Sobre Rodney Arismendi

Rodney Arismendi fue como él sencillamente se definía uruguayo, frenteamplista y comunista. Un revolucionario de nuestro tiempo, un hombre que supo estar a la altura de la conciencia sobre las necesidades de nuestra época, asumiendo todas las responsabilidades que ello implicaba - como le gustaba al parafrasear al Che - poniendo el pellejo detrás de las ideas. Hombre que aportó a entender los caminos de la unidad en la lucha, como condición sin la cual no se podía ni se puede realizar los cambios que nuestro querido país y la patria grande necesitaba y aún necesita. Unidad de la Clase Obrera, unidad del Pueblo, unidad de los frenteamplistas, unidad de los revolucionarios honestos, unidad de los comunistas, esa fue su constante predica y enseñanza. Junto a otros grandes hombres y mujeres como el general Líber Seregni fundaron aquella hermosa fuerza que se llamó Frente Amplio y que hoy se transformó en multitud de Pueblo en marcha tras la perspectiva de ampliar la democracia política y profundizar el cambio social.

En ese proceso estamos, abriendo camino, explorando en la construcción concreta de una nueva realidad, más fraterna, más justa, de desarrollo y felicidad de nuestros pueblos.

Hoy más que nunca la vigencia de su pensamiento es insoslayable junto a tantos aportes individuales y colectivos emergentes de una práctica social, democrática y revolucionaria. Práctica que en el afán de superación nos invita a ampliar y profundizar nuestros conocimientos apelando al intercambio y a las justas conclusiones. Este es nuestro mejor homenaje.

domingo, 27 de noviembre de 2011

ACERCA DE LOS PROBLEMAS DEL PARTIDO




Versión taquigráfica del informe al Comité Nacional, producido por Rodney Arismendi -Secretario del Partido- el 17-18 de julio de 1955, y reiterado ante los activos generales del Partido de Montevideo y de los departamentos del Interior

Camaradas:
El Comité Ejecutivo y posteriormente el Comité Nacional expulsaron de las filas del Partido a Eugenio Gómez Chiribao, sorprendido en una vasta labor de provocación política y de conspiración fraccional contra el Partido. Los afiliados del Partido han expresado su solidaridad ardiente con esta medida depuradora de la dirección nacional, la cual aunque adoptada con evidente retraso, defendía la unidad del Partido y abría la lucha ideológica y política en defensa de los principios leninistas de organización y por el trazado de una línea justa que capacitara al Partido para su histórica misión de conductor de la clase obrera y el pueblo. Particularmente las agrupaciones de empresa, reunidas extraordinariamente con el más alto número de afiliados, declararon su apoyo combativo a la tarea empeñada. Los amigos del Partido hicieron llegar su solidaridad a la dirección y a los organismos del Partido.
Sólo Eugenio Gómez, hasta hace unas horas Secretario General del Partido, se opuso, primero en el Comité Ejecutivo y luego en el Comité Nacional al planteamiento político realizado y a la expulsión de su hijo; convocado nuevamente el Comité Nacional, Eugenio Gómez se negó a asistir al mismo, se negó a discutir con la dirección del Partido; se levantó contra el Partido y comenzó a enviar cartas y declaraciones a diversos afiliados y simpatizantes llamándolos a la lucha contra las decisiones del Partido. El Comité Nacional, con la firma de todos sus miembros, titulares y suplentes, decidió emplazar públicamente a Eugenio Gómez a asistir al Comité Nacional a discutir con el Partido sus actitudes y responsabilidades. (1)
1) Hoy nadie se engaña acerca de quién era Gómez Chiribao y nadie duda de la veracidad de las denuncias formuladas ante el Comité Ejecutivo y el Comité Nacional y de las cuales informáramos al activo de Montevideo hace dos días.

CAPITULO I


El plan del enemigo tendiente a destruir el Partido


Pero el Partido quedaría a mitad del camino si luego de esta medida depuradora y del primer análisis político, no entrara a examinar con más profundidad, su situación política, ideológica y orgánica, a fin de determinar las causas que permitieron a un provocador escalarlos más altos puestos en la dirección del Partido y que la propia Secretaría General pudiera transformarse en un centro de conspiración contra el Partido.
No son sólo y primordialmente problemas de métodos de trabajo los que han creado esta situación en el Partido; son profundos problemas de carácter ideológico los que han conducido al estancamiento del Partido y a su separación de las masas. Es sobre este fondo que ha podido crearse la situación que afrontamos.
La dirección del Partido no reaccionaría de sus errores, no reaccionaríamos individualmente cada uno de sus integrantes, si no procuráramos descarnar esas causas sin temer a medir a la vez nuestra pesada responsabilidad, a fin de poder corregir los defectos y abrir paso a las soluciones de fondo que el Partido necesita.
El retraso en el desarrollo del Partido y del movimiento de masas, no obstante las condiciones excepcionalmente favorables - tanto en el plano internacional como nacional- obedece, en primer término, a la ausencia de una línea marxista consecuente del Partido frente a los problemas capitales de la vida económica social y política del país; pero, a la vez es visible que ha venido desenvolviéndose un plan del enemigo imperialista dentro del Partido, orientado a destruirlo, a cortar sus vínculos de masas, a impedirle se trazara una línea política correcta a la luz de la experiencia comunista internacional. Hoy está probado, por la documentación que posee el Comité Nacional, que este plan tiene largos años y que tanto en el montaje de núcleos fraccionales como en la provocación contra los fundamentos ideológicos del Partido, estaban comprometidos personalmente no sólo Gómez Chiribao, sino también Eugenio Gómez.
Es menester plantear al Partido la situación con toda franqueza. El Comité Nacional afirma que este plan provocativo contra el Partido lo ha dañado profundamente; ha impedido cosechar para el Partido como correspondía, los frutos del esfuerzo abnegado de nuestros militantes de base y de dirección en defensa de los intereses de la clase obrera y del pueblo; ha alejado al Partido de las masas dificultando la labor que los comunistas realizamos en el Sindicato, en el movimiento popular, en el Parlamento y en los cargos municipales, esfuerzo que tantas conquistas ha aparejado a los trabajadores y a todos los sectores patrióticos de la población.
Es que todo el filo de este plan de provocación política apuntaba a cercenar los vínculos del Partido con las masas; y a impedir el desarrollo de un poderoso movimiento democrático de liberación nacional.
Con los más variados pretextos, y a pesar de la voluntad de paz de nuestro pueblo expresada en  miles de firmas por la prohibición de las armas atómicas, se trabó el esfuerzo que debemos desempeñar los comunistas en favor del desarrollo del movimiento de Partidarios de la Paz, el más amplio de todos los movimientos democráticos de masas.
De la misma manera se asfixió el movimiento femenino, imprescindible para movilizar, organizar y educar a las grandes masas de mujeres en la brega por la paz y la democracia.
Se paralizó la labor unificadora de la joven generación; se disolvió la organización de la Juventud Comunista y se trabó de este modo el proceso de educación revolucionaria de los jóvenes en negación abierta de toda la experiencia internacional.
Gracias al trabajo sacrificado de camaradas del Partido y de militantes de los Sindicatos, el movimiento sindical  conserva fuerzas poderosas, a pesar de todas las trabas sectarias y oportunistas con que se ha procurado impedir su desarrollo y, a pesar de que Gómez y Gómez Chiribao instauraban el método de la persecución y los malos tratos como norma para los cuadros del movimiento obrero.
El trabajo en el campo y la labor tenaz por forjar la alianza obrero campesina, constituyen, de acuerdo a las enseñanzas leninistas, la principal base social del movimiento democrático de liberación nacional, de la revolución democrático-burguesa y de esa revolución en los países semicoloniales y dependientes, no obstante, el Partido en el Interior del país, particularmente en el campo, fue abandonado a su suerte por años, sin ninguna ayuda efectiva y sin un estudio profundo y programático de los problemas del campo.
Este plan contra el Partido, que fue aplicándose paulatinamente, sin que la dirección en su miopía política advirtiera su alcance -ya que distintos miembros de ésta se le opusieron solamente en aspecto fragmentarios y parciales- se dirigía a reducir la influencia de masas del Partido porque procuraba destruir el Partido. Con su larga historia de luchas, inspiradas en el Partido Comunista de la Unión Soviética, con la probada devoción de nuestros militantes a la causa obrera y popular, con las conquistas reivindicativas y políticas logradas por esfuerzo de nuestros camaradas en sus distintos puestos de lucha, el Partido debía crecer y desarrollarse; no obstante, la destrucción sistemática de la organización del Partido realizada directamente por Gómez Chiribao ha estrechado el número de afiliados al Partido, ha reducido el activo de cuadros; ha arrinconado los viejos cuadros, menospreciando su experiencia y su probada devoción comunista, mientras no se formaban nuevos cuadros a no ser de manera aislada, o por propia iniciativa. Se ha realizado, a la vez, un ataque sistemático al nivel ideológico del Partido y a su política de educación: una y otra vez, el Partido ha construido sus cursos, ha puesto en marcha una política de educación; una y otra vez fue acorralada o suprimida con variados pretextos.
Para poder cumplir esta obra destructora contra el Partido, se pisoteó la democracia interior, transformando en delito "de lesa majestad" la crítica a un degenerado como Gómez Chiribao o la justa protesta del Partido contra las insuficientes y errores de la dirección.
Y como fundamentación ideológica de este plan, Eugenio Gómez infiltró el nacionalismo burgués en el Partido, a pesar de las declaraciones internacionalistas que pretendían encubrirlo. De este modo, se enfrentó con soberbia las tareas del Partido a las experiencias del Partido Comunista de la Unión Soviética, cargadas  de enseñanzas para todo el movimiento comunista y obrero mundial. Y se creó un clima de guerra civil con los Partidos hermanos del continente, pretendiendo sumir al Partido en la suficiencia nacionalista, coronada por el culta de la infalibilidad del jefe.
Estos hechos que crudamente planteamos ante el Comité Nacional y que plantearemos ante el Partido, muestran en conjunto toda una etapa del trabajo del enemigo en la dirección del Partido; sería muy tonto pensar que estos hechos pueden ser fruto del azar o del resultado de la incompetencia de determinadas personas. El montaje sistemático de grupos de estructura fraccional, de disciplina autoritaria superpuesta a la disciplina del Partido, que han venido realizando Gómez y Gómez Chiribao, servían a los objetivos políticos denunciados. Poco veríamos como dirección del Partido ,  si no comprendiéramos que esto constituye un antiguo plan de paralización y de destrucción del Partido, que ha podido marchar tanto tiempo a causa de nuestra falta de vigilancia, por nuestra ausencia de seguridad y valentía políticas y por nuestro atraso ideológico como dirección de Partido.
2) Se trata de un antiguo plan contra el Partido ejecutado por Gómez Chiribao; pero prohijado directamente por Eugenio Gómez, como surge claramente, ahora, de las declaraciones de distintas personas involucradas en los núcleos y aparatos fraccionales.
Las raíces de este plan contra el Partido pueden localizarse al terminar la segunda guerra mundial. De las declaraciones de los involucrados surge que el primer grupo -rigurosamente secreto para el Partido y que establecía obligaciones fraccionales- fue formado por Gómez Chiribao, con conocimiento de Gómez, a fines de 1946 y principios de 1947. En sus filas participaba un policía descubierto luego de los sucesos del Trocadero. Al terminar la segunda guerra mundial, el Partido había crecido y se había desarrollado un poderoso movimiento democrático y obrero de masas en el país. La heroica gesta soviética y los cambios históricos aparejados por la derrota del nazismo y del militarismo japonés, alentaban la lucha de la clase obrera y el pueblo uruguayo. La influencia de masas del Partido se acrecentó hasta culminar en el triunfo electoral de 1946. Surgieron numerosos cuadros y afluyeron al Partido millares de trabajadores llenos de entusiasmo, dispuestos a educarse en los principios inmortales del comunismo. En el interior del país creció el Partido y se puso en marcha el movimiento obrero, campesino y democrático en general.
Conmovido por el heroísmo de la Unión Soviética y el combate internacional contra el nazismo, nuestro pueblo forjó el movimiento democrático más amplio de toda su historia política: el movimiento de ayuda a la URSS y a las Naciones Aliadas. El movimiento juvenil había encontrado los caminos de la unidad democrática. El movimiento femenino inquiría audazmente en busca de las formas adecuadas para un  movimiento democrático y sin sectarismos.
Había surgido un poderoso movimiento sindical de masas. En el campo, nuestros militantes con hombres de los más diversos sectores organizaron la Federación Agraria Nacional. Y si bien el Partido no poseía un programa agrario radical bien estudiado y consecuente, inspirado en las enseñanzas leninistas, nuestros afiliados del interior unían a los campesinos en la lucha reivindicativa y agitaban con fervor el justo principio de la entrega de tierra a los campesinos y peones.
Se abrían ante el Partido grandes perspectivas a condición de que este fijara con claridad sus objetivos programáticos y realizara una combativa y perseverante labor de movilización, educación y organización de las masas y a la vez, de afianzamiento ideológico y orgánico de sus filas.
Las desviaciones browderistas en que había incurrido el Partido, en determinados aspectos de su actuación durante la guerra, debieron analizarse críticamente a fin de educar y armar al Partido y a las masas frente a los días de dura brega que se avecinaban. Por ejemplo, el libro de Eugenio Gómez: "Los grandes problemas de la Economía Nacional" es una síntesis de algunas de las deformaciones browderistas más crudas en que incurrió el Partido. Calificaba así la "época" que vivimos como "de cordial entendimiento, particularmente con los EEUU, para recibir su colaboración en máquinas, para desarrollar todas las industrias e impulsar con una técnica avanzada la producción en el campo2.
Se negaba así la teoría de Lenin acerca del imperialismo, se edulcoraba el contenido de la política del imperialismo yanqui y se creaba falsamente la ilusión de que los monopolios del dólar iban a ayudar a los pueblos de América Latina a su desarrollo económico o sea a fortalecer tendencias a la liberación nacional.
El análisis autocrítico de esas deformaciones hubiera permitido al Partido ahondar en los fundamentos ideológicos de su actuación y lo habrían capacitado para las batallas que se avecinaban.
La decisión con que el Partido combatió en la fábrica, en las calles, en la prensa y en la tribuna parlamentaria al imperialismo yanqui al terminar la guerra y comenzar éste a desarrollar su Plan Truman de militarización continental, no invalida nuestra afirmación de que el no esclarecimiento autocrítico de los errores ideológicos cometidos constituyó una seria traba para la elaboración de una línea correcta. Y es, precisamente, en esos momentos que recrudece toda la faena de provocación política del imperialismo yanqui y sus agentes nativos contra los Partidos Comunistas y el movimiento obrero, democrático y de liberación nacional en el Continente.
Al terminar la guerra, el imperialismo yanqui, enfilado a su política de conquista del mundo, lanzado a la creación de un clima de sobresalto bélico y de prepotencia atómica, dedicaba una atención especial a América Latina. Dentro de los planes mundiales de la oligarquía del dólar, América Latina debía ser una vasta colonia; cantera de carne de cañón; sometida fuente de materias primas y mercado monopolizado de productos yanquis; coto privado para la cacería de elevados beneficios para los monopolios del dólar, y costas y territorios estratégicos a la orden de los planes belicosos de Wall Street.
Pero en el camino de los planes del imperialismo yanqui, se alzaba como un obstáculo principal, un vasto movimiento de masas de carácter democrático desarrollado en la batalla contra el nazismo; el movimiento obrero se había fortalecido y los Partidos Comunistas se habían desarrollado en todo el Continente. Es entonces, que el imperialismo yanqui desata la represión y los golpes de Estado a través de sus agentes y aliados de las clases dominantes de cada país, combinados con el esfuerzo por dividir el movimiento obrero y paralizar, por la provocación política, a los Partidos Comunistas. Junto a la campaña desenfrenada de prensa y radio contra el comunismo, los "agregados" norteamericanos, procuran reclutar sus agentes en el movimiento obrero, entre los intelectuales, entre las diversas actividades de la vida social y política. A través de sus agentes en los gobiernos de América Latina, promueven leyes represivas, pero la atención principal se centra sobre la provocación política, aprovechando la debilidad ideológica y la falta de una verdadera madurez marxista-leninista de algunos Partidos como el nuestro.
La provocación política se extendiendo a todos los países. Al golpe de González Videla, se une la provocación del grupo Reinoso, instalado en puestos de dirección del Partido de Chile, sostenedor de teorías "putchistas, negador de la lucha de las masas y organizados, con métodos muy parecidos a los descubiertos ahora en el Uruguay, del "fraccionamiento" del Partido Comunista chileno.
En Brasil se organiza la cacería y la persecución brutal contra Prestes, esa figura de América, mientras se procura formar un grupo liquidacionista en el Partido. En la Argentina se forma la fracción de Puigross, expulsado por sostener la claudicación frente al peronismo. En Venezuela se forma un grupo provocador con la participación del entonces Secretario General del Partido, descubierto después y expulsado, que alternaba los métodos de provocación política y de corrupción, etc.
La provocación política apuntaba en una dirección: impedir que los Partidos Comunistas se trazaran una línea correcta y que encabezaran un gran movimiento democrático de liberación nacional: que situaran, con sagacidad táctica y no sólo en algunas consignas, al imperialismo yanqui como su enemigo principal; que desenvolvieran las condiciones de masas y organizaran un combativo movimiento por la paz, la independencia nacional y la libertad frente a los colonizadores del dólar; que desarrollaran el Partido, tanto desde el punto de vista numérico, como primordialmente, del punto de vista de su vigorización ideológica y orgánica, de la maduración de sus principales cuadros.
Es, dentro de ese período que analizamos, que Gómez sitúa a su hijo en la dirección del Partido. ¡Un hecho increíble que no hubiera ocurrido en ningún Partido relativamente maduro!
Para cumplir esos planes disuelven la Juventud Comunista. Sólo algunos miembros del Comité Nacional nos opusimos a la medida; pero ni vimos el plan que ponía en marcha esa disolución.
La disolución de la Juventud Comunista echa el primer jalón en esa ruta liquidadora de los movimientos de masas, imprescindibles para que el Partido sea, realmente, la vanguardia de la clase obrera y el pueblo. Hoy se sabe, como ya lo dijimos, de acuerdo a las declaraciones de las personas implicadas que por esa fecha se formó el grupo secreto dentro del Partido, capitaneado por Gómez Chiribao con conocimiento de Gómez.
El liquidacionismo de las organizaciones de masas se va produciendo paso a paso. Los movimientos de ayuda habían reunido a millares de personas en una gran columna democrática de mucha amplitud: se dificulta su transformación, hasta que se van agotando, marchitando, y se abandona así a las masas que hasta ayer voceaban fervorosas el nombre de la Unión Soviética, a la "guerra fría" propagandística de la prensa y la radio al servicio del imperialismo yanqui. Se deja destruir sin medidas de clase alguna, la Federación Agraria Nacional, la primera organización de campesinos. Y mientras se debilitan el apoyo y la preocupación del  Partido por los grandes movimientos de masas, se va paulatinamente liquidando los medios propagandísticos del propio Partido. Se pretextan las dificultades financieras reales, para liquidar DIARIO POPULAR y otros instrumentos de orientación y movilización de masas, inflando a la vez los llamados "gastos organizativos" internos. En torno al Partido se reunió un importante sector de los intelectuales. La Exposición de los intelectuales demostró la influencia y la fuerza del Partido. Se fue dispersando a los intelectuales, se quitó el apoyo a su trabajo y las discusiones de carácter ideológico iniciadas auspiciosamente, fueron sustituidas por el tratamiento irresponsable y el menosprecio ignorante de un Gómez Chiribao.
En las formas de organización del Partido se introduce una multiplicidad de organismos intermedios tales los  Itadiales y los Regionales que separan los cuadros del trabajo directo con las masas, que impiden la educación y asimilación de los afiliados nuevos y alejan la dirección de la base. Cuando se constituyen los Radiales y Regionales, millares de trabajadores venían al Partido. En vez de establecer una escalera de organismos intermedios, el Partido debió haber aproximado los cuadros de dirección a la base, particularmente a los grandes centros obreros. Se debió enviar buenos y experimentados cuadros políticos y organizadores a dirigir las agrupaciones de las grandes empresas y a trabajar con el Partido en el Interior.  Las discusiones de 1953 obligaron a disolver esos organismos, no obstante, Gómez, se negó a incluir el análisis autocrítico de ello en su informe, e impidió  así que el Partido extrajera la experiencia necesaria de tan perjudicial error.
Hoy sabemos que en la época de la adopción de esas medidas organizativas, también se comenzó a establecer la doble disciplina en el Partido a través del llamado "frente de organización". Los cuadros que se tomaban para esos trabajos fueron contrapuestos a los otros cuadros del Partido; ya no respondían a la organización del Partido, sino personalmente, a Gómez y a su hijo.
Este plan siguió desenvolviéndose en el Partido, con gran responsabilidad de toda la dirección, que no supo verlo, ubicarlo y reaccionar contra él. Pero tomó cuerpo particularmente desde 1948, cuando Gómez volvió de Europa.
Se producen entonces, en el Partido, dos procesos paralelos: Primero la deformación total de lo que debe ser una discusión dentro del Partido. A partir de 1948, el Partido no discute cómo va a ir a las masas; el Partido no discute cómo va a desarrollar su prensa; el Partido no discute como va a hacer una política de cuadros; el Partido no discute como va a traer nuevos afiliados; todo el Partido se golpea el pecho colectivamente, declamando que es víctima de "teorías de retroceso" bajo la "presión ideológica del enemigo". De este modo lograban que los ojos del Partido, en lugar de estar volcados hacia la masa, miraran hacia adentro, en una especie de introspección psicológica, que significaba la destrucción de los cuadros, el enfrentamiento de estos, el encerramiento del Partido y la negación del criterio leninista de la autocrítica.
Segundo: Ese proceso, se acompaña con la separación paulatina de Eugenio Gómez del Partido y de las masas. El que muchos años atrás fuera dirigente sindical, establece que la condición del dirigente de un "partido grande" debe ser una vida señorial. Una vida similar a la de los representantes de la burguesía. Que su tarea de dirigente del Partido, no está en hablarles a los obreros para explicarles la línea, en formar cuadros del Partido, en trabajar con el Partido, en ir a las agrupaciones, en ocupar la tribuna de combate en todos los lugares. Sino que tiene que estar lejos de la masa y del Partido, elucubrando determinados informes, que cada 3, 4 o 5 meses se comunican al Partido, y son base de una nueva discusión torturante.
En ese período se impulsa la guerra civil contra los partidos hermanos del continente. El enemigo no es el imperialismo norteamericano, sino que se difunden rumores acerca de lo que dice el Partido Argentino, el Chileno, el Brasileño, o el Partido Español; se enfrenta así la fraternidad proletaria de los partidos y se mina la necesidad de un frente común contra el enemigo común, el imperialismo norteamericano y las oligarquías semifeudales, clima éste de raíces nacionalistas, que abre el camino de la provocación en las filas de la unidad comunista. Y se acentúa, como lógica consecuencia, la siembra del nacionalismo. Se glorifican las tradiciones nacionales, confundiéndolas, al margen de la teoría de la lucha de clases, con los principios marxistas-leninistas y enfrentándolas objetivamente al internacionalismo proletario.
Para poder cumplir más fácilmente esta obra destinada a destruir el Partido, Gómez liquidó toda forma de trabajo colectivo, de democracia interior, toda norma estatutaria. Introdujo en el Partido el método de levantar unos hombres contra otros, de rebajar el nivel ideológico del trabajo de dirección. Al margen de los aparatos regulares del Partido introdujo la práctica viciosa del enfrentamiento de los cuadros e hizo de la Secretaría General un cargo por encima del Partido. Todo ello, revestido por un culto desenfrenado de la personalidad del Secretario General, ajeno a la teoría y a la práctica del marxismo-leninismo, que enseña que la historia la hacen las masas, y que su conductor es el Partido y no hombres aislados colocados por encima del Partido.
¡Cuál no será, empero, la vitalidad del Partido, la abnegación de sus militantes, para que golpeado sistemáticamente y de esta manera, por una conspiración situada en su más  alta dirección, haya obtenido tan grandes conquistas para la clase obrera y el pueblo!
Hoy es visible y coherente este plan de provocaciones políticas. Este plan se fue procesando en forma artera, manejado con astucia a través de un largo período, pero ni su desarrollo paulatino, ni la astucia con que fuera realizado, justifican que no lo hayamos advertido antes los demás integrantes de la dirección del Partido. Acerca de ello tenemos una gran responsabilidad los dirigentes del Partido. Responsabilidad individual y responsabilidad colectiva; todos y cada uno tenemos una gran responsabilidad por no haber visto a fondo lo que estaba pasando. Hemos incurrido en falta de vigilancia, en falta de hondura en el estudio de los problemas, en verdadera miopía política cuando frente a determinados hechos no extrajimos las necesarias conclusiones de fondo y, luego, cuando fuimos advirtiendo su gravedad, retrasamos su denuncia; incurrimos pues, en falta de valentía política para enfrentarlos y combatirlos y establecer antes la lucha abierta como lo hemos hecho ahora en el Partido. Por lo demás, es visible que todos hemos incurrido, de alguna manera en el juego de desviaciones políticas, con que los Gómez han procurado aislar el Partido de las masas para disgregarlo. Contra ello ha reaccionado enérgicamente el Comité Nacional del Partido y reacciona hoy con vigor e incuestionable salud política todo el Partido.
La discusión franca y abierta acerca de los errores políticos cometidos y la autocrítica de la dirección del Partido, abrirá, estamos seguros una nueva y fértil época para el Partido.

CAPITULO II


El Partido debe tener un programa


1) Desde la tribuna del XIX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, en su histórico discurso, el camarada Stalin señalaba que los Partidos Comunistas debían asumir su función rectora, enarbolando con mano firme la bandera de la soberanía y de la democracia.
Para poder cumplir esa misión nuestro Partido debía de tener una clara orientación programática, que lo capacitara para unir a las mayorías de la población del país, encabezada por la clase obrera, en la brega contra el imperialismo yanqui, primordial enemigo de los pueblos de América Latina, y contra la oligarquía de terratenientes y grandes capitalistas a su servicio.
Ante el Partido se abrían posibilidades inmensas. Los sucesos internacionales señalaban el fortalecimiento del campo de la paz, de la democracia y del socialismo, encabezado por la Unión Soviética. La Unión Soviética en el lapso que analizamos, restauró las crueles heridas de la gran contienda; demostró nuevamente en la experiencia de la paz, como en los heroicos días de la guerra, la superioridad del régimen socialista sobre el régimen capitalista, y puso proa audazmente hacia el comunismo.
Con sus realizaciones internas y con su indeclinable política internacional de paz, la URSS prácticamente se dirigía al corazón y al cerebro de todos los trabajadores del mundo, con los irrefutables argumentos de sus hechos, que lo único que se necesitaba era que los hiciéramos llegar a las masas para que estas las recogieran como suyos, rodeando a nuestro Partido y engrandeciéndolo. En ese lapso, asistimos a acontecimientos tan fundamentales  como la revolución china, el más importante suceso histórico universal luego de la Revolución de Octubre. ¡Se alineaban 600 millones de seres en el más grande país semicolonial de la tierra, en el camino de las ideas de Marx, Engels, Lenin y Stalin! Las Democracias Populares de Europa afianzaron su economía y echaron las bases o iniciaron la construcción del socialismo.
En todo el mundo se levantaban combativos y heroicos Partidos Comunistas de millones de hombres enfrentando a los incendiarios de una nueva guerra y alineado a los pueblos de Europa y Asia en la lucha por la paz, la independencia nacional, la democracia y la defensa de los derechos y reivindicaciones de los pueblos.
Millones de hombres, de mujeres, de jóvenes de todas las ideas y condiciones sociales se alzaban en el gran movimiento de Partidarios por la Paz, en las acciones de la unidad femenina y juvenil. El movimiento sindical internacional se fortaleció. A pesar de todas las provocaciones y de los inmensos peligros de guerra, la política de paz de la URSS, la política de paz del campo de la democracia, obtenía victoria tras victoria haciendo caer como un espantajo ridículo, ante los ojos del mundo, toda la campaña mentirosa del imperialismo yanqui. En Ginebra, se lograban soluciones primero a Corea y luego a Indochina. Los pueblos de Asia, inspirados en los 5 principios, formulados por China y la India que coinciden perfectamente con la tradicional política de paz de la URSS, se unían por encima de regímenes políticos en la conferencia de Bandong, congregando a 1400 millones de seres en un pronunciamiento anticolonialista y por la paz. La solución, a iniciativa  soviética del caso de Austria, demostraba que el camino de las negociaciones era la única ruta correcta para la solución de los conflictos internacionales. En Varsovia se unían en defensa de la seguridad de Europa los países del campo democrático. Con su delegación a Yugoeslavia, la URSS demostraba ante el mundo que por encima de la histeria de guerra, de la preparación de la guerra de los círculos belicosos de EEUU, el camino de las negociaciones, el de los 5 principios, de la coexistencia pacífica, se extendía y se abría paso.
¡Cuando esta actuación consecuente de la URSS y de los países del campo democrático y la reclamación de paz de millones de hombres en toda la tierra han determinado la reunión de los 4 Grandes en Ginebra; cuando en el plano internacional se desarrollaba una política firme y sistemática para cercar a los incendiarios de la guerra y aglutinar a todas las fuerzas amantes de la paz!
Cuando en el campo nacional, la política del imperialismo yanqui, de estrujar al país y colonizarlo, y atarlo al campo de la guerra ha ahondado la crisis de tal manera, que ha levantado fuerzas cada vez más poderosas contra él. Fuerzas que se yerguen buscando soluciones, soluciones a través del comercio con la URSS, soluciones en la lucha por la paz, soluciones de resistencia a la política colonizadora del imperialismo, soluciones que expresan tal voluntad de las masas, que se están reflejando frente al gobierno, y lo impulsan a anunciar el nombramiento de ministro en la URSS, paso fundamental para restablecer relaciones normales con la Unión Soviética.
En momentos de una gran radicalización de la clase obrera, que busca el camino de la organización, que está ahí para que la dirijamos en la lucha, para que la eduquemos en los principios revolucionarios, para encabezar con su unidad y en alianza con los campesinos el gran movimiento democrático de liberación nacional. Para que se levanten poderosos sindicatos y se creen condiciones para la plena unidad de la clase obrera.
La crisis profunda de toda la estructura semicolonial y semifeudal del país, conmueve profundamente a la abrumadora mayoría de la población del campo. La política esquilmadora de precios de los imperialistas yanquis y el creciente monopolio de la tierra por un puñado de grandes terratenientes, sacude a grandes masas del campo. No son sólo los peones, los trabajadores agrícolas, los campesinos pobres los que han sido llevados a una situación desesperada y procuran caminos de salida: grandes sectores de campesinos pequeños y medios, e inclusive de campesinos ricos alzan su protesta ante la colonización yanqui y la usura del pequeño núcleo de grandes terratenientes, dueños del 40% de las tierras del país.
Expresan su descontento y esperan soluciones las capas medias, acogotadas por la carestía, por la crisis, por los impuestos, por toda una política de la oligarquía dominante al servicio de la colonización yanqui, que ha conducido al país a la actual situación. Lo hacen diversos sectores de la burguesía nacional, es decir, de aquellas capas no entregadas al imperialismo estrujadas por el "dumping" norteamericano, golpeadas por la ausencia de utilajes y materias primas, para reconstruir esas industrias y desarrollarlas; industrias semiparalizadas y sin perspectivas por la estrechez del mercado interno, por el predominio de las trabas feudales y de la deformación de la economía sometida al imperialismo yanqui.
Exteriorizan su inquietud y procuran caminos, capas considerables de intelectuales, de hombres de las capas medias, de maestros, de profesores, de gentes que integran grandes masas, tomados en la tenaza de la inseguridad económica y de la ausencia de perspectivas claras para el desenvolvimiento social y cultural del país.
Las condiciones económicas, sociales y políticas del país reclamaban del Partido un programa claro y un objetivo definido, que lo capacitaran para unir a todo el pueblo, desenvolver los más diversos movimiento democráticos y poner en marcha así por todos los caminos, el Frente Democrático de Liberación Nacional.
Pero frente a toda esta situación favorable, mientras se charlaba sin control de perspectivas, el Partido retrocedía o se estancaba, se le separaba de las masas, y no se realizaba una gran política de fondo, tal como surgía de las experiencias del XIX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, sepultadas por más de 2 años en el interior de la dirección del Partido y saboteados de todas maneras.
¿Qué surgía de las experiencias del XIX Congreso, esas experiencias que no quiso aceptar nunca, que no quiso discutir a fondo, ni trasmitir Eugenio Gómez?
Era perentoria la necesidad de que nuestro Partido estudiara en la realidad objetiva del país, en sus relaciones de producción y en el alineamiento en consecuencia de las clases sociales sobre el escenario nacional, los caminos de la unidad de todo el pueblo para poner en marcha el movimiento democrático popular de liberación nacional. Era menester, con una perspectiva clara, pasar a construir por las más diversas rutas de la lucha y de la organización, el Frente Democrático de Liberación Nacional, cuya base es la alianza obrero-campesina, pero que debe abarcar a todas las clases y capas sociales no entregadas al imperialismo; Democrático, porque apunta contra las trabas feudales del campo y engloba en su plataforma todos los postulados del desarrollo democrático de la economía y de la vida social y política del país; de liberación nacional, porque su golpe se dirige contra el imperialismo norteamericano, colonizador principal de la República y organizador de la guerra. Con una línea firme, orientada a la unificación de todo el pueblo, nuestro Partido debía a la vez fortalecerse ideológica y orgánicamente, para poder cumplir su función rectora de todo el movimiento democrático popular. Esta orientación, que ha dado grandes éxitos a otros Partidos, fue escamoteada deliberadamente al Partido Comunista del Uruguay.
El trabajo del enemigo, ejecutado en los aspectos más bajos por Gómez Chiribao hacía estragos en el Partido; pero fue Gómez personalmente quien maniobró de todas maneras para esconder estas experiencias y no profundizar en los problemas básicos de la línea porque ello pondría violentamente de relieve todo el alcance de la provocación.
Nuestro Partido carecía de una línea totalmente correcta. Es decir, de un programa que expresara en sus rasgos esenciales el contenido de la revolución democrático-popular de liberación nacional, y que nos otorgara en consecuencia, la orientación fundamental de la acción del Partido. Stalin enseña que el programa debe reflejar las condiciones objetivas del desarrollo histórico en una fase determinadas, condiciones reveladas por la teoría; el programa debe comprender por lo tanto los elementos sustanciales de la línea del Partido y de él debe derivar el plan estratégico y táctico de la revolución y la línea táctica en cada período.
La ausencia de un programa correcto constituye un elemento de confusión en la política general del Partido.
Los planteamientos del Partido acerca del carácter de la revolución en el país no son acabados y, por lo tanto, no poseen la certeza y consecuencia necesarias, como para transformarse en una herramienta de la lucha concreta en todos los campos de la actividad obrera y popular. Desde luego, en numerosos documentos del Partido se inserta la definición de la etapa revolucionaria como antifeudal y antiimperialista y, esta definición en sus rasgos muy generales es correcta; pero de esa afirmación general no se desprende una línea consecuente y acabada para el Partido.
En vez, nuestro Partido posee retazos de línea, grupos de afirmaciones, de postulados y consignas muchas de ellas justas; pero que alternan con imprecisiones y errores sectarios y oportunistas. "Que hay que luchar contra la carestía". "Que debemos combatir por relaciones comerciales y culturales con la URSS". "Que debemos luchar contra el tratado militar", etc. ¡Es claro que todo esto es justo y que seguirá siendo justo! ¡Y son consignas centrales de la lucha del Partido y de las masas! Pero son retazos, girones de línea, o consignas agitativas como el llamado "programa de siete puntos" que expresa una serie de "slogans" más o menos justos, pero que no pueden ser el fundamento de una política profunda, derivada del análisis de la realidad económico-social y política del país, en el marco de la correlación de las fuerzas en el continente y en el mundo.
¿Es que acaso hemos estudiado a fondo y nos hemos formado un criterio coherente, a la luz del marxismo-leninismo, de las experiencias de la gran revolución china, revolución que es el modelo, en sus grandes líneas para todos los países coloniales y dependientes?
¿Es que hemos elaborado un criterio coherente, a la luz de las experiencias de la revolución rusa de 1905, analizada profundamente por Lenin, y por el estudio de su gran obra "Dos tácticas", para aplicarla a las condiciones de los países coloniales y dependientes?
¿Es que tenemos una política seria, producto del estudio de las condiciones objetivas nacionales y del estudio de lo mejor de la experiencia internacional?
¿Es que hemos procurado, realmente, y no a través de todos esos folletos que repiten año a año que "la dirección concilia, que hay perspectivas pero que la línea no se aplica", aplicar el marxismo a la realidad nacional para extraer una línea coherente para el Partido; una línea firme y clara establecida en un programa del Partido, del cual parte una política definida para todas las capas sociales de la población: una directriz estratégica y táctica del Partido e indicaciones tácticas concretas que permitan el desarrollo de la labor de masas de los organismos del Partido?
Evidentemente debemos decirlo con toda franqueza, esto no se ha hecho.
¿Qué programa tenemos? Tenemos aquí, sobre la mesa el famoso "programa de agosto de 1952", que en el informe de setiembre de 1953, "el camino de la victoria", Eugenio Gómez, luego de ocultar las experiencias del XIX Congreso del Partido Comunista de la URSS, lo señala como un modelo y dice -¡poco menos!- que Stalin y el XIX Congreso escribieron para darle la razón al informe de agosto. El programa de agosto, es una recopilación de reivindicaciones y de consignas, de carácter político, social y económico, muchas de ellas justas, pero no un planteamiento de fondo de los problemas cardinales de la etapa revolucionaria derivado del estudio objetivo de la realidad nacional.
De este modo, el Partido podía desenvolver un conjunto de luchas parciales, podía batirse por determinadas cosas justas, podía combatir muchos hechos de la penetración yanqui en el país, podía plantear en su propaganda o en su prensa postulados relacionados con el combate obrero y popular, etc.; pero no podía encarar hasta el fin y en forma consecuente la histórica tarea de unir a todas las fuerzas del pueblo contra el imperialismo yanqui y sus aliados y servidores de la oligarquía terrateniente y gran burguesa.
Ilustraremos esta aseveración con el examen del planteamiento de algunos grandes problemas:
1) De este modo, si bien en los informes de Gómez se habla de que el enemigo principal es el imperialismo yanqui, ello no va acompañado de un encaramiento claro y a fondo que corresponda con esa afirmación.
Ni los postulados programáticos son consecuentes al respecto, ni las correspondientes tareas se encaran por lo tanto, al servicio de una política llevada hasta el fin, con el propósito de golpear y derrotar ese enemigo  principal.
Es necesario que el Partido tenga una línea clara. Concentrada contra el imperialismo yanqui: ello no significa solamente luchar contra determinados hechos de la penetración norteamericana, sino encarar esa lucha de modo consecuente a través de objetivos programáticos que permitan golpear y aislar a los colonizadores del dólar, aglutinar frente a ellos a todas las capas del pueblo y neutralizar a otras fuerzas cuyos intereses le son antagónicos.
Es necesario una política capaz d unir el 90% de la población del país frente al imperialismo yanqui y a sus agentes nativos.
Para llevar a cabo esta orientación táctica, debemos saber utilizar las propias contradicciones interimperialistas estudiadas particularmente por Stalin en "Los problemas económicos del socialismo en la URSS".
Política consecuente y homogénea, que diferencie de modo categórico la posición frente a las empresa inglesas o de otras nacionalidades y ante las norteamericanas. Con razón dice el camarada Prestes refiriéndose a estos problemas en relación con la situación brasileña. "concentrando el fuego contra los imperialistas norteamericanos, el programa tiene en cuenta la gran lección de estrategia y táctica leninistas, que manda golpear a los enemigos uno a uno y saber converger el fuego en cada momento contra el enemigo principal y más poderoso.  Como enseña Stalin, no conviene jamás sobrecargar la revolución con todas las tareas de una vez. Tómese además en cuenta la actual situación mundial del campo imperialista, donde las contradicciones entre los países capitalistas y de ellos con los Estados Unidos como enseña Stalin, tienden siempre a crecer. Existen posibilidades reales de utilizar tales contradicciones, si sabemos concentrar el fuego sobre el enemigo más fuerte, el imperialismo norteamericano, y abrir para los demás monopolios imperialistas, unas perspectivas de entendimientos y acuerdos. Tornase también más fácil, neutralizar a los grandes capitalistas brasileños ligados a los grupos imperialistas rivales de los norteamericanos, pudiéndose en condiciones particulares, temporariamente, llegar inclusive a tenerlos como aliados en la lucha contra el imperialismo norteamericano." "...La solución del programa es justa, (habla del programa de Brasil), porque se basa en el hecho importantísimo de que el golpe contra los imperialistas norteamericanos es suficiente, para garantizar a la revolución victoriosa, las posiciones económicas y políticas que permitan al régimen democrático popular defender con éxito la soberanía y la independencia nacional, y el bienestar y el progreso del pueblo brasileño".
2) El movimiento agrario, conjuntamente con la lucha por la liberación nacional, constituyen dos cuestiones esenciales de la revolución democrática y antiimperialista. Posteriormente, nos ocuparemos del falso encaramiento del trabajo en el campo por el Partido, ahora queremos destacar algunos aspectos: Bajo la consigna de "reforma agraria", no se plantea con claridad en los informes de Gómez y en los documentos, el postulado de una reforma agraria radical, capaz de ser el más sólido fundamento de la alianza obrero-campesina. Se incurre acerca de ello en confusiones y desviaciones:
a) En una clara desviación de derecha, cuando se encara la reforma agraria como un proyecto parlamentario, y no como un problema capital de la revolución en el país, capaz de resolverse solamente por la acción revolucionaria de las masas, por la revolución democrático-popular, encabezada por el proletariado, la única clase, como enseña Lenin, capaz de sostener un programa agrario radical, garantía esencial de la alianza obrera y campesina.
En consecuencia, no se postula claramente la confiscación de las tierras de los grandes latifundistas y su entrega gratuita y en propiedad  a los campesinos y peones;
b) Esta desviación de derecha, que oculta la perspectiva revolucionaria y elude la diferenciación del principal enemigo en el campo, se acompaña naturalmente de una actitud izquierdista y sectaria frente a las capas de campesinos y ganaderos medios, y también ricos, que debemos tratar de incorporar a las filas del movimiento agrario campesino y de liberación nacional.
Colocando el centro de su trabajo en las grandes masas de campesinos pobres, de trabajadores de la tierra, etc., el Partido debe encarar la unión de todas las fuerzas del campo contra los grandes terratenientes semifeudales, en la amplia columna nacional-liberadora. Y ello debe tener su expresión tanto en los postulados programáticos como en el estudio de las soluciones inmediatas y de la política concreta del Partido en el campo.
3) Decíamos que en torno a los problemas cardinales de la revolución, el Partido posee retazos de línea o afirmaciones generales más o menos correctas, que luego alternan con desviaciones sectarias y oportunistas. Así sucede en cuanto a la valoración de los aliados del proletariado en la revolución agraria y de liberación. Ya lo señalamos ceñidamente al hablar del problema agrario; acontece lo mismo respecto a la política a realizarse respecto a la burguesía nacional, resultado lógico de la valoración de su papel en la revolución, en un país colonial o dependiente. Nos referimos, se sobreentiende, a aquella parte de la burguesía no entregada al imperialismo. En los documentos de nuestro Partido se habla de la burguesía nacional como una fuerza llamada a integrar el Frente Democrático de Liberación Nacional y se formula la consigna general de la "Defensa de la Industria" y de la "Industrialización del país"; pero luego se mantiene respecto a los planteamientos programáticos y a las medidas concretas de lucha una actitud vacilante que facilita una conducta política de "bandazos", es decir, con oscilaciones de "derecha" y de "izquierda". Oscilaciones de derecha, por ejemplo, como algunas que se manifestaron en la campaña financiera de 1953, en tendencias que creían que la política de alianzas, realizada sobre la base de la lucha común de la clase obrera y la burguesía nacional contra el imperialismo yanqui y las trabas feudales, implicaba reducir aspectos de la batalla independiente del proletariado por sus intereses. Ello conducía, desde luego a hipotecar la independencia de la clase obrera, que en ningún instante debe aminorar su acción independiente, garantía por lo demás del desempeño real de su función de vanguardia. Es sabido además, que sin una firme acción independiente del proletariado, tanto política como económica, tampoco habrá alianza con otras clases sociales, particularmente, con la burguesía nacional. Y oscilaciones de izquierda, como se incurre en múltiples aspectos de la política económica general del Partido o en su propaganda, que no contribuyen a integrar a la burguesía nacional en el movimiento de liberación; tanto más cuando la extorsión y el saqueo del imperialismo yanqui y las relaciones de producción predominantes en el país, echan las bases objetivas para un gran movimiento democrático popular unido. Las oscilaciones de izquierda se han manifestado desde los encaramientos del Partido respecto a la política de "nacionalizaciones" hasta la política a seguir en materia de impuestos; yo diría hasta en la imprecisión semianarquista de cierta fraseología de nuestra propaganda.
Nuestro Partido sostiene de manera consecuente los intereses inmediatos e históricos del proletariado en todos los terrenos; pero sabe, a la vez, que si enarbola un programa concreto, claro y serio, y se pone al frente de todo el pueblo en el combate por ese programa, la burguesía nacional puede ser y será un aliado de la clase obrera en la batalla histórica contra el imperialismo norteamericano y la oligarquía terrateniente y gran capitalista vendida en cuerpo y alma, a los colonizadores del Dólar. Ese programa debe comprender, como es natural, no sólo algunos objetivos inmediatos, sino también los postulados del gobierno a que aspiramos y que culminará la etapa rev9olucionaria. En ese gobierno está  llamada a participar la burguesía nacional, dentro del bloque de clases sociales, dirigido por el proletariado en alianza con los campesinos, y en el cual participarán decididamente la pequeña burguesía, la intelectualidad nacional, las grandes masas de las capas medias de la población. Nuestro Partido, por lo tanto, de modo terminante, consciente de estar actuando frente a una amplia perspectiva histórica, debe declarar que el movimiento democrático de liberación nacional, y el gobierno popular -surgido de la revolución antifeudal y antiimperialista- no van a adoptar en esta etapa, medidas confiscatorias contra la burguesía nacional, como no lo hizo la revolución china.
Si unimos a estos objetivos claros, una política flexible y seria, la burguesía será indiscutiblemente un aliado del proletariado en la gran pugna contra el imperialismo norteamericano, el monopolio semifeudal de la tierra y los grandes capitalistas vendidos al dólar. Desde luego: la condición esencial para que esa alianza se concrete, reside siempre en la capacidad del Partido para conducir a la clase obrera en alianza con los campesinos, y desarrollar la lucha unitaria de masas de todo el pueblo, particularmente de las grandes masas de la pequeña burguesía y de la intelectualidad patriótica, por la liberación nacional y la transformación democrática radical de la estructura económico-social del país.
4) Estos elementos de confusión existentes a lo largo de los planteamientos partidarios, producto de la ausencia de un estudio serio de la realidad nacional y de la resistencia a las mejores experiencias internacionales, resultan evidente si analizamos la posición del Partido respecto al problema cardinal de la revolución, el problema del Poder. Como decía Lenin, la cuestión del gobierno es el quid de la revolución. No es posible hablar de una perspectiva revolucionaria, si no se poseen ideas definidas acerca del tipo de gobierno que postula el proletariado en esta etapa de la revolución. Este es el objetivo central de todo un período histórico, que no se determina caprichosamente, sino de acuerdo al dispositivo general de las fuerzas sociales en el país, condicionado por su estructura económica y su condición semicolonial. Por lo demás sin un planteamiento claro acerca del tipo de gobierno que postulamos, no es posible encarar, seria y profundamente, la formación del Frente Democrático de Liberación Nacional. Este frente no es una coalición accidental formada en relación a un episodio de la vida política del país; es el gran caudal unitario de todas las fuerzas democráticas encabezadas por el proletariado en alianza con los campesinos, dirigido a derribar el poder de los terratenientes y grandes capitalistas y a expulsar del país a los imperialistas norteamericanos. Esta gran coalición antifeudal y antiimperialista, -bloque de clases diversa: proletariado, campesinado, pequeña burguesía, intelectualidad y burguesía nacional, donde el proletariado cumple la función dirigente- marcha, en consecuencia, a instaurar su propio gobierno, el gobierno democrático-popular, bajo la forma política de una República Democrático Popular.
El modelo de la revolución China, el ejemplo más reciente del Programa del Partido Comunista del Brasil, son experiencias, al respecto, de un extraordinario valor para nuestro Partido.
Empero, en los documentos del Partido reina una gran confusión acerca de este problema fundamental. Confusión tanto mayor cuanto que en los distintos informes de Gómez, transformados en documentos únicos de la labor del Partido, por responsabilidad de toda la dirección, se lanzan consignas diferentes, a este respecto. A veces se habla de "gobierno popular", luego de "gobierno de paz" y en otros casos se plantea la fórmula reformista de "gabinete de coalición de las fuerzas progresistas". La falta de un estudio de estos planteamientos quita seriedad a estas consignas. La afirmación de que "estamos por un gobierno de paz", carece de sentido. De esta expresión confusionista se puede deducir la afirmación de que reclamamos una política de paz de un determinado gobierno. Es decir, que apoyaremos la política exterior de un gobierno que separe al país de las obligaciones de guerra impuestas por los círculos belicistas de los EE.UU. y desarrolle una orientación de paz, similar a la delos 5 principios pactados por la India y China. Esto es correcto y constituye un planteamiento táctico importante frente a una determinada situación: desde un punto de vista general, es posible la existencia de un gobierno encabezado por la burguesía que sea impulsado, por sus intereses del momento y por las grandes acciones populares de masa, a contribuir al alivio de la tensión internacional. Por lo demás, el planteamiento de la lucha por un cambio favorable a la paz en la política internacional del país, basada en acciones de masas, es positivo y correcto. Pero, lo que es falso es confundir este planteamiento con el objetivo histórico del movimiento revolucionario en esta etapa de lucha por la instauración de un gobierno democrático-popular. Desde luego, que ese gobierno será un gobierno de paz, porque alineará el país en el campo de la democracia y el socialismo, con la eliminación de las raíces sociales de toda política de guerra. Será un indeclinable gobierno de paz porque llevará a la República al campo de los pueblos que luchan por la paz y la democracia en el mundo. Este gobierno será la coronación revolucionaria de todo el movimiento democrático de liberación nacional.
A l no examinar a fondo la naturaleza de clase de ese gobierno, - el señalamiento de las clases sociales que lo integrarán y sus objetivos programáticos; y muy particularmente, el papel hegemónico del proletariado conducido por el Partido- se cae en la ilusión reformista de que un tal gobierno puede instaurarse por otro camino a no ser por la revolución democrático-popular y antiimperialista y el advenimiento de una República Popular. Planteamiento éste, que no tiene nada que ver con maquinaciones "putchistas" o golpistas, sino que apunta al objetivo de toda una etapa histórica a llenar por la acción combativa de las grandes masas llamadas a forjar, por todos los caminos, el Frente Democrático de Liberación Nacional.
5) Estas puntualizaciones abren seguramente una discusión profunda y mucho más amplia en el Partido, a través de la cual la dirección del Partido y el Partido, podrán perfeccionar su línea. La elaboración del Programa del Partido, resultado de un estudio amplio y colectivo de nuestros afiliados, dará a esa línea su plena madurez.
El Partido debe poseer un programa capaz de unir a toda la clase obrera y el pueblo, un programa que se inspire en los principios del marxismo-leninismo acerca de la revolución en los países coloniales y dependientes, y que sea el fruto de la aplicación creadora del método marxista a la realidad nacional. El Partido podrá asumir plenamente su función rectora cuando elabore ese programa. Ello no quiere decir que con la orientación general ya trazada y la eliminación de las grandes desviaciones denunciadas, el Partido deba detener su trabajo y ponerse a discutir hasta poseer un programa acabado. Ello sería una caricatura de este planteamiento.
Entramos a estudiar ese programa con atraso. Respecto de la elaboración del programa se ve claramente el sabotaje realizado por Gómez al trazado correcto de la línea del Partido. De las experiencias del XIX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética y de las experiencias de otros Partidos hermanos surgía la necesidad clarísima de la estructuración de un programa para el Partido.
En 1951, los Partidos de la India y del Japón aprobaron sus programas , ejemplos de la aplicación concreta de esos países. Posteriormente, nuestro Partido tuvo conocimiento del Programa que discutía el Partido Comunista del Brasil, calificado por el periódico "Por una paz duradera, por una Democracia popular" como un modelo de la aplicación del marxismo creador a la realidad de un gran país de América Latina.
Ya al discutirse las experiencias del XIX Congreso del PCUS, el Comité Nacional destacó la importancia de la elaboración  del programa del Partido  y nombro la comisión respectiva. A proposición de Gómez, él quedo de responsable de esa Comisión. Esa comisión nunca se reunió, a pesar de las numerosas reclamaciones hechas en la dirección del Partido.
En esa oportunidad se nombro también una Comisión de Estatutos. A proposición de Gómez quedo como responsable Gómez Chiribao. Esa Comisión no se reunió nunca.
Cuando se tuvo conocimiento en el país del texto del Programa del Partido Comunista del Brasil, ante algunas reclamaciones para su estudio, se votó la proposición de Gómez de "asarlo a comisión", proposición diplomática ya que era una comisión que nunca se reunía y así retardaba su estudio, en profundidad, por el Partido.
Por todas estas razones hemos dicho, que más grave que los hechos de cruda provocación denunciados en la reunión anterior al Comité Nacional, era la labor de provocación política contra el Partido que había afectado su línea, retrasando visiblemente el desarrollo del movimiento de masas y el crecimiento ideológico y orgánico del Partido.
Esto ha sucedido por un astuto plan del enemigo que ha conspirado dentro del Partido; pero ello ha podido suceder por responsabilidad de toda la dirección del PARTIDO. Por la falta de vigilancia, pero también por el atraso ideológico de nuestra dirección que genera la falta de independencia y de valentía política, y la inseguridad acerca de problemas ideológicos de fondo.
Gómez resistió, saboteo y conspiro contra las experiencias del XIX Congreso; pero es nuestra responsabilidad el no haber abierto la lucha en el Partido acerca de los problemas en debate como la abrimos hoy. Demostramos falta de confianza en la dirección del Partido y en el Partido mismo, por creer que el Partido se dividiría si las discrepancias salían del Secretariado del Partido en determinados momentos. Aunque debemos declarar que muchos de los problemas que planteamos no los vimos sino al transcurrir el tiempo. En cuanto a los hechos de corrupción y de conspiración antipartidaria, cuando tuvimos conocimiento de ellos los denunciamos en la dirección del Partido.
Las experiencias del XIX Congreso llegaron al Uruguay en diciembre de 1952. El informe de Eugenio Gómez, llamado "El camino de la victoria", y que no las refleja, se dio al Partido en setiembre de 1953! Gómez demoraba la discusión en el Partido, mientras organizaba todo tipo de maniobras, desde paralizar toda la vida de la dirección con licencias sucesivas, hasta el montaje de los grupos especiales, y la división de la dirección y su ablandamiento para mantener la línea falsa. Y eso no lo vimos hasta muy avanzado el tiempo.
Aparte de la autocrítica general de la dirección, y de su responsabilidad, yo quiero destacar ante el Partido, mi responsabilidad personal. Primero, porque permití que se mantuviera por meses la discusión en el secretariado sobre muchos de estos problemas, sin ver que Gómez ganaba tiempo para preparar el golpe contra el Partido y escamotear las experiencias del XIX Congreso. Segundo, no vimos hasta el fin, en los primeros meses de la discusión, que si era necesario el examen general de toda la línea del Partido, ello solo podría producirse con un combate franco, abierto y sin cortapisas. Y no vimos tampoco, que el conjunto de los hechos anormales en el Partido eran el producto de un plan contra el Partido.
Porque caímos en el culto a la personalidad, negador de la vigilancia, y en vez de creer en el Partido, y apelar a él en la lucha, dijimos: "Gómez va a entender y al fin va a trasmitir estas experiencias al Partido". Porque aceptamos, en múltiples oportunidades, una falsa disciplina del secretariado, violando la norma leninista de que los problemas de fondo deben discutirse abiertamente en la dirección  del Partido, por encima de nuestra suerte personal; plantearlos abiertamente como lo hicimos ahora, en que apelamos al Partido en la dirección y en la base, Partido que ha reaccionado unido cuando se abrió la lucha, y ha puesto coto a esta política de traición al pueblo uruguayo y al proletariado internacional.
Tenemos un Partido sano, y debemos decir con vergüenza, que al haber transigido con muchas de estas cosas, no hemos creído lo bastante en él. Tenemos cuadros obreros, valiosos cuadros del Partido, en contacto con la masa, que han dado triunfos al Partido, que han obtenido conquistas en la calle y en el Parlamento, que han demostrado la fe de las masas en el Partido, su vitalidad y las plenas posibilidades de su desarrollo. Poseemos un capital de cuadros fieles al internacionalismo y a la Unión Soviética a pesar de todo lo que se ha hecho por destruirlos y achatarlos políticamente. Existe la influencia en millares de trabajadores, de intelectuales, de hombres del pueblo, de la Unión Soviética, de la Revolución China, de las ideas inmortales del comunismo, que permiten decir que hay grandes perspectivas para reaccionar contra esto, si no le tiembla la mano a la dirección y si la base vigila, y se abre ampliamente cauce a una política de masas, en el cuadro de una autocrítica profunda, honesta y clara de la dirección y de la crítica aguda y severa de la base del Partido.

CAPITULO III


Algunas concepciones falsas sobre el modo de como debe el Partido ejercer su papel dirigente de un conjunto de organizaciones de masas

1) Hemos dicho que el filo del ataque contra el Partido desarrollado por Gómez y su hijo, se dirigía a encerrar el Partido y a obstruir el desarrollo del movimiento democrático de masas. Es sabido que los comunistas debemos preocuparnos especialmente, en tanto que consecuentes combatientes por la paz y la democracia, por la suerte de estos amplios movimientos de tan vasta significación internacional y nacional. Una concepción errónea del Partido acerca de la naturaleza de estos movimientos, así como cualquier subestimación de su importancia, o confusión acerca de sus peculiaridades, aparejan grave daño a la militancia y educación democrática general de nuestro pueblo y aísla al Partido y a la clase obrera de las amplias masas populares.
Sobre el fondo de astuta resistencia nacionalista de Gómez a considerar las experiencias internacionales y de la ausencia de una línea acabada del Partido, proliferaron diversas desviaciones. Empero, la maniobra para impedir la preocupación de los comunistas acerca de determinados movimientos de masas, consistía en enfrentar falsamente, como si fueran opuestas, las tareas democráticas generales, con la labor de concentración del trabajo en la organización de la clase obrera, particularmente en las empresas, tarea ésta que, por lo demás, no se cumplía bien.
Cuando diversos camaradas reclamábamos por el abandono y consideración incorrecta por el Partido del Movimiento de Partidarios de la Paz, del movimiento juvenil o femenino, se oponía estas tareas en la práctica, a la necesidad de levantar  el movimiento obrero. Gómez apelaba inclusive a una fórmula hipócrita:
"A través del movimiento obrero saldrá el movimiento por la paz"; o "a través del movimiento obrero saldrá el movimiento femenino o de la juventud". O, ya en otro terreno, "a través de los sindicatos se organizaran los campesinos".
Es decir, oponía la labor de organización de las grandes masas democráticas y de crear condiciones para la alianza obrero-campesina, a la necesidad de una línea de concentración en la clase obrera, obligación primera de un Partido Comunista. Aparte de la burda falsificación política e ideológica que involucra este planteamiento, se creaba así una cuartada permanente para culpar luego a los dirigentes sindicales de las tareas democráticas incumplidas.
De este modo se obstruía sistemáticamente -¡adviértase en que grado!- la imprescindible preocupación de los comunistas por los grandes movimientos democráticos que constituyen la base del movimiento democrático internacional.
¿Quién, sino el imperialismo yanqui, podía tener interés en que Uruguay no fuese un baluarte de las campañas internacionales por la paz o que no se procesase a través de una experiencia multitudinaria, la educación democrática de los jóvenes y las mujeres?
Los comunistas debemos dedicar un gran esfuerzo a unir a los hombres y mujeres de las más variadas tendencias ideológicas o religiosas y de distintas condiciones sociales en la brega por la paz, en el desarrollo del Movimiento de Partidarios por la Paz, movimiento amplísimo, "coalición antibélica de diferentes clases y capas sociales interesadas en el cese de la tirantez internacional y en la neutralización de una nueva contienda mundial".
Este movimiento ha sido y es un factor de gran importancia en el curso de las relaciones internacionales.
La firmeza de la Unión Soviética y de todo el campo democrático, unido a la diáfana política soviética de paz tendiente a resolver por negociaciones todos los litigios ha determinado pasos serios en la distensión internacional. Y, también, como se sabe, la acción de decenas de millones de personas en todas la latitudes reclamando la prohibición de las armas atómicas y la reunión de las grandes potencias con vistas a aliviar la tirantez internacional, ha constituido un factor de primer plano, ponderable, real y concreto, para enfrentar los planes belicosos de los círculos imperialistas.
El menosprecio de este movimiento, así como una concepción falsa acerca de su naturaleza, significa un grave error político e ideológico. En tal error ha incurrido el Partido. El Partido ha apreciado falsamente, en diversos casos, el carácter de este movimiento, y Gómez resistió siempre discutir y revisar abiertamente el alcance de esos errores. Encontró el subterfugio y la postergación deliberada para estudiar las tareas y examinar nuestras responsabilidades en contribuir a las grandes campañas mundiales de firmas.
De este modo, no se esclareció nunca el error cometido hasta 1952-53, que llevaba a confundir, como puede leerse en los informes de Gómez, el movimiento de partidarios de la paz, cuyo cometido específico es la lucha por la paz y que defiende la soberanía nacional y las libertades y derechos de los pueblos en cuanto tiene que ver con la salvaguardia de la paz mundial, con el movimiento democrático de liberación nacional, que combate por la paz, pero que sostiene un programa económico, social y político apuntado a concluir con la dominación imperialista y oligárquica y a la objetivación de un cambio democrático radical de la situación del país.
El no esclarecimiento de estas cuestiones esenciales para la orientación del trabajo del Partido mantuvo fórmulas confusionistas y burdamente sectarias. Así, en vez de dar tareas definidas en una amplia discusión de todo el Partido acerca de la importancia y del significado de la campaña de firmas, de los métodos peculiares de trabajo derivados de la naturaleza del movimiento, de la importancia de contribuir a formar amplios comités por la paz, etc., se insistió con la fórmula inserta en los informes de Gómez, de que "todo pasa por la paz"; "el programa pasa por la paz, y viceversa, la paz pasa a través del programa". Este galimatías es un tabique puesto en el camino de la comprensión de la naturaleza del movimiento de Partidarios de la Paz, que, como lo señalara Stalin en su célebre obra "Problemas Económicos del Socialismo en la URSS", "persigue el fin de levantar a las masas populares a la lucha por mantener la paz, por conjurar una nueva guerra mundial". "Consiguientemente, este movimiento no persigue el fin de derrocar el capitalismo y establecer el socialismo y se limita a los fines democráticos de la lucha por mantener la paz".
Con razón se ha dicho que el movimiento de partidarios de la paz formula reivindicaciones y propuestas que deben contribuir al mantenimiento de la paz y a la neutralización de una nueva contienda mundial. Y que en las actuales condiciones históricas el logro de ese objetivo sería una inmensa victoria de la causa de la democracia y de la paz. Los hechos internacionales últimos están señalando los serios éxitos que se obtienen hacia ese objetivo, con vistas a aliviar la tirantez internacional en la Conferencia de Ginebra.
Mientras el movimiento de la paz se volvía más amplio y multimillonario en adhesiones, al incorporar de modo sistemático nuevos sectores, hasta culminar en Helsinki, esta fórmula falsa y esta burda desviación ponía ante el Partido las anteojeras de la confusión sectaria.
¡Es claro que el movimiento obrero debe pronunciarse por la paz! Ella es vital. Debe hacerlo, no sólo por su participación amplia en la campaña de firmas; sino también por acciones en defensa de la paz, contra cada hecho de preparación de la guerra. Debe hacerlo por la vinculación de la lucha reivindicativa con la defensa de la paz. También deben hacerlo todos los movimientos populares, en las distintas etapas de su desarrollo.
El movimiento democrático de liberación nacional debe encabezar sus postulados programáticos con la defensa militante de la paz. Pero una cosa son los objetivos del movimiento sindical, organización específica de la clase obrera, o del Comité reivindicativo de barrio, o del movimiento antiimperialista, o del Partido y otra cosa muy distinta son la naturaleza, los objetivos, las tareas y los métodos del Movimiento de Partidarios de la paz.
El raquitismo del  Movimiento de Partidarios de la Paz desprende una tremenda responsabilidad para la dirección de nuestro Partido, el más empeñado, junto a las personas amantes de la paz de todas las filiaciones, en desarrollarlo en procura de sus nobles y amplias tareas, cada vez más importantes a la luz de las resoluciones de Helsinki y ante acontecimientos de la trascendencia de la Conferencia de Ginebra.
2) No vamos a analizar hoy prolijamente las desviaciones incurridas respecto al movimiento juvenil y femenino. La subestimación de ambos movimientos, el encaramiento sectario de las tareas en el movimiento femenino, etc., han prácticamente conducido a su inexistencia. Ello equivale a un análisis político. Y contra tal situación debe reaccionar de inmediato todo el Partido.
3) También en relación al problema  del campo, o sea al trabajo para unir y organizar a los campesinos y echar los fundamentos de la alianza obrero-campesina, se ha procurado cubrir el abandono real de todo trabajo, con el estribillo de que "a través del movimiento sindical se levantará el movimiento campesino".
¡Y esto es una falla de fondo del trabajo de nuestra dirección de Partido!
En los informes de Gómez -como decíamos, vueltos materiales únicos del Partido- se puede hallar informaciones aisladas o frasecitas sobre el campo destinadas a encubrir una triste realidad: la realidad de que mientras se hablaba hasta por los codos acerca de las perspectivas y se acusaba a los afiliados, por cualquier motivo, de "defensistas", "retrocedistas" y otros motes más o menos originales, se estaba negando toda perspectiva revolucionaria en el país.
El marxismo-leninismo enseña que la fuerza motriz de la revolución democrática la constituye la alianza obrero-campesina; que en los países coloniales y dependientes, el problema agrario y el movimiento campesino son cuestiones cardinales de la revolución liberadora.
Transferir el encaramiento de los objetivos programáticos y táctico-organizativos del trabajo en el campo de la atención primordial del Partido a la índole de una tarea sindical, es perder de vista toda perspectiva revolucionaria y es renunciar a la dirección política del proletariado sobre el campesinado.
Nadie puede dudar de que los sindicatos deben ocuparse de los problemas del campo, buscar conjugar los intereses comunes de los obreros y los campesinos, que deben procurar establecer relaciones fraternales de organización a organización con los campesinos. Pero ello por sí solo nunca podrá conducir a la alianza obrero-campesina. La tarea de forjar esa alianza es tarea vital del Partido, de un Partido que se oriente realmente a una revolución democrática de liberación nacional. Es el Partido - el Partido de la clase obrera- que al levantar un programa agraria radical, otorga el fundamento sólido e indeclinable de la alianza obrero-campesina. Y es el Partido quien debe trazar las directivas tácticas correctas capaces de unir a las masas del campo y desarrollar la fuerza del Partido entre los campesinos.
¿Puede haber alianza obrero-campesina, por lo demás, si no determinamos claramente el alcance de esa alianza y a qué capas del campo nos dirigimos?
¿Pueden hacer esto los sindicatos?
¿Qué alianza puede haber mientras millares de campesinos medios y también campesinos ricos creen que el comunismo significa la expropiación de sus tierras?
Debemos hacer una clara definición del enemigo principal en el campo: el imperialismo yanqui y el monopolio feudal de la tierra, para poder así trazar los objetivos, las reivindicaciones y enarbolar las consignas capaces de unir a las amplias masas del campo, aunque nuestro trabajo se concentre en los campesinos pobres y en los trabajadores de la tierra.
Para unir las masas del campo, el Partido debe establecer formas organizativas correctas según cada lugar y de acuerdo a sus peculiaridades. Ellas deben ir desde la formación de ligas, uniones o sindicatos de los trabajadores de la tierra, hasta la participación decidida en las distintas amplias organizaciones campesinas existentes. En unos lugares debemos participar en las llamadas Sociedades de Fomento Rural; en otras intervenir en la Liga Federal de Acción Ruralista, siempre desde luego con una línea independiente. Debemos apoyar decididamente el actual movimiento de Cooperativas campesinas y ayudar a nuestros compañeros que ya actúan en las, a su mejor desarrollo.
Desde este punto de vista, el Partido debe condenar el aislamiento sectario que se ha impuesto a nuestros afiliados, por las desviaciones implantadas por Gómez en el Partido.
A la activa labor del Partido, que agite la consigna de una reforma agraria radical y defienda en todos los terrenos las reivindicaciones de los campesinos y de los trabajadores de la tierra, debe unirse el trabajo de nuestros camaradas entre las grandes masas, en las organizaciones donde esas masas están. El Partido debe designar cuadros para que ayuden a nuestros compañeros en las localidades rurales. El Partido debe editar una propaganda adecuada para el campo, persuasiva, en el lenguaje de los campesinos, etc. Propaganda de características especiales. ¡Payadores, sí, pero payadores en los pueblos de ratas, en las estancias y en las concentraciones rurales!
Pero, además: ¿es que sin Partido en las ciudades y pueblos del interior puede desarrollarse la alianza obrero-campesina? Es necesario un cambio radical de la dirección del Partido respecto a la atención y ayuda a las organizaciones partidarias del Interior del país.
Durante años se ha abandonado al Partido en el Interior del país; se ha dejado de destinarle cuadros y prestarle la mínima colaboración.
La concentración en manos de Gómez y su hijo de la dirección de los Comités Departamentales del Interior ha significado el abandono del Partido a su suerte para ahogar las bases de su desarrollo como un Partido nacional y para impedir la alianza obrero-campesina.
Todo el Comité Nacional debe asumir responsabilidad por estos hechos y pasar a corregir de inmediato esa situación.
4) El camino para formar un amplio movimiento democrático de liberación nacional, presupone el desarrollar al máximo la lucha reivindicativa, económica y política, con la formación de Comités Populares de los más diversos tipos, que tomen en cuenta los intereses de las masas, sus más vivas aspiraciones y cuyos objetivos no se determinen con una fórmula estereotipada, sino que deben tener en cuenta el grado de experiencia y el desarrollo de la conciencia de las masas en cada lugar. En este sentido, nuestros camaradas, para ponerse al frente realmente de las luchas de masas no deben postular la formación de un solo tipo de Comité Popular, sino de diferentes tipos según el lugar y las características. Así, por ejemplo, debemos esforzarnos por formar comités por la paz, cuyo objetivo específico es la lucha por la paz, comités de gran amplitud; en otros lugares, debemos formar comités de lucha contra la carestía de la vida, concretando su acción a las reivindicaciones locales, comités que según el lugar y el grado en ese lugar de desarrollo de la conciencia de las masas, podrá vincular sus reivindicaciones a la brega por la paz o a la condenación de los hechos de guerra en el país o en el mundo o a hechos de la vida política del país; pero que no tienen por qué llamarse fatal y obligatoriamente "Comités por la Paz y contra la carestía": o en otros lugares debemos formar comités por una reivindicación por pequeña que sea y organizar la lucha por ella hasta conquistarla a fin de que las masas realicen su propia experiencia. Es decir, que la organización de los Comités Populares no puede ser el resultado de una receta sectaria impuesta a la gama infinita de la lucha popular, sino el resultado de la aplicación concreta de los objetivos del Partido a la situación local y al grado de elevación del movimiento en cada sitio. De este modo, nuestros camaradas deben tomar audazmente en sus manos la labor de unir a las masas aunque sea por la más mínima reivindicación, de constituir los Comités Populares de los más diversos tipos y desenvolver así, por abajo, y en los combates populares, el movimiento democrático de liberación nacional.
En vez de este planteamiento que formulamos abocetadamente, se ha dado como tarea al Partido un conjunto de fórmulas sectarias que han conducido al encierro de las organizaciones de base del Partido en los barrios y a la inexistencia de una amplia y variada red de comités populares.
¿Cómo se ha expresado esta clara desviación sectaria destinada a encerrar y debilitar al Partido?
Veamos algunos conceptos:
a) Por el planteamiento de una fórmula única y preestablecida de Comité Popular. Así en 1947, se lanzó la consigna de formación de Comités de Liberación Nacional y Justicia Social. Era una consigna que poseía elementos correctos, si el Partido la encaraba en el marco de la formación de un gran movimiento de emancipación nacional; daba la perspectiva de un movimiento contra el imperialismo yanqui, enlazado a la lucha reivindicativa y programática de cada lugar. Pero el planteamiento exclusivo de este movimiento político y la ausencia de un objetivo nacional del Partido para concretarlo, no permitió avances reales al respecto.
Pero esa consigna duró poco y fue sustituida luego del retorno en 1948 de Gómez de Europa por la consigna de formar Comités de "Fuerza Patriótica", forma atravesada de plantear la constitución de Comités Populares, en lugar de darle la denominación y el contenido en relación a las peculiaridades de la lucha de masas. En 1949-50 se habló de Comités por la Paz y más tarde de "Comités por la Paz y contra la carestía". Esta última fórmula iba  unida a una concepción errónea acerca de la naturaleza del movimiento por la paz. Lo que no quiere decir que los comités contra la carestía o por cualquier reivindicación popular no deban plantear o relacionar sus reivindicaciones a la lucha por la paz.
El dar fórmulas únicas, obligatorias, preestablecidas al movimiento popular y el cambio periódico de esas fórmulas rígidas y únicas servían solamente para confundir al Partido y separarlo de las masas. Y de este modo se minaba la fe del Partido en sus fuerzas para encabezar la lucha popular y en las excepcionales perspectivas abiertas ante él. Al contraponer el planteamiento general de las perspectivas nacionales e internacionales al análisis concreto de las diversas formas del movimiento y al grado de desarrollo de éste en cada lugar, se comprometía de antemano los resultados del trabajo y se golpeaba la confianza de los militantes en las masas, en las posibilidades del Partido y en su propia capacidad. Nuestras agrupaciones se encerraban y volvían grupos vegetativos de camaradas que distribuían determinadas tareas internas; pero que no concretaban aquellas tareas capaces de reunir, en torno a la táctica general del Partido, a las fuerzas del pueblo en un variado y fecundo movimiento reivindicativo, económico, social y político.
c) Pero además, al no organizar a los Comités de Lucha, los combates obreros no son rodeados de un cuadro organizado de fuerzas populares. Son luchas aisladas de la clase obrera que no se enlazan sino virtualmente, como en el caso de los comités solidarios con la huelga de Ferrosmait con las luchas del proletariado. Pero además, la política de unidad con los grandes partidos, con las fuerzas democráticas de los grandes partidos, tiene que hacerse en el fuego del combate y la lucha de masas. Esos partidos son heterogéneos; representan a terratenientes y grandes burgueses; pero existen en ellos fuerzas progresistas, sectores de la burguesía nacional, de las capas medias, etc., aliados potenciales nuestros. Los comités populares contribuyen a diferenciar en el seno de esos partidos a las fuerzas democráticas y progresistas, de las reaccionarias. Únicamente en el fuego de la acción, de la lucha de masas de los comités populares que reúnen a batllistas, herreristas, católicos, socialistas, blanco-independientes, nosotros podremos confrontarlos a las posiciones de sus dirigentes reaccionarios y pesar realmente para diferenciar en el seno de los partidos a las fuerzas progresistas de las fuerzas al servicio del imperialismo yanqui y de la reacción.
6) Esta "línea" de postergar el estudio y ejecución de las tareas democráticas generales y de obstruir el trabajo del Partido en el campo, se acompañaba, como es lógico, de un marcado sectarismo en las filas del movimiento sindical, particularmente, en el enfoque de la unidad y organización de la clase obrera.
Existe en nuestro país un movimiento sindical bastante fuerte, construido por la dedicación abnegada de los militantes comunistas que han entregado por años sus mejores energías a defender las reivindicaciones y derechos de la clase obrera. La influencia de nuestro Partido en la clase obrera organizada, es considerable. Las raíces históricas del Partido enclavadas en la clase obrera, la irradiación internacional del prestigio de la URSS, la atracción mundial de las ideas del comunismo, la autoridad moral de numerosos cuadros del Partido en las filas de la clase obrera organizada y del proletariado en general, la devoción y el trabajo de un gran número de militantes del Partido en las fábricas y gremios, la labor parlamentaria del Partido vinculada siempre a las luchas de los trabajadores, las importantes conquistas reivindicativas logradas, han asegurado una gravitación bastante seria de nuestro Partido en la clase obrera, particularmente en Montevideo.
Y ello ha contribuido poderosamente a la existencia de un movimiento sindical importante. Pero éste no se ha desarrollado mucho más, hasta lograr la unidad y organización de la inmensa mayoría de la clase obrera, por las concepciones sectarias impuestas al trabajo sindical del Partido, concepciones sectarias que, como siempre, se doblan por desviaciones oportunistas. Expresadas sintéticamente esas desviaciones sectarias se pueden resumir en algunos grandes rasgos.
a) La equiparación en la práctica de la organización del Partido y de la organización sindical a los efectos de los planteamientos políticos y programáticos.
Como se sabe, los comunistas debemos esforzarnos para que todo el movimiento sindical se pronuncie y luche por la paz, por la independencia nacional y la democracia; así lo han hecho la Unión General de Trabajadores y numerosos sindicatos en diversas oportunidades; y han realizado inclusive luchas de importancia contra la colonización yanqui de nuestro país. Ello es correcto. De lo contrario se caería en los errores del "economismo" que rebaja el papel de la conciencia en el movimiento y sostiene la idea oportunista de la espontaneidad. Pero, una cosa diferente es trasplantar los planteamientos programáticos, las formas de pronunciamiento, el lenguaje y los métodos de la organización partidaria al movimiento sindical.
Esta postura sectaria y mecanicista conduce al estrechamiento del movimiento sindical, a trabar la educación de los trabajadores y a demorar la participación de las más amplias masas en el combate por la paz, la democracia y la liberación nacional.
El movimiento sindical debe participar activamente en la lucha específica por la paz y pronunciarse en defensa de la soberanía nacional y la democracia. Pero ello debe ser realizado desde el ángulo sindical. Y debe acompañarse de un planteamiento accesible a las grandes masas y de una incesante brega por las reivindicaciones más sentidas.
¡Sólo el que asó la manteca puede confundir la lucha por la más pequeña reivindicación económica con el "economismo"!
A través de un amplio proceso de discusiones democráticas y de masas, en el cual se vinculen vivamente las reivindicaciones más sentidas -las cuestiones del salario, del pan, del trabajo, de los derechos sindicales, etc.- las amplias masas de un gremio se incorporarán con más facilidad a la lucha por la paz, la independencia nacional y la democracia. Y es a través de su experiencia en la lucha que las más amplias masas obreras comprenderán mejor los grandes objetivos programáticos. La experiencia de las masas no puede sustituirse por un planteamiento de arriba, ni una resolución de carácter interno. Las fórmulas mecánicas de "politización"- empleemos la palabreja- constituyen precisamente la más seria traba a la educación revolucionaria de la clase obrera. Es necesario combatir a fondo el sectarismo, en nuestro trabajo en el movimiento obrero. Ello es tanto más necesario y urgente, cuando -golpeada por la difícil situación crítica a que condujo al país la política de guerra de las clases dominantes al servicio del imperialismo yanqui- la clase obrera se lanza a la lucha reivindicativa con ardor y combatividad. Es necesario que audaz y firmemente, sin sectarismos, ni vacilaciones, el movimiento sindical unitario, y nuestros camaradas comunistas en todos los lugares, levanten la bandera de la lucha reivindicativa, particularmente por aumento de salarios, salgan al paso de las tendencias a congelar los salarios, organicen la acción de los miles de desocupados, combatan la "teoría de la productividad" de la superexplotación de cuño yanqui, enfrenten la carestía de la vida, impulsen la batalla por la legislación social, etc. E incorporen a la acción sindical a los miles de trabajadores desorganizados o que no participan en la vida regular de sus sindicatos.
En segundo término, el sectarismo conduce a la fraseología ajena a las masas acerca de las consignas de carácter político, por no estudiar concretamente las condiciones de desarrollo del movimiento obrero en cada lugar o gremio. Está bien que UGT, la central obrera, o que los aguerridos y fogueados gremios de distintos lugares enarbolen sin vacilación sus pronunciamientos programáticos, pero en amplios sectores desorganizados o que no han participado en combates, la primer labor es unirlos y organizarlos por sus reivindicaciones y permitir que hagan así la necesaria experiencia militante. Proceder de otra manera, conduce a estrechar el movimiento y a facilitar la acción de los enemigos de la unidad de la clase obrera. La utilización de formas múltiples de lucha y de organización -que tomen en cuenta la situación concreta y el grado de desarrollo de la conciencia de la clase obrera en cada lugar- facilitarán un auge del movimiento sindical y pasos decisivos en la unidad de la clase obrera en todo el país.
b) El sectarismo impreso al trabajo sindical -a menudo con la resistencia de nuestros camaradas- conducía a resistir y desvalorizar la tarea principal del movimiento, es decir, la unidad de la clase obrera. Esta actitud se agravaba por el hecho de que se han creado como nunca condiciones para dar pasos muy grandes en el camino de la unidad obrera. Esos pasos han conducido al retorno a UGT de importantes gremios como los gremios del transporte urbano y otros; se han unido todos los sindicatos marítimos y portuarios de las tendencias más diversas, en un gran comité de unidad, a la vez de desarrollarse la unidad de acción entre los gremios portuarios y la Unión General de Trabajadores. Pero es evidente, que sin una línea certera, correcta y consecuente frente a los trabajadores de los frigoríficos, a los ferroviarios y a los textiles, por ejemplo, difícilmente la unidad obrera ganará en el país su definitiva gran batalla.
Esta orientación unitaria ha sido trabada a pretexto de especulaciones tácticas, en las más diversas oportunidades, lo que, particularmente en el caso del Cerro, ha constituido una seria traba a la unidad obrera. El mantenimiento de una pequeña organización ugetista por años en los frigoríficos, mientras existía una gran Federación autónoma es el monumento a la torpeza sectaria y una deliberada maniobra para facilitar el juego a los enemigos de la unidad. En las tareas finales volveremos sobre esto.
c) ¿Cómo se ha encubierto la aplicación a rajatabla de esta política sectaria?
Para justificarla, los Gómez utilizaban torcidamente una afirmación de principios del leninismo: “la dirección del Partido sobre el movimiento obrero”.El Partido –como enseñan Lenin y Stalin- es la forma superior de organización del movimiento obrero, es la vanguardia que dirige a todas las organizaciones de la clase obrera, a los sindicatos, a los comités de lucha, a las cooperativas, etc. Pero esta función histórica del Partido no se ejecuta por órdenes o decretos o por el jactancioso traslado de los planteos partidarios a las organizaciones sin partido de la clase obrera, se cumple por el trabajo persuasivo de los cuadros dentro del movimiento general, por el desarrollo de la autoridad moral del Partido en la lucha, por la palabra clara y orientadora de las agrupaciones de empresa del Partido, entregadas a apoyar y orientar la lucha de los trabajadores. El Partido dirige el movimiento obrero por la acción de sus militantes  que actúan correctamente en el seno de la organización sin partido de la clase obrera; el Partido ejerce su dirección por su política justa y su actividad orientadora; por el acierto de su programa, de su planteo de las reivindicaciones, por el crecimiento de su prestigio y del de sus militantes en las amplias masas de la clase obrera, prestigio que no obtiene por órdenes sino como resultados de la experiencia de las masas y de la conducta de nuestros militantes en el seno de los trabajadores y de sus organizaciones.
Dimitrov lo explica con claridad terminante:
“El sectarismo no quiere ni puede comprender que colocar a la clase obrera bajo la dirección del Partido Comunista es una cosa que no obtiene automáticamente. El papel dirigente del Partido Comunista en las luchas de la clase obrera debe ser conquistado. Para eso, no es necesario proclamar el papel de los dirigentes comunistas, sino merecer, ganar, conquistar, la confianza de las masas obreras con un trabajo cotidiano de masas y una política acertada. Esto sólo se consigue si nosotros los comunistas, en nuestro trabajo político, tomamos seriamente en cuenta el verdadero nivel de conciencia de las masas, su grado de saturación revolucionaria; si apreciamos seriamente la situación concreta, no a través de nuestros deseos, sino a través de realidades. Debemos facilitar a las amplias masas pacientemente, paso a paso, la transición a los posiciones del comunismo. No debemos olvidar jamás las palabras de Lenin que nos advirtió..”se trata de no considerar liquidado para la clase obrera, para las masas, lo que está liquidado para nosotros”.
Tras el rótulo de dirección del Partido sobre el movimiento obrero” , no sólo se impulsó la sectarización de la actividad de los comunistas en los sindicatos, sino que los Gómez lo esgrimían astutamente como una bandera para sus fines fraccionalistas y para la destrucción de cuadros. Con esta bandera se instauró la persecución del dirigente sindical dentro del Partido, sobre cuya cabeza caían siempre las culpas generales. No sabemos por qué especulación, el prestigio de masas, la autoridad ante los trabajadores de un dirigente sindical se transformaba en un peligro para la organización del Partido. Stalin decía cierta vez que discutir acerca  de la importancia de los dirigentes del Partido y del movimiento sindical era, lo mismo que discutir acerca de si era más útil la mano izquierda que la derecha. De este modo se destruía cuadros pero se buscaba mantener dividido el Partido. A pretexto de la “dirección del Partido sobre el movimiento obrero” se procuraba enfrentar a los cuadros del Partido y del movimiento sindical. Cuando convenía, los Gómez amañaban una discusión para que cuadros del Partido golpearan a los militantes comunistas del movimiento sindical; otras veces armaban a algunos dirigentes sindicales para disputar con dirigentes del Partido.
¡Hoy el juego se acabó! ¡La conspiración contra el Partido ha sido descubierta y los manejos fraccionalistas de los Gómez han sido aventados por un Partido unido, en el cual hay una sola clase de militantes, los militantes comunistas, independientemente del lugar de su actuación!
7) El falseamiento de la orientación leninista acerca de las relaciones entre el Partido y el movimiento de masas se dirige a impedir el ejercicio de la función de vanguardia del Partido. Esto se evidencia a la vez, en la interpretación que da Gómez a la tesis correcta acerca de “la cara del Partido” que se vuelve una caricatura destinada a aislar al Partido de las masas.
El Partido no debe nunca, como se sabe, ocultar su fisonomía; toda debilidad al respecto retarda el proceso de educación revolucionaria de las masas y su pasaje a las posiciones del comunismo. El Partido debe salir con su propia cara frente a todos los acontecimientos políticos, sociales y económicos; debe orientar, llamar a la lucha y organizar a las masas para esa lucha. El Partido debe dar consignas correctas en el transcurso del movimiento general y anticipándolo. Pero el Partido no es el ejecutor directo de toda la política que debe ser realizada por las masas. El Partido para no aislarse de las masas, para ser, de verdad y no teóricamente, vanguardia de la clase obrera y el pueblo, debe organizar en su torno, a todas las fuerzas de la clase obrera y el pueblo. Debe proceder así en el mundo capitalista y procede así en el mundo soviético.
El Partido conduce, es la fuerza de vanguardia; pero son las propias masas con su lucha organizada, los ejecutores de una política de millones, cuya guía de fondo debe ser el programa del Partido. El Partido organiza la unidad obrera. ¿Pero qué es más útil? Que la agrupación de empresa venga sola o con 4 o 5 simpatizantes al Parlamento a reclamar una conquista o que los comunistas de la fábrica asistan con todos los obreros y su Comité de Empresa al frente a conquistar esa reivindicación?
Desde luego, la agrupación va a apoyar, sacar su periódico, orientar la lucha, etc. Pero son las masas –y no el Partido aislado- las que debemos movilizar por sus reivindicaciones.
El Partido organiza la lucha popular. ¿Qué conviene más: que diez militantes aislados, en nombre de la agrupación organicen un “apagón” contra las tarifas de la electricidad? O que reúnan a los vecinos y con ellos desarrollen un movimiento continuado para lograr esa conquista?
Es evidente, que lo segundo.
¡La deformación grosera del planteamiento acerca de la “cara del Partido” llegó al extremo de que las agrupaciones comunistas como tales recibieron orden y salieron a reunir firmas por la paz!
La deformación provocativa de la labor del Partido ejecutada por el falseamiento de determinadas tesis correctas, apunta siempre en una dirección: ahogar al Partido al volcarlo sobre sí mismo. El falseamiento se apoya en frases generales aparentemente justas: ¡la “cara del Partido”! ¿Quién se va a oponer, so pena de ser motejado de oportunista, a que el Partido aparezca con su propia fisonomía?
¡Pero lo que buscaban era que el Partido no apareciera con su cara propia, porque esa cara se la mira en el espejo, en vez de mostrarla en las luchas de las grandes masas que debe encabezar!
¡La vanguardia conduce; pero no sustituye la acción de toda la clase obrera y el pueblo! ¡La orienta y la guía!
Pero, además, ¿dónde queda al desnudo la farsa de las afirmaciones acerca de la cara del Partido, que lo embretan y lo separan de las masas?
En los hechos siguientes:
1)      En el presupuesto del Partido, se liquidaron paulatinamente los rubros de propaganda. ¡Eso sí es la cara del Partido! Los actos, los carteles, los folletos explicativos de nuestra política, las manifestaciones, la voz de los dirigentes del Partido en las principales fábricas, el esclarecimiento de cada hecho de la política internacional y nacional. Donde la farsa queda al descubierto es ante la información que daremos de cómo se intentó impedir la salida de JUSTICIA diario. Debe saberse, que luego de la campaña financiera, se debía destinar $25.000 a la salida del diario. Llegó un día Gómez Chiribao y fue apoyado inmediatamente por Gómez, y dijo que no había condiciones para la salida  del diario y que se debía postergar la fecha; más tarde se informó que ese dinero se destinó a otras tareas. Ello provocó una intensa discusión en la dirección del Partido. Discrepamos en el Secretariado, en el Comité Ejecutivo, defendimos la salida de JUSTICIA y el Comité Nacional, por mayoría, derrotó a Gómez y a su hijo, y permitió la salida del diario.
¡Esta sí, que es la “cara del Partido”!
Pero, revisemos los informes. ¿En cuántos documentos se habla de la salida de una revista del Partido? De la necesidad de un órgano orientador, que guía a nuestros militantes, que eleve su nivel ideológico, que permita combatir las mentiras del imperialismo yanqui y sus lacayos, que abra una discusión clara sobre los problemas centrales de la realidad nacional y del Partido, que difunda las experiencias de los partidos hermanos, que ayude a educar a nuestros militantes en los principios del marxismo-leninismo? ¿Dónde está la revista del Partido? Había dinero para gastos superfluos, para aparatos diversos, pero nunca hubo dinero para que el Partido tuviera su revista teórica. Y nos vienen a hablar de la cara del Partido, deformando esta afirmación para transformarla en una desviación, contraria al papel de vanguardia del Partido! ¡Porque, no hay vanguardia sin masas detrás!
2)      Pero, ¿dónde queda además, en descubierta esta farsa? ¿Dónde el Partido ejerce su papel de vanguardia de modo concreto y diario? En los lugares donde están concentrados millares de obreros: en el Cerro, en la UTE, en la ANCAP, en las grandes empresas metalúrgicas, en el Puerto de Montevideo, etc.
Al discutir las experiencias del XIX Congreso, propusimos destinar hombres del Comité Central y del propio Comité Ejecutivo, a dirigir directamente las grandes agrupaciones de empresa. Son los principales centros de la clase obrera. ¿Es que vamos a permitir que, cuando es necesario encarar problemas con 5 mil obreros del Frigorífico Swift, o 4 mil 500 obreros de la ANP, o millares de trabajadores de la UTE, ello quede librado a militantes de base o intermedios?
Debe ser directamente la dirección del Partido que asegure en el contacto con la base, la aplicación de nuestra política en lugares vitales. ¿Acaso esta experiencia no la ha aplicado el Partido brasileño con éxito radical, reclutando miles de afiliados en las grandes empresas de San Pablo?
Mientras se caricaturizaba el papel de vanguardia del Partido, se separaba a los cuadros decisivos del trabajo en los centros vitales, se inflaban los aparatos superiores, y se dejaba a las agrupaciones de empresa, en forma esquelética, resolver problemas difíciles, que son problemas duros para cualquier dirigente del Partido.
¡Cuadros a las grandes empresas, peso fundamental de la dirección sobre los ejes de la clase obrera, liquidación de organismos estériles intermedios, que demoran y deforman la línea en su trasmisión a las masas! Responsabilidad directa del Comité Ejecutivo sobre el Cerro, sobre los lugares básicos de la política partidaria!

CAPITULO IV


La infiltración nacionalista en el Partido

Las desviaciones en que ha incurrido el Partido respecto al movimiento de masas, se vieron facilitadas por el saboteo sistemático de las experiencias internacionales realizado por Gómez. El conocimiento por el Partido de las experiencias de los grandes movimientos democráticos internacionales y de las luchas para mejorar nuestro trabajo por la participación de nuestro pueblo en la lucha por la paz, por la unidad de las mujeres y los jóvenes o en la gran tarea de la unidad y organización de la clase obrera.
Sin embargo, a pesar del esfuerzo y la insistencia de numerosos camaradas que asistieron a las reuniones mundiales de defensa de la paz, o a los congresos internacionales de mujeres o a los “encuentros” juveniles, se obstruía sistemáticamente el estudio por el Partido de esas experiencias. Los informes centralizados en Gómez, volvían raramente a la circulación. Conclusiones de tanta importancia como las emanadas del III Congreso de la Federación Sindical Mundial fueron sustraídos al debate normal del Partido, a pesar de las protestas que ello aparejó en el Secretariado y en el Comité Ejecutivo.
El menosprecio y enfrentamiento de las experiencias internacionales practicado por Gómez, eran la expresión de sus posiciones de grosero nacionalismo que infiltró en el Partido.
Al discutirse las experiencias del XIX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, el Partido criticó con razón las corrientes del “nacionalismo burgués” existente en diversos documentos del Partido, que mezclaban las tradiciones históricas del movimiento artiguista con la ideología del Partido, el marxismo-leninismo. En esa oportunidad la discusión no fue a fondo en el Partido como correspondía, hasta extraer las raíces nacionalistas burguesas infiltradas en el Partido por Gómez.
La actitud nacionalista burguesa seguía presente y emboscada, en el enfrentamiento por Gómez de las experiencias del Partido Comunista de la Unión Soviética y de los demás Partidos Comunistas hermanos.
Así Gómez recurrió a todas las maniobras para trabar el conocimiento partidario de las experiencias del XIX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética y, finalmente, dijo esa ridiculez de que el XIX Congreso demostraba que era necesario continuar la línea de agosto... Todos los Partidos Comunistas del mundo estudiaban como un acontecimiento histórico-universal los planteamientos de Stalin, los informes, debates y resoluciones del Congreso. La conclusión de Gómez era que “Gómez tenía razón en su informe de agosto de 1952 y que la enseñanza del XIX Congreso consistía en que era menester aplicar la línea de Gómez!”
En cuanto a los otros Partidos Comunistas hermanos...bueno, mejor es no hablar!
Gómez predica la autosatisfacción nacionalista frente a los partidos hermanos pretendiendo que somos “el ombligo del mundo” y que todos tienen que aprender de nosotros, cuando, ¡vergüenza debía de darnos de nuestro atraso ideológico, como dirigentes, de nuestra debilidad política por permitir tan gruesas cosas en nuestro Partido!
En los últimos tiempos, Gómez y su hijo se dedican a organizar grupos folklóricos, tapadera de la labor fraccional antipartidaria.
En los grupos fraccionales el veneno nacionalista aparece en forma grosera. Procuran enfrentar, en ellos, la cultura soviética, las obras soviéticas, con el planteamiento de la necesidad de estudio de la literatura nacional.
Si se ve a un camarada leyendo una obra soviética, se le dice: “¿Por qué no lee a Acevedo Díaz; pero queremos educar a nuestros cuadros y a la clase obrera y al pueblo, a la luz de la nueva humanidad socialista. ¡Nunca leeremos bastante ni aprenderemos bastante de las enseñanzas del Partido Comunista de la Unión Soviética, ejemplo magnífico de esa nueva sociedad que está construyendo el comunismo!
Pero, ¿por qué realizan ese enfrentamiento? ¿Por qué Gómez quita su tiempo reducido de dos o tres o seis horas por semana a la labor de dirección del Partido, para dedicar largas horas a dirigir la redacción de un informe sobre el folklore, plagado de afirmaciones nacionalistas? ¿Por qué dedica buena parte de su actividad de dirigente a prestigiar, presidir “grupos folklóricos” y a ayudar a preparar un informe sobre folklore, que cuando lo pedimos para leerlo otros dirigentes del Partido, porque lo oímos y vemos el veneno nacionalista que encierra, se da la directiva que ni a Suárez, ni a mi, ni a otros dirigentes se les de copia, porque “somos contrarios al folklore”?
La respuesta es clara: en los grupos fraccionales los Gómez realizan actividad consciente y directa de envenenamiento nacionalista del Partido, llevan a cabo una actividad consciente antisoviética que se une a la preparación del golpe contra el Partido. Todos los actos de formación de grupos especiales en el Partido, de una disciplina prusiana tipo nazi, se hacen con la participación personal de Gómez. Se echan las bases nacionalistas en un vasto plan contra los fundamentos ideológicos del Partido y al mismo tiempo conspiran para ir liquidando cuadro a cuadro de la dirección y dar un golpe con cualquier bandera, pero en el fondo enfrentando al internacionalismo proletario.
Pero ¿cómo el Secretario General de un Partido, que hace veintitantos años que no va a la Unión Soviética, transfiere siempre su viaje a pesar de las incitaciones de todos sus camaradas de la dirección? ¿Cuántas veces planteamos diversos camaradas lo beneficioso que sería para el Partido que su Secretario General viajara hasta la URSS a presenciar los cambios extraordinarios de la sociedad socialista en marcha hacia el comunismo?
Nunca encontró tiempo ni oportunidad para hacerlo. Encontró tiempo para el folklore, o para dirigir aparatos fraccionales en el Partido; pero no encontraba tiempo para recoger, para bien de nuestro pueblo, las experiencias de la nueva humanidad!
Y como complemento de sus posturas nacionalistas, Gómez desenvuelve su ataque contra la educación del Partido. Lo hace porque quiere minar los fundamentos marxistas-leninistas del Partido, sumir a los cuadros en el atraso ideológico, aún mayor del que hemos sufrido los dirigentes, para no ver esta conspiración monstruosa hasta sus últimas consecuencias. Si nosotros hubiéramos tenido realmente una formación marxista consecuente, hubiéramos desentrañado antes este plan, y visto la plataforma monstruosa que se estaba incubando, para paralizar al Partido y destruirlo. El estudio de las experiencias internacionales, el estudio de los principios marxistas-leninistas, el estudio en particular de las experiencias del Partido Comunista de la Unión Soviética, el conocimiento del trabajo de los Partidos hermanos, deberían constituir una preocupación seria y permanente de nuestro Partido.

CAPITULO V


Las tareas para el desarrollo y el fortalecimiento ideológico y orgánico del Partido

1)      El desarrollo del Partido, su crecimiento, su elevación ideológica y su fortalecimiento orgánico, constituyen un marco fundamental de su situación política, de su grado de conexión con las masas, de la profundidad y certeza del trabajo de organización de la dirección en todas las instancias.
El estancamiento del Partido y la reducción de su activo reflejan de modo categórico la magnitud de los errores cometidos.
Pero, los errores de carácter político e ideológico no son los únicos que han paralizado el desarrollo del Partido. La destrucción de la organización del Partido por la fracción de los Gómez, completaba toda la actividad de provocación política. La dislocación de los aparatos del Partido; la destrucción de los cuadros y la disolución de todo organismo dedicado al trabajo de cuadros; el estrechamiento del activo –disperso por las más diversas y enfrentadas tareas, descentrado de la labor de organización de las masas hasta transformarlo en un esqueleto de Partido obligado a sustituir al conjunto del Partido e imposibilitado por lo tanto de actuar en las tareas de organizar a la clase obrera y el pueblo; el abandono de las agrupaciones de las grandes empresas; la orfandad absoluta de la organización del Partido en el Interior y la destrucción sistemática de toda dirección departamental en Montevideo, etc., caracterizan en grandes rasgos esa situación. En particular es bueno destacar lo que ha pasado siempre con el Comité Departamental de Montevideo, dirigente de la principal organización del Partido. ¿Acaso alguna vez ha durado un Secretariado o un Comité Departamental de Montevideo? Pasar por Montevideo era cruzar por el fuego; los dirigentes de Montevideo periódicamente se volvían los “cabezas de turco” de los errores generales y, en consecuencia, se cerraba así la vía primordial de afluencia de nuevos cuadros experimentados a la dirección del Partido.
Esta situación se agudizó en los últimos períodos, por el abandono y desorden en materia de reclutamiento, de asimilación, de distribución y vigilancia en materia de carnets del Partido, acerca de lo cual reina una irresponsabilidad criminal. Acerca de ello es necesario reaccionar violentamente: las cuestiones referentes al título de miembro del Partido, a la distribución de los carnets, a la cotización, al conocimiento exacto del número de afiliados al Partido, etc., son tareas de primer plano de la dirección del Partido y del Partido en su conjunto.
La lucha contra la irresponsabilidad y el espontaneísmo en materia de crecimiento y organización del Partido, debe elevarse a la altura de una gran batalla ideológica.
El Partido, como se sabe, crece en la lucha, en el ejercicio de su función de vanguardia al frente de las grandes masas; pero el Partido no crece, no se desarrolla, ni se organiza espontáneamente. Debemos llevar a cabo una labor sistemática de engrandecimiento del Partido, particularmente en las grandes empresas; debemos vincular cada lucha a las cuestiones prácticas del desarrollo del Partido; debemos situar buenos cuadros en las agrupaciones de las grandes empresas y en los centros vitales del proletariado, y, en cada batalla de la clase obrera, procurar la incorporación al Partido de los obreros más combativos; debemos llevar a cabo una política sistemática de reclutamiento de nuevos afiliados y vigilar su asimilación y el estado numérico del Partido, inseparablemente de su estado ideológico. Estas no pueden ser tareas colocadas en manos de cuadros intermedios; deben ser responsabilidad de primer plano de la dirección.
Unida a la lucha contra todo “espontaneísmo” en materia de crecimiento y organización del Partido, debe situarse la educación y la elevación del nivel ideológico de los cuadros y del Partido en su conjunto.
El sabotaje de las tareas de  Educación del Partido realizado por los Gómez, ha causado un serio daño. El Partido crecerá sistemáticamente y consolidará su organización, si realizamos una gran labor de educación, de estudio de los textos de Marx, Engels, Lenin y Stalin, de estudio creador de las experiencias del Partido Comunista de la Unión Soviética y de las experiencias de Partidos Comunistas hermanos y si unimos ese estudio a un esfuerzo serio y consecuente por aplicar el marxismo a la realidad nacional.
2)      Es necesario restablecer en el Partido los principios leninistas en materia de organización. Y, en primer término, debemos restablecer enérgicamente, el principio de la dirección colectiva.
Una de las causas que ha retrasado evidentemente, la revelación del complot contra el Partido y el estudio de una correcta línea política, ha sido la situación anormal de la dirección del Partido, la ausencia de trabajo colectiva, la existencia de una “jefatura” colocada por encima de los organismos regulares del Partido y la utilización semidiscrecional por la fracción de los Gómez de las principales herramientas de trabajo de dirección partidaria.
¿Y eso a qué conducía? ¿Cuál era la vida real de nuestra dirección del Partido?
Hay que decirlo, con vergüenza de antiguo comunista, pero a la vez como violenta reacción contra este estado de cosas. Era la vida de la despolitización y del rebajamiento ideológico: con un secretariado y un Comité Ejecutivo que no enfrentaban con independencia plena a la fracción de los Gómez y un Comité Nacional transformado en un telón de fondo y a quien se convocaba formalmente pero que no pesaba; que no era la verdadera dirección del Partido.
Para rebajar el nivel ideológico y toda independencia de los cuadros de la dirección, Gómez desfiguraba el criterio de la autocrítica, para transformarla en un torturante golpeteo de pecho, que se prestaba a los métodos terroristas de discusión y facilitaba el ablandamiento de la dirección y mataba todo germen de discusión política independiente y de contralor real, colectiva, por el Comité Nacional.
Así se deformó el método de discusión de los problemas por el Partido. El Comité Nacional, así como cualquier organismo, debe discutir un problema y opinar libremente acerca de éste, luego se debe llegar a una resolución y pasar a aplicarla y a controlar su aplicación. En vez de este sistema sano de discusión y trabajo, se implantó el sistema terrorista de realizar vueltas y vueltas de discusión, a pretexto de revelar las discrepancias ocultas, pero, en verdad, para asfixiar toda discusión, hasta uniformar al Comité Nacional en la repetición mediocre de la fraseología de los informes de Gómez y hasta imponer una presunta autocrítica donde cada uno admitía cualquier absurdo.
Esto no tiene nada que ver con un método de discusión comunista, es una práctica viciosa destinada a ahogar la crítica y aplastar a los cuadros, a impedir que la gente piense, a contraponer unos cuadros a otros, para destruir la dirección del Partido. ¡Debemos desterrar estas prácticas de raíz! Ahora que hemos discutido estas cosas a “calzón quitado” como dicen los chilenos, se vive un clima nuevo, corre un aire fresco en el Comité Nacional, todo él consciente de sus tremendas responsabilidades pero dispuesto a reaccionar frente a ellos. Cuadros que habían repetido permanentemente las mismas cosas, los vemos levantarse, hablar claramente, aportar a la discusión y mostrar sus verdaderas posibilidades como dirigentes.
Y por aquel camino se había establecido y teorizado la burocracia en el Partido. Burocracia que comienza por el Secretario General, aislado del Partido, que en toda la campaña electoral encontró oportunidad para hablar en sólo 2 actos, plantando a todos los organismos en el interior y la capital. Nunca tuvo tiempo para atender a los dirigentes obreros, cargados de problemas y agobiados por todas las inquietudes. No tenía tiempo para atender a los frentes diversos, que llegaban con sus múltiples problemas. Se sentía molestado, porque le hacíamos consultas o promovíamos inquietudes. La Secretaría General, era una montaña infinita de problemas que llegaban y nunca salían. Dos veces por día para el trabajo del secretariado, dos veces por semana, 3 horas, para el trabajo del Comité Ejecutivo. ¡Ese es el conjunto de la actividad de un Secretario General! ¡Esto es el entronizamiento de la burocracia, de la separación de las masas, de un proceso de separación del Partido y de las masas que ha permitido esta monstruosa provocación política.
Y cuando una vez en la vida, tuvo que discutir en serio con su Partido, toma las de Villadiego y se dedica a escribir cartitas a los afiliados y simpatizantes.
Es necesario concluir en el Partido con el encogimiento cobarde, de que ha hecho gala la propia dirección. Es necesario que no haya para los dirigentes, más que una política justa: la política de principios. Nada importa,  a no ser la defensa clara de los principios, la conciencia honesta de cada militante. Por encima de la suerte personal de cada uno, es necesario crear un clima de independencia política y de crítica, de iniciativa creadora en el Partido.
Sabemos que la base del Partido nos va a decir cosas muy duras. No nos asusta. La dirección ha abierto esta lucha, que es sólo el comienzo. El Partido dirá su palabra. Pero la lección inolvidable de estos acontecimientos, es que no pueden haber bocas cerradas en el Partido; y no en la frase de un informe; sino con la seguridad dadas cada militante de que su opinión no va a ser amañada en una cabeza de proceso para taparle la boca. Es necesario transformar en delito contra el Partido, lo que trabe la crítica. Es necesario tomar medidas ejemplarizantes, de expulsión del dirigente que quiera taparle la boca a la crítica de los afiliados del Partido!
Es necesario terminar con el culto de la personalidad. Sólo los organismos regulares de Partido, dan base a su sabiduría colectiva. Aquí vemos derrumbarse como un ídolo de cartón a este jefe que nos hemos puesto por arriba de todos!
Pero no se trata de establecer nuevos hombres colocados por encima del Partido. Todos los dirigentes tenemos una pesada responsabilidad. Lo hemos demostrado por nuestro atraso ideológico, nuestra falta de valentía política, nuestra falta de vigilancia. Es necesario restablecer a los organismos en su función dirigente, colectiva, con el mutuo control de unos cuadros sobre otros, sin compadrazgos ni parentesco, empezando por su dirección: desarrollando la crítica y la autocrítica, en el libre juego de las opiniones que establecen la base de una elaboración colectiva de la línea, dentro de los principios del centralismo democrático. El Partido no tiene más jefes que su Comité Nacional.!
Es necesario comprender las experiencias del Partido Comunista de la Unión Soviética, que enseñan a oír las críticas de la base, aunque esas críticas tengan un 10% o un 5% de verdad. Únicamente un cuadro formado y experimentado, puede hacer un estudio completo y formular una crítica completa. Y si un cuadro de base realiza determinadas críticas, y se coloca por encima el 80% de error de esa crítica, no se va a distinguir el 20% correcto, y en última instancia ese cuadro no va a volver a criticar. Debemos recoger lo positivo de la crítica, para levantar la cabeza de la base del Partido, y del Partido mismo, para reeducarnos como dirigentes y reeducar al Partido en los principios del marxismo-leninismo.
Debemos sentar en forma terminante que la ley del Partido es su Estatuto, ley pareja para la dirección y para la base, y que por encima de la ley que el Partido se da democráticamente en su Congreso, no hay ninguna ley, y nadie la puede tergiversar.
3)      Los hechos son muy graves, Desprenden una gran responsabilidad sobre la dirección del Partido. Pero no creemos, como dice alguna gente y lo repite la prensa imperialista, que todo está podrido. El Partido está dando demostraciones de su salud política al abrir esta discusión sin temores y a cara descubierta. Independientemente de lo que diga el Partido, en su Congreso, sobre cada uno de sus dirigentes, ésta deber ser una lección inolvidable para todos.
Pero debemos de abordar la lucha con conciencia plena, de que el Partido tiene reservas inagotables y que saldrá adelante. Creemos que hay fuerzas sanas en la dirección y en la base del Partido, que lo llevarán adelante. Creemos que el Partido saldrá adelante, porque la lucha está abierta y ningún afiliado tiene ya mordaza que le impida decir lo que piensa. Creemos que la base obrera del Partido, su capital de viejos cuadros internacionalistas, la fuerza de los nuevos cuadros, en medio del fuego de esta lucha, permitirán que salgamos fortalecidos, reeducados y agrandados, conscientes de la pesadez de los errores que hemos cometido, conscientes también de que mientras estamos en el Partido, estos errores no se volverán a repetir. Pero es necesario una lucha tenaz y prolongada, estar atentos contra todos los vicios y los defectos, corregirlos a fondo, comenzando por el propio trabajo de la dirección. No pararse en mitad del camino. Desarrollar la vigilancia y el control mutuo, abrir la discusión franca, que no debilita la unidad ni la camaradería, sino que da una unidad real y honesta del Partido, la verdadera unidad monolítica, de principios, que enseña el leninismo. Vigilancia y discusión fundamentalmente sobre estos aspectos de línea.
Hay camaradas que erróneamente, y hay fuerzas extrañas que deliberadamente, quieren colocar la discusión principalmente sobre los fenómenos morbosos de corrupción que impulsó Gómez Chiribao. No! Los elementos de corrupción que han rodeado la vida de este degenerado, no son más que un detalle de la política fraccionalista, provocativa, contra la línea del Partido. Es sobre los problemas de línea que el Partido va a salir adelante. No es la afirmación “de que todos están en la misma sal”.
La responsabilidad de la dirección es muy grande, pero hay quienes se han hundido en el fango y hay quienes han cometido errores políticos profundos que el Partido juzgará. El Partido, discutiendo acerca de los problemas políticos e ideológicos va a encontrar el camino correcto, va a trazar la línea que lo lleve a las masas, va a incorporar nuevos afiliados, va a juzgar, inclusive, la situación de cada cuadro, aún de aquellos que intervinieron en los trabajos fraccionalistas de modo justo y serio. Se verá su situación particular. No debemos medir con un rasero común, sino a la luz de una investigación objetiva, clara, terminante, basada en las pruebas y a la luz de una política de principios. Creo que el Partido va a realizar una gran discusión y que en ella irá a fondo. La dirección debe hablar claro y sin temor, como seguramente lo reclama la base. Debe afrontar su responsabilidad y debe dar ejemplos inmediatos de corrección de las dificultades y errores, de los vicios, para extirpar las raíces de la provocación, y encontrar los caminos de salida.
Para ello, es necesario una gran modestia de los dirigentes. Se ha querido educar al Partido en el culto de los hombres providenciales que viven distinto del Partido y de las masas, que viven una vida ajena al proletariado y al pueblo. Si bien la mayoría de la dirección hemos vivido la vida simple y sencilla del Partido y del pueblo, se ha infiltrado este veneno en el Partido.
La Dirección ha cometido graves errores. En el camino de la modestia y de la denuncia y corrección franca de esos errores, el Partido va a encontrar los caminos de salida.
Hemos sido educados en la jactancia, en la suficiencia, en el menosprecio de la experiencia internacional. Debemos de comprender que tenemos que estudiar mucho, muchísimo, los dirigentes del Partido. Estudiar mucho la experiencia internacional y decir francamente ante el Partido que tenemos una Dirección ideológicamente atrasada, una dirección que debe estudiar y luchar, que debe ponerse a la altura de lo que reclama el Partido en este momento y de lo que reclama la tarea histórica que debemos afrontar en el país, la tarea de poner en marcha el gran movimiento democrático de liberación nacional.
Es necesario una vida sana de cada dirigente, que pueda exhibirse libremente ante las masas. Es necesario una verdadera Comisión de Control, no para perseguir en la base a algún afiliado que critica, sino para controlar políticamente y controlar primordialmente a la propia Dirección.
4)      Finalmente camaradas:
En forma apretada, el Comité Nacional ha trazado las grandes líneas de las tareas a afrontar:
1º) Desarrollar la lucha por la paz, la soberanía nacional y la Democracia y pasar a organizar realmente en la práctica de la lucha, el Frente Democrático de Liberación Nacional en el país.
2º) Intensificar, ampliar y organizar inmediatamente la lucha por la paz. Apoyar y desarrollar con cuadros, con las medidas necesarias, el movimiento de partidarios de la paz. Desenvolver la campaña de firmas, popularizar y discutir hasta el fin la resolución de Helsinki, documento extraordinario para la unidad de las fuerzas partidarias de la distensión internacional y el desenvolvimiento del Movimiento de Partidarios de la Paz.
3º) Unir y organizar a la clase obrera; intensificar la lucha sindical, decidir la victoria de Ferrosmalt y la solidaridad con los trabajadores en huelga. Ayudar realmente a fortalecer a UGT, dando confianza a sus dirigentes y los medios adecuados para desenvolver un gran trabajo a fin de desarrollar el movimiento sindical. Debemos dar la ayuda primera, la más franca, la más directa, la más fraternal y la más modesta, a estos valiosos cuadros del Partido, que están en contacto con la clase obrera. Trazar una verdadera línea de unidad para el movimiento obrero, una línea que encare a fondo los problemas del Cerro, de Ferroviarios, de Textiles. Pero el del Cerro, en primer término, donde tenemos una línea falsa, contraria a los intereses de la clase obrera. Mientras miles de obreros militan en la Autónoma, se mantiene falsamente una organización ugetista lo que impide la unidad y aísla a nuestros compañeros. El camarada Lenin enseñaba en “El extremismo, enfermedad infantil del comunismo” que era una necedad que cometían los comunistas alemanes de izquierda” los cuales deducen del carácter reaccionario y antirrevolucionario de los cabecillas de algunos Sindicatos, de renunciar a trabajar en los mismos, de crear nuevas formas de organización obrera inventadas por ellas. Es esta una estupidez tan imperdonable, que equivale al mejor servicio prestado a la burguesía por los comunistas”.
“...No actuar en el seno de los sindicatos reaccionarios significa abandonar a las masas obreras insuficientemente desarrolladas o atrasadas, a la influencia de los líderes reaccionarios, de los agentes de la burguesía, de los obreros aristócratas u obreros aburguesados. Precisamente la absurda teoría de la no participación de los comunistas en los sindicatos reaccionarios, demuestra con la mayor evidencia con qué ligereza estos comunistas de izquierda, consideran la cuestión de la influencia sobre las masas y de que modo abusan de su griterío acerca de las masas. Para saber ayudar  a las masas, para adquirir su simpatía, su adhesión y su apoyo, no hay que temer las dificultades, las zancadillas, los insultos, los ataques, las persecuciones de los jefes, y trabajar sin falta allí donde están las masas. Hay que saber hacer toda clase de sacrificios, vencer los mayores obstáculos, para entregarse a una propaganda y agitación sistemática, tenaz, perseverante, paciente, precisamente en las instituciones, sociedades, sindicatos, por reaccionarios que sean, donde se halla la masa proletaria o semi-proletaria”.
Esta política antileninista, sectaria y condenada por toda la experiencia internacional, de separar a nuestros militantes comunistas de la organización a donde están las masas, en la Federación de la Carne, ha estancado al Partido y nos ha impedido inclusive aprovechar algunos éxitos obtenidos en la campaña electoral.
Debemos cambiar esta orientación falsa y absurda. Y estudiar junto a ello serias medidas, de Partido; debemos destinar al Cerro, partidaria y sindicalmente fuerzas considerables, cuadros de nuestro Comité Ejecutivo si es necesario, a dirigir el Seccional Cerro o nuestro propio Secretario del Comité Departamental. Debemos destinar un núcleo importante de cuadros allí donde está el centro de la clase obrera, de capacidad suficiente para cumplir las tareas organizativas, agitativas, propagandísticas, que reclama un lugar donde viven 15 mil obreros de las mayores empresas del país. 10 mil de ellos de  los grandes centros del imperialismo norteamericano. Estudiar la política de unidad que tan hermoso ejemplo da en el Puerto y extenderla a ferroviarios y textiles.
Desterrar el oportunismo y el sectarismo en el movimiento sindical. Discutir realmente las resoluciones de la Federación Sindical Mundial. Dar un gran apoyo a la CTAL y estrechar vínculos con el movimiento sindical de todo el continente que tiene un enemigo común, el imperialismo norteamericano y las oligarquías dominantes a su servicio.
4º) Debemos estudiar a fondo el problema del campo y trazar una orientación concreta, táctica, del trabajo, ya sea por uniones o sindicatos de obreros agrícolas, ya sea para el levantamiento de Comités campesinos, ya sea para una línea de actuación en las organizaciones rurales existentes, ya sea para levantar el Partido en el campo. Y pasar a ayudar directa y eficazmente al Partido en el Interior.
5º) Debemos desarrollar un gran movimiento femenino de masas, democrático, de gran amplitud, concluyendo con el sectarismo y dando la preocupación fundamental del Partido a su desarrollo y la mayoría de los cuadros femeninos.
6º) Dedicar atención al desarrollo del movimiento de la Juventud Democrática; a fortalecer nuestra Juventud Comunista y que la próxima Convención  de fundación de la Juventud Comunista, sea una fiesta para el Partido.

En cuanto a las propias tareas del Partido:
1º) Debemos encarar los problemas relacionados con el Programa y los Estatutos, con vistas a estudiar realmente sus postulados y normas.
2º) Restablecer una verdadera política de organización y de crecimiento del Partido, desenvolver en este sentido una gran discusión en el Partido hacia el Congreso. Este si , será un Congreso histórico para nuestro Partido!
Debemos resolver radicalmente los problemas de la construcción del Partido en las grandes empresas, y destinar hombres fundamentales de la dirección a los centros fundamentales de las grandes empresas.
Debemos encarar una justa política de cuadros, dedicar atención especialísima a una buena selección y educación de cuadros, para que todos reciban el apoyo del Partido, para que surjan cuadros no deformados en una encarecida atmósfera interna, sino que la condición del militante sea su contacto de masas, su vinculación con la clase obrera y el pueblo, su contacto con la fábrica, con el vecino, con los hombres del pueblo. No inventados genios internos, sino dirigentes de la clase obrera y el pueblo. Y en este sentido, ir a la promoción audaz de los compañeros más combativos, a la promoción audaz de decenas de obreros de los centros fundamentales a todas las direcciones del Partido.
3º) Debemos desarrollar la educación como cuestión central del Partido; una educación que una las experiencias de la realidad nacional, al conocimiento de los textos fundamentales de Marx, Engels, Lenin y Stalin. Desarrollar en el Partido la lectura de “Por una paz duradera, por una democracia popular”, ese instrumento fundamental de la experiencia del movimiento comunista internacional. Estudiarlo en la dirección y en la base. Esa lectura y ese estudio armarán a todos nuestros militantes, no sólo para trabajar mejor, sino también para vigilar mejor y actuar con independencia para controlar el trabajo del Partido.
Debemos desenvolver nuestra propaganda, una propaganda de masas, que llegue a las grandes empresas, una propaganda de folletos dirigidos a explicar los problemas fundamentales de la vida política nacional e internacional, dirigidos especialmente a los obreros de las grandes empresas y al campo. Debemos desarrollar campaña de conferencias y de actos del Partido, que expliquen nuestra política y que vuelvan el Partido de cara a las masas.
Debemos lanzar la idea de una gran colecta nacional para engrandecer JUSTICIA no para invertir la mayor parte del presupuesto del Partido en cuestiones internas, sino para desarrollar el órgano principal del Partido, el instrumento fundamental de agitación, de movilización, de organización, de orientación de masas, como enseñaba Lenin. Para darle máquinas y desarrollarlo, como condición para desarrollar el propio Partido y sus vínculos de masas.
Debemos editar la revista del Partido inmediatamente, que ayude a preparar el Congreso. No para repetir frases generales, sino para estudiar los problemas de la realidad nacional, del Partido y de la realidad internacional, en estudios serios, pormenorizados, que ayuden al Partido y contribuyan a esta discusión. Y para difundir las mejores experiencias internacionales para el Partido.
Estudiar en una serie de grandes empresas, la salida de un núcleo de buenos periódicos, no sólo con camaradas de esas empresas, sino ayudados por intelectuales, dibujantes, periodistas, cuadros del Partido. Periódicos que esos sí, sean la cara y la voz del Partido en las grandes empresas!
Editar y difundir el programa del Partido Comunista del Brasil  y el informe del camarada Prestes, esa gran figura del movimiento continental y mundial.
Resolver inmediatamente la realización de un gran acto público del Partido, donde planteemos abiertamente ante la masa los problemas del Partido y su política. Resolver las cuestiones básicas del Partido en Montevideo y en los principales departamentos.
Desenvolver la crítica, la autocrítica y la discusión de los Estatutos, en el camino hacia el Congreso. Dar una gran altura ideológica a ese debate!
¡Y estamos seguros, con fe hoy más que nunca, que el Partido que hoy se ha sacado la soga del cuello, va a encontrar los caminos de masas, en breve plazo, los caminos de la unidad de la clase obrera y el pueblo y los caminos del engrandecimiento del Partido!


Ediciones Liberarce