos de Asia, Africa y América Latina. Si la revolución socialista hubiera sido derrotada (en 1920 o en 1945, RPF), todo el movimiento de los pueblos coloniales y dependientes hubiera retrocedido. El cuerpo de sus naciones permanecería como un mero objeto de reparto entre las potencias imperialistas que se lo disputarían por la diplomacia o por los cañones, o sería el despojo ensangrentado de las coaliciones momentáneas como lo fuese China después de la derrota de los “boxers”.(57)

Efectivamente, la Revolución no fue derrota ni por las intervenciones extranjeras de 1918 ni por los ejércitos hitlerianos, sino por la contrarrevolución (gestada en el interior del PCUS), vestida de “perestroika” (reestructura), en 1991.

Arismendi ya no vivía. Había fallecido en 1989, pero vio la anexión de la RDA por la República Federal, con la fuga de los Partidos Comunistas hacia la Socialdemocracia, o la disolución, y la entrega de la economía a las transnacionales. Una campaña propagandística describió a los comunistas fieles a los principios del marxismo-leninismo, como conservadores y a los revisionistas y oportunistas, como “renovadores”.

Los “renovadores” no habían inventado teóricamente nada. Simplemente volvían, en el mejor de los casos, al idealismo kantiano, propio de la pequeña burguesía (Somos todos iguales, somos todos de carne y hueso. Tenemos como guía la razón y la buena voluntad) y dando la espalda al materialismo dialéctico, que es la filosofía revolucionaria construida por Marx y Engels.

En Uruguay, con una tradición filosófica fuertemente positivista los revisionistas del marxismo-leninismo se volvieron a Spencer. Como Menenio Agripa, en la Antigua Roma, el cuerpo social es uno solo y cada sector debe ser funcional a él. No hay contradicciones –lucha de clases-sino órganos ensamblados y armonizados en el todo.

Sin embargo la pretensión de tirar a los trastos de la historia el marxismo­leninismo y, en el Uruguay, el arismendismo, ha fracasado. Guste o no, la dialéctica materialista es la única teoría científica que explica las contradicciones sociales y expone las vías para superarlas. De las tesis expuestas arriba, ha desaparecido el eslabón superior que unía, en 1971, lo particular (Revolución nacional anioligárquica y antiimperialista) con lo general convergencia de las revoluciones nacionales, con sus peculiaridades, como un proceso único cuyo objetivo es la sociedad socialista) en una época histórica concreta. Pero el mundo sigue en movimiento y el de hoy no es el de 1917, ni el de 1945, sino mucho más complejo e integrado y, en consecuencia, con múltiples contradicciones que las fuerzas revolucionarias tienen que desentrañar para elaborar la estrategia –y la táctica-que permitan proseguir su desarrollo, después del retroceso sufrido.

Ruiz Pereyra Faget
Setiembre de 2010.


Nota: Los textos en negrita y subrayados son del autor.

1 V.I. Lenin, El Imperialismo, fase superior del capitalismo (1916). Ver fuentes.
2 . K.Marx, Crítica al Programa de Gotha. Ver fuentes.
3 . V. I. Lenin, II Congreso del P.O.D.S.R. (1903). Ver fuentes.
5 V. I. Lenin, Tesis de Abril (1917). Ver fuentes.
7 Primer y Segundo Plan Quinquenal. Ver fuentes.
8 Georgy Zhukov, Mariscal de la Unión Soviética, Memorias. Ver fuentes.
9 George Kennan, El Telegrama Largo. Ver fuentes.
10 . Luis Alberto de Herrera, La Misión Ponsomby (1930). Ver fuentes. edo, “Historia de la deuda pública”. Ver fuentes)
11 . Eduardo Acev6 . Gobierno Revolucionario. Decreto sobre la tierra. Ver fuentes.
12 . José Artigas, Reglamento para el fomento de la campaña y seguridad de sus hacendadoks. 10 de setiembre de 1815. Ver fuentes.
13 . Eduardo Acevedo, Obra citada. Ver fuente.
14 . Condiciones de adminisión a la Internacional Comunista. Ver fuentes.
15 . Informe de Jorge Dimitrov en el VII Congreso Mundial de la Internacional Comunista (2 de agosto de 1935). Ver fuentes.
16 . Ibidem
17 . Winston Churchill, Discurso de Fulton. Ver fuentes.
18 . Andrei Gromiko, “Memorias”. Ver fuentes.
19 . Discurso de Nikita S. Khruschev, pronunciado en la sesión secreta del XX Congreso del PCUS, el 27 de febrero de 1957. (Ver fuentes).
20 . Rodney Arismendi, “Problemas de una Revolución Continental” (1962) (Ver fuentes).
21 . Arismendi, obra citada.
22 . Ibidem
23 . Arismendi. Ibidem.
24 . Ibidem
25 . Ibidem
26 . Arismendi. Ibidem
27 .Arismendi. Ibidem
28 . Ibidem 29 .Ibidem
30 . Lenin. Ver fuente citada por Arismendi.
31 . Rodney Arismendi. Problemas…Obra citada. Ver fuentes
32 . Arismendi. Ibidem
33 . Ibidem
34 . Ibidem
35 . Arismendi, Ibidem
36 . Arismendi, Ibidem 37 Ibidem
38 . Ibidem
39 . Arismendi, Ibidem
40 . Ibidem
41 . Ibidem
42 . Ibidem
43 . Ibidem
44 Arismendi, Ibidem
(45). Discurso de Fidel Castro “La historia me absolverá”. Ver fuentes.
46 . Fidel Castro, Ibidem
47 . Discurso del General Líber Seregni el 26 de marzo de 1971 (Ver fuentes).
48 . Discurso del General Líber Seregni. Ibidem.
49 . Ibidem
50 . Ibidem
51 . Ibidem
52 . Ibidem
53 . Discurso del General Líber Seregni el 26 de marzo de 1971. (Ver fuentes)
54 . Ibidem
55 . Ibidem
56 . Ibidem
57 . Rodney Arismendi, Problemas de una Revolución Continental. Obra citada (Ver fuentes).

Fuentes:
.Acevedo, Eduardo -”Historia de la deuda pública” Curso de Economía Política. Anales de la Universidad. Montevideo, 1895.
Arismendi, Rodney —”Problemas de una Revolución Continental” (1962 Tomo IIFundación Rodney Ariosmendi. Montevideo, 1998.
Artigas, José -Reglamento para el fomento de la campaña y seguridad de sus hacendadoks. 10 de setiembre de 1815. Reyes Abadie, W-Bruschera, O. y Melogno – El Ciuclo Artiguista, Tomo II. Editorial Medina. Montevideo, 1951.
Castro, Fidel -Discurso “La historia me absolverá”.
http://www.granma.cubaweb.cu/marti-moncada/jm01.html
Churchill, Winston -Discurso de Fulton. 5 ee marzo de 1946.
http://www.historiasiglo20.org/TEXT/fulton-churchill.htm
de Herrera, Luis Alberto -La Misión Ponsomby (1930). Montevideo, 1930.
Dimitrov, Jorge -Informe en el VII Congreso Mundial de la Internacional Comunista (2 de agosto de 1935).
http://www.marxists.org/espanol/dimitrov/1935_1.htm
Gromiko, Andrei -”Memorias”. Edición en dos tomos. El País .Madrid, 1990.
Kennan, George -El Telegrama Largo.
http://www.historiasiglo20.org/TEXT/kennan1946.htm
.Khruschev, Niñita S. – Discurso pronunciado en la sesión secreta del XX Congreso del PCUS, el 27 de febrero de 1957.
http://www.marxists.org/espanol/khrushchev/1956/febrero25.htm
Lenin, V.I. -II Congreso del P.O.D.S.R. (1903). Obras Escogidas en 4 tomos. Tomo 1. Editorial Problemas. Buenos Aires, 1946.
Lenin, V. I. -El Imperialismo, fase superior del capitalismo (1916). Obras Escogidas en 4 tomos. Tomo 2. Editorial Problemas. Buenos Aires, 1946.
Lenin, V. I. -Tesis de Abril (1917). . Obras Escogidas en 4 tomos. Tomo 3. Editorial Problemas. Buenos Aires, 1946.
Marx, Karl -Crítica al Programa de Gotha. Obras Escogidas en 2 tomos. Tomo 2. Ediciones en Lenguas Extranjeras. Moscú, 1955.
. Rusia, . Gobierno Revolucionario. Decreto sobre la tierra. Lenin, V.I. Obras Escogidas en 4 tomos. Tomo 3. Editorial Problemas. Buenos Aires, 1946.
URSS, Primer y Segundo Plan Quinquenal. Crouzet, Maurice, La Época contemporánea, en Historia General de las Civilizaciones, Tomo VII. Barcelona, 1958.
Tercera Internacional, Condiciones de adminisión a la Internacional Comunista.
http://es.wikisource.org/wiki/Condiciones_para_la_admisi%C3%B3n_a_la_Intern acional_Comunista
Seregni, Líber -Discurso el 26 de marzo de 1971.
http://www.facebook.com/note.php?note_id=94035351367
Zhukov, Georgi -Mariscal de la Unión Soviética, Memorias y Reflexiones.
http://www.pcpe-pv.org/wp-content/uploads/2010/05/Georgi-Zhukov-Memorias-y­Reflexiones-vol2.pdf
Memorias en 2 tomos. La Habana, 1962.

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