Versión taquigráfica del informe al Comité Nacional, producido por Rodney Arismendi -Secretario del Partido- el 17-18 de julio de 1955, y reiterado ante los activos generales del Partido de Montevideo y de los departamentos del Interior
Camaradas:
El Comité Ejecutivo y
posteriormente el Comité Nacional expulsaron de las filas del Partido a Eugenio
Gómez Chiribao, sorprendido en una vasta labor de provocación política y de
conspiración fraccional contra el Partido. Los afiliados del Partido han
expresado su solidaridad ardiente con esta medida depuradora de la dirección
nacional, la cual aunque adoptada con evidente retraso, defendía la unidad del
Partido y abría la lucha ideológica y política en defensa de los principios
leninistas de organización y por el trazado de una línea justa que capacitara
al Partido para su histórica misión de conductor de la clase obrera y el
pueblo. Particularmente las agrupaciones de empresa, reunidas
extraordinariamente con el más alto número de afiliados, declararon su apoyo
combativo a la tarea empeñada. Los amigos del Partido hicieron llegar su
solidaridad a la dirección y a los organismos del Partido.
Sólo Eugenio Gómez, hasta hace
unas horas Secretario General del Partido, se opuso, primero en el Comité
Ejecutivo y luego en el Comité Nacional al planteamiento político realizado y a
la expulsión de su hijo; convocado nuevamente el Comité Nacional, Eugenio Gómez
se negó a asistir al mismo, se negó a discutir con la dirección del Partido; se
levantó contra el Partido y comenzó a enviar cartas y declaraciones a diversos
afiliados y simpatizantes llamándolos a la lucha contra las decisiones del
Partido. El Comité Nacional, con la firma de todos sus miembros, titulares y
suplentes, decidió emplazar públicamente a Eugenio Gómez a asistir al Comité
Nacional a discutir con el Partido sus actitudes y responsabilidades. (1)
1) Hoy nadie se engaña acerca
de quién era Gómez Chiribao y nadie duda de la veracidad de las denuncias
formuladas ante el Comité Ejecutivo y el Comité Nacional y de las cuales
informáramos al activo de Montevideo hace dos días.
CAPITULO I
El plan del enemigo tendiente a destruir el Partido
Pero el Partido quedaría a
mitad del camino si luego de esta medida depuradora y del primer análisis
político, no entrara a examinar con más profundidad, su situación política,
ideológica y orgánica, a fin de determinar las causas que permitieron a un
provocador escalarlos más altos puestos en la dirección del Partido y que la
propia Secretaría General pudiera transformarse en un centro de conspiración
contra el Partido.
No son sólo y primordialmente
problemas de métodos de trabajo los que han creado esta situación en el
Partido; son profundos problemas de carácter ideológico los que han conducido
al estancamiento del Partido y a su separación de las masas. Es sobre este
fondo que ha podido crearse la situación que afrontamos.
La dirección del Partido no
reaccionaría de sus errores, no reaccionaríamos individualmente cada uno de sus
integrantes, si no procuráramos descarnar esas causas sin temer a medir a la
vez nuestra pesada responsabilidad, a fin de poder corregir los defectos y
abrir paso a las soluciones de fondo que el Partido necesita.
El retraso en el desarrollo
del Partido y del movimiento de masas, no obstante las condiciones
excepcionalmente favorables - tanto en el plano internacional como nacional-
obedece, en primer término, a la ausencia de una línea marxista consecuente del
Partido frente a los problemas capitales de la vida económica social y política
del país; pero, a la vez es visible que ha venido desenvolviéndose un plan del
enemigo imperialista dentro del Partido, orientado a destruirlo, a cortar sus
vínculos de masas, a impedirle se trazara una línea política correcta a la luz
de la experiencia comunista internacional. Hoy está probado, por la
documentación que posee el Comité Nacional, que este plan tiene largos años y
que tanto en el montaje de núcleos fraccionales como en la provocación contra
los fundamentos ideológicos del Partido, estaban comprometidos personalmente no
sólo Gómez Chiribao, sino también Eugenio Gómez.
Es menester plantear al
Partido la situación con toda franqueza. El Comité Nacional afirma que este
plan provocativo contra el Partido lo ha dañado profundamente; ha impedido
cosechar para el Partido como correspondía, los frutos del esfuerzo abnegado de
nuestros militantes de base y de dirección en defensa de los intereses de la
clase obrera y del pueblo; ha alejado al Partido de las masas dificultando la
labor que los comunistas realizamos en el Sindicato, en el movimiento popular,
en el Parlamento y en los cargos municipales, esfuerzo que tantas conquistas ha
aparejado a los trabajadores y a todos los sectores patrióticos de la
población.
Es que todo el filo de este plan
de provocación política apuntaba a cercenar los vínculos del Partido con las
masas; y a impedir el desarrollo de un poderoso movimiento democrático de
liberación nacional.
Con los más variados
pretextos, y a pesar de la voluntad de paz de nuestro pueblo expresada en miles de firmas por la prohibición de las
armas atómicas, se trabó el esfuerzo que debemos desempeñar los comunistas en
favor del desarrollo del movimiento de Partidarios de la Paz, el más amplio de
todos los movimientos democráticos de masas.
De la misma manera se asfixió
el movimiento femenino, imprescindible para movilizar, organizar y educar a las
grandes masas de mujeres en la brega por la paz y la democracia.
Se paralizó la labor
unificadora de la joven generación; se disolvió la organización de la Juventud
Comunista y se trabó de este modo el proceso de educación revolucionaria de los
jóvenes en negación abierta de toda la experiencia internacional.
Gracias al trabajo sacrificado
de camaradas del Partido y de militantes de los Sindicatos, el movimiento
sindical conserva fuerzas poderosas, a
pesar de todas las trabas sectarias y oportunistas con que se ha procurado
impedir su desarrollo y, a pesar de que Gómez y Gómez Chiribao instauraban el
método de la persecución y los malos tratos como norma para los cuadros del
movimiento obrero.
El trabajo en el campo y la
labor tenaz por forjar la alianza obrero campesina, constituyen, de acuerdo a
las enseñanzas leninistas, la principal base social del movimiento democrático
de liberación nacional, de la revolución democrático-burguesa y de esa
revolución en los países semicoloniales y dependientes, no obstante, el Partido
en el Interior del país, particularmente en el campo, fue abandonado a su
suerte por años, sin ninguna ayuda efectiva y sin un estudio profundo y
programático de los problemas del campo.
Este plan contra el Partido,
que fue aplicándose paulatinamente, sin que la dirección en su miopía política advirtiera
su alcance -ya que distintos miembros de ésta se le opusieron solamente en
aspecto fragmentarios y parciales- se dirigía a reducir la influencia de masas
del Partido porque procuraba destruir el Partido. Con su larga historia de
luchas, inspiradas en el Partido Comunista de la Unión Soviética, con la
probada devoción de nuestros militantes a la causa obrera y popular, con las
conquistas reivindicativas y políticas logradas por esfuerzo de nuestros
camaradas en sus distintos puestos de lucha, el Partido debía crecer y
desarrollarse; no obstante, la destrucción sistemática de la organización del
Partido realizada directamente por Gómez Chiribao ha estrechado el número de
afiliados al Partido, ha reducido el activo de cuadros; ha arrinconado los viejos
cuadros, menospreciando su experiencia y su probada devoción comunista,
mientras no se formaban nuevos cuadros a no ser de manera aislada, o por propia
iniciativa. Se ha realizado, a la vez, un ataque sistemático al nivel
ideológico del Partido y a su política de educación: una y otra vez, el Partido
ha construido sus cursos, ha puesto en marcha una política de educación; una y
otra vez fue acorralada o suprimida con variados pretextos.
Para poder cumplir esta obra
destructora contra el Partido, se pisoteó la democracia interior, transformando
en delito "de lesa majestad" la crítica a un degenerado como Gómez
Chiribao o la justa protesta del Partido contra las insuficientes y errores de
la dirección.
Y como fundamentación
ideológica de este plan, Eugenio Gómez infiltró el nacionalismo burgués en el
Partido, a pesar de las declaraciones internacionalistas que pretendían
encubrirlo. De este modo, se enfrentó con soberbia las tareas del Partido a las
experiencias del Partido Comunista de la Unión Soviética, cargadas de enseñanzas para todo el movimiento
comunista y obrero mundial. Y se creó un clima de guerra civil con los Partidos
hermanos del continente, pretendiendo sumir al Partido en la suficiencia
nacionalista, coronada por el culta de la infalibilidad del jefe.
Estos hechos que crudamente
planteamos ante el Comité Nacional y que plantearemos ante el Partido, muestran
en conjunto toda una etapa del trabajo del enemigo en la dirección del Partido;
sería muy tonto pensar que estos hechos pueden ser fruto del azar o del
resultado de la incompetencia de determinadas personas. El montaje sistemático
de grupos de estructura fraccional, de disciplina autoritaria superpuesta a la
disciplina del Partido, que han venido realizando Gómez y Gómez Chiribao,
servían a los objetivos políticos denunciados. Poco veríamos como dirección del
Partido , si no comprendiéramos que esto
constituye un antiguo plan de paralización y de destrucción del Partido, que ha
podido marchar tanto tiempo a causa de nuestra falta de vigilancia, por nuestra
ausencia de seguridad y valentía políticas y por nuestro atraso ideológico como
dirección de Partido.
2) Se trata de un antiguo plan
contra el Partido ejecutado por Gómez Chiribao; pero prohijado directamente por
Eugenio Gómez, como surge claramente, ahora, de las declaraciones de distintas
personas involucradas en los núcleos y aparatos fraccionales.
Las raíces de este plan contra
el Partido pueden localizarse al terminar la segunda guerra mundial. De las
declaraciones de los involucrados surge que el primer grupo -rigurosamente
secreto para el Partido y que establecía obligaciones fraccionales- fue formado
por Gómez Chiribao, con conocimiento de Gómez, a fines de 1946 y principios de
1947. En sus filas participaba un policía descubierto luego de los sucesos del
Trocadero. Al terminar la segunda guerra mundial, el Partido había crecido y se
había desarrollado un poderoso movimiento democrático y obrero de masas en el
país. La heroica gesta soviética y los cambios históricos aparejados por la derrota
del nazismo y del militarismo japonés, alentaban la lucha de la clase obrera y
el pueblo uruguayo. La influencia de masas del Partido se acrecentó hasta
culminar en el triunfo electoral de 1946. Surgieron numerosos cuadros y
afluyeron al Partido millares de trabajadores llenos de entusiasmo, dispuestos
a educarse en los principios inmortales del comunismo. En el interior del país
creció el Partido y se puso en marcha el movimiento obrero, campesino y
democrático en general.
Conmovido por el heroísmo de
la Unión Soviética y el combate internacional contra el nazismo, nuestro pueblo
forjó el movimiento democrático más amplio de toda su historia política: el
movimiento de ayuda a la URSS y a las Naciones Aliadas. El movimiento juvenil
había encontrado los caminos de la unidad democrática. El movimiento femenino
inquiría audazmente en busca de las formas adecuadas para un movimiento democrático y sin sectarismos.
Había surgido un poderoso
movimiento sindical de masas. En el campo, nuestros militantes con hombres de
los más diversos sectores organizaron la Federación Agraria Nacional. Y si bien
el Partido no poseía un programa agrario radical bien estudiado y consecuente,
inspirado en las enseñanzas leninistas, nuestros afiliados del interior unían a
los campesinos en la lucha reivindicativa y agitaban con fervor el justo
principio de la entrega de tierra a los campesinos y peones.
Se abrían ante el Partido
grandes perspectivas a condición de que este fijara con claridad sus objetivos
programáticos y realizara una combativa y perseverante labor de movilización,
educación y organización de las masas y a la vez, de afianzamiento ideológico y
orgánico de sus filas.
Las desviaciones browderistas
en que había incurrido el Partido, en determinados aspectos de su actuación
durante la guerra, debieron analizarse críticamente a fin de educar y armar al
Partido y a las masas frente a los días de dura brega que se avecinaban. Por
ejemplo, el libro de Eugenio Gómez: "Los grandes problemas de la Economía
Nacional" es una síntesis de algunas de las deformaciones browderistas más
crudas en que incurrió el Partido. Calificaba así la "época" que
vivimos como "de cordial entendimiento, particularmente con los EEUU, para
recibir su colaboración en máquinas, para desarrollar todas las industrias e
impulsar con una técnica avanzada la producción en el campo2.
Se negaba así la teoría de
Lenin acerca del imperialismo, se edulcoraba el contenido de la política del
imperialismo yanqui y se creaba falsamente la ilusión de que los monopolios del
dólar iban a ayudar a los pueblos de América Latina a su desarrollo económico o
sea a fortalecer tendencias a la liberación nacional.
El análisis autocrítico de
esas deformaciones hubiera permitido al Partido ahondar en los fundamentos
ideológicos de su actuación y lo habrían capacitado para las batallas que se
avecinaban.
La decisión con que el Partido
combatió en la fábrica, en las calles, en la prensa y en la tribuna
parlamentaria al imperialismo yanqui al terminar la guerra y comenzar éste a desarrollar
su Plan Truman de militarización continental, no invalida nuestra afirmación de
que el no esclarecimiento autocrítico de los errores ideológicos cometidos
constituyó una seria traba para la elaboración de una línea correcta. Y es,
precisamente, en esos momentos que recrudece toda la faena de provocación
política del imperialismo yanqui y sus agentes nativos contra los Partidos
Comunistas y el movimiento obrero, democrático y de liberación nacional en el
Continente.
Al terminar la guerra, el
imperialismo yanqui, enfilado a su política de conquista del mundo, lanzado a
la creación de un clima de sobresalto bélico y de prepotencia atómica, dedicaba
una atención especial a América Latina. Dentro de los planes mundiales de la
oligarquía del dólar, América Latina debía ser una vasta colonia; cantera de
carne de cañón; sometida fuente de materias primas y mercado monopolizado de
productos yanquis; coto privado para la cacería de elevados beneficios para los
monopolios del dólar, y costas y territorios estratégicos a la orden de los
planes belicosos de Wall Street.
Pero en el camino de los
planes del imperialismo yanqui, se alzaba como un obstáculo principal, un vasto
movimiento de masas de carácter democrático desarrollado en la batalla contra
el nazismo; el movimiento obrero se había fortalecido y los Partidos Comunistas
se habían desarrollado en todo el Continente. Es entonces, que el imperialismo
yanqui desata la represión y los golpes de Estado a través de sus agentes y
aliados de las clases dominantes de cada país, combinados con el esfuerzo por
dividir el movimiento obrero y paralizar, por la provocación política, a los
Partidos Comunistas. Junto a la campaña desenfrenada de prensa y radio contra
el comunismo, los "agregados" norteamericanos, procuran reclutar sus
agentes en el movimiento obrero, entre los intelectuales, entre las diversas
actividades de la vida social y política. A través de sus agentes en los
gobiernos de América Latina, promueven leyes represivas, pero la atención
principal se centra sobre la provocación política, aprovechando la debilidad
ideológica y la falta de una verdadera madurez marxista-leninista de algunos
Partidos como el nuestro.
La provocación política se
extendiendo a todos los países. Al golpe de González Videla, se une la
provocación del grupo Reinoso, instalado en puestos de dirección del Partido de
Chile, sostenedor de teorías "putchistas, negador de la lucha de las masas
y organizados, con métodos muy parecidos a los descubiertos ahora en el
Uruguay, del "fraccionamiento" del Partido Comunista chileno.
En Brasil se organiza la
cacería y la persecución brutal contra Prestes, esa figura de América, mientras
se procura formar un grupo liquidacionista en el Partido. En la Argentina se
forma la fracción de Puigross, expulsado por sostener la claudicación frente al
peronismo. En Venezuela se forma un grupo provocador con la participación del
entonces Secretario General del Partido, descubierto después y expulsado, que
alternaba los métodos de provocación política y de corrupción, etc.
La provocación política
apuntaba en una dirección: impedir que los Partidos Comunistas se trazaran una
línea correcta y que encabezaran un gran movimiento democrático de liberación
nacional: que situaran, con sagacidad táctica y no sólo en algunas consignas,
al imperialismo yanqui como su enemigo principal; que desenvolvieran las
condiciones de masas y organizaran un combativo movimiento por la paz, la
independencia nacional y la libertad frente a los colonizadores del dólar; que
desarrollaran el Partido, tanto desde el punto de vista numérico, como
primordialmente, del punto de vista de su vigorización ideológica y orgánica,
de la maduración de sus principales cuadros.
Es, dentro de ese período que
analizamos, que Gómez sitúa a su hijo en la dirección del Partido. ¡Un hecho
increíble que no hubiera ocurrido en ningún Partido relativamente maduro!
Para cumplir esos planes
disuelven la Juventud Comunista. Sólo algunos miembros del Comité Nacional nos
opusimos a la medida; pero ni vimos el plan que ponía en marcha esa disolución.
La disolución de la Juventud
Comunista echa el primer jalón en esa ruta liquidadora de los movimientos de
masas, imprescindibles para que el Partido sea, realmente, la vanguardia de la
clase obrera y el pueblo. Hoy se sabe, como ya lo dijimos, de acuerdo a las
declaraciones de las personas implicadas que por esa fecha se formó el grupo
secreto dentro del Partido, capitaneado por Gómez Chiribao con conocimiento de
Gómez.
El liquidacionismo de las
organizaciones de masas se va produciendo paso a paso. Los movimientos de ayuda
habían reunido a millares de personas en una gran columna democrática de mucha
amplitud: se dificulta su transformación, hasta que se van agotando,
marchitando, y se abandona así a las masas que hasta ayer voceaban fervorosas
el nombre de la Unión Soviética, a la "guerra fría" propagandística
de la prensa y la radio al servicio del imperialismo yanqui. Se deja destruir
sin medidas de clase alguna, la Federación Agraria Nacional, la primera
organización de campesinos. Y mientras se debilitan el apoyo y la preocupación
del Partido por los grandes movimientos
de masas, se va paulatinamente liquidando los medios propagandísticos del
propio Partido. Se pretextan las dificultades financieras reales, para liquidar
DIARIO POPULAR y otros instrumentos de orientación y movilización de masas,
inflando a la vez los llamados "gastos organizativos" internos. En
torno al Partido se reunió un importante sector de los intelectuales. La
Exposición de los intelectuales demostró la influencia y la fuerza del Partido.
Se fue dispersando a los intelectuales, se quitó el apoyo a su trabajo y las
discusiones de carácter ideológico iniciadas auspiciosamente, fueron
sustituidas por el tratamiento irresponsable y el menosprecio ignorante de un
Gómez Chiribao.
En las formas de organización
del Partido se introduce una multiplicidad de organismos intermedios tales
los Itadiales y los Regionales que
separan los cuadros del trabajo directo con las masas, que impiden la educación
y asimilación de los afiliados nuevos y alejan la dirección de la base. Cuando
se constituyen los Radiales y Regionales, millares de trabajadores venían al
Partido. En vez de establecer una escalera de organismos intermedios, el
Partido debió haber aproximado los cuadros de dirección a la base,
particularmente a los grandes centros obreros. Se debió enviar buenos y
experimentados cuadros políticos y organizadores a dirigir las agrupaciones de
las grandes empresas y a trabajar con el Partido en el Interior. Las discusiones de 1953 obligaron a disolver
esos organismos, no obstante, Gómez, se negó a incluir el análisis autocrítico
de ello en su informe, e impidió así que
el Partido extrajera la experiencia necesaria de tan perjudicial error.
Hoy sabemos que en la época de
la adopción de esas medidas organizativas, también se comenzó a establecer la
doble disciplina en el Partido a través del llamado "frente de
organización". Los cuadros que se tomaban para esos trabajos fueron
contrapuestos a los otros cuadros del Partido; ya no respondían a la
organización del Partido, sino personalmente, a Gómez y a su hijo.
Este plan siguió
desenvolviéndose en el Partido, con gran responsabilidad de toda la dirección,
que no supo verlo, ubicarlo y reaccionar contra él. Pero tomó cuerpo particularmente
desde 1948, cuando Gómez volvió de Europa.
Se producen entonces, en el
Partido, dos procesos paralelos: Primero la deformación total de lo que debe
ser una discusión dentro del Partido. A partir de 1948, el Partido no discute
cómo va a ir a las masas; el Partido no discute cómo va a desarrollar su
prensa; el Partido no discute como va a hacer una política de cuadros; el
Partido no discute como va a traer nuevos afiliados; todo el Partido se golpea
el pecho colectivamente, declamando que es víctima de "teorías de
retroceso" bajo la "presión ideológica del enemigo". De este
modo lograban que los ojos del Partido, en lugar de estar volcados hacia la
masa, miraran hacia adentro, en una especie de introspección psicológica, que
significaba la destrucción de los cuadros, el enfrentamiento de estos, el
encerramiento del Partido y la negación del criterio leninista de la
autocrítica.
Segundo: Ese proceso, se
acompaña con la separación paulatina de Eugenio Gómez del Partido y de las
masas. El que muchos años atrás fuera dirigente sindical, establece que la
condición del dirigente de un "partido grande" debe ser una vida
señorial. Una vida similar a la de los representantes de la burguesía. Que su
tarea de dirigente del Partido, no está en hablarles a los obreros para
explicarles la línea, en formar cuadros del Partido, en trabajar con el
Partido, en ir a las agrupaciones, en ocupar la tribuna de combate en todos los
lugares. Sino que tiene que estar lejos de la masa y del Partido, elucubrando
determinados informes, que cada 3, 4 o 5 meses se comunican al Partido, y son
base de una nueva discusión torturante.
En ese período se impulsa la
guerra civil contra los partidos hermanos del continente. El enemigo no es el
imperialismo norteamericano, sino que se difunden rumores acerca de lo que dice
el Partido Argentino, el Chileno, el Brasileño, o el Partido Español; se
enfrenta así la fraternidad proletaria de los partidos y se mina la necesidad
de un frente común contra el enemigo común, el imperialismo norteamericano y
las oligarquías semifeudales, clima éste de raíces nacionalistas, que abre el
camino de la provocación en las filas de la unidad comunista. Y se acentúa,
como lógica consecuencia, la siembra del nacionalismo. Se glorifican las
tradiciones nacionales, confundiéndolas, al margen de la teoría de la lucha de
clases, con los principios marxistas-leninistas y enfrentándolas objetivamente
al internacionalismo proletario.
Para poder cumplir más
fácilmente esta obra destinada a destruir el Partido, Gómez liquidó toda forma
de trabajo colectivo, de democracia interior, toda norma estatutaria. Introdujo
en el Partido el método de levantar unos hombres contra otros, de rebajar el
nivel ideológico del trabajo de dirección. Al margen de los aparatos regulares
del Partido introdujo la práctica viciosa del enfrentamiento de los cuadros e
hizo de la Secretaría General un cargo por encima del Partido. Todo ello,
revestido por un culto desenfrenado de la personalidad del Secretario General,
ajeno a la teoría y a la práctica del marxismo-leninismo, que enseña que la
historia la hacen las masas, y que su conductor es el Partido y no hombres
aislados colocados por encima del Partido.
¡Cuál no será, empero, la
vitalidad del Partido, la abnegación de sus militantes, para que golpeado
sistemáticamente y de esta manera, por una conspiración situada en su más alta dirección, haya obtenido tan grandes
conquistas para la clase obrera y el pueblo!
Hoy es visible y coherente
este plan de provocaciones políticas. Este plan se fue procesando en forma
artera, manejado con astucia a través de un largo período, pero ni su
desarrollo paulatino, ni la astucia con que fuera realizado, justifican que no
lo hayamos advertido antes los demás integrantes de la dirección del Partido.
Acerca de ello tenemos una gran responsabilidad los dirigentes del Partido.
Responsabilidad individual y responsabilidad colectiva; todos y cada uno tenemos
una gran responsabilidad por no haber visto a fondo lo que estaba pasando.
Hemos incurrido en falta de vigilancia, en falta de hondura en el estudio de
los problemas, en verdadera miopía política cuando frente a determinados hechos
no extrajimos las necesarias conclusiones de fondo y, luego, cuando fuimos
advirtiendo su gravedad, retrasamos su denuncia; incurrimos pues, en falta de
valentía política para enfrentarlos y combatirlos y establecer antes la lucha
abierta como lo hemos hecho ahora en el Partido. Por lo demás, es visible que
todos hemos incurrido, de alguna manera en el juego de desviaciones políticas,
con que los Gómez han procurado aislar el Partido de las masas para
disgregarlo. Contra ello ha reaccionado enérgicamente el Comité Nacional del Partido
y reacciona hoy con vigor e incuestionable salud política todo el Partido.
La discusión franca y abierta
acerca de los errores políticos cometidos y la autocrítica de la dirección del
Partido, abrirá, estamos seguros una nueva y fértil época para el Partido.
CAPITULO II
El Partido
debe tener un programa
1) Desde la tribuna del XIX
Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, en su histórico discurso,
el camarada Stalin señalaba que los Partidos Comunistas debían asumir su
función rectora, enarbolando con mano firme la bandera de la soberanía y de la
democracia.
Para poder cumplir esa misión
nuestro Partido debía de tener una clara orientación programática, que lo
capacitara para unir a las mayorías de la población del país, encabezada por la
clase obrera, en la brega contra el imperialismo yanqui, primordial enemigo de
los pueblos de América Latina, y contra la oligarquía de terratenientes y
grandes capitalistas a su servicio.
Ante el Partido se abrían
posibilidades inmensas. Los sucesos internacionales señalaban el
fortalecimiento del campo de la paz, de la democracia y del socialismo,
encabezado por la Unión Soviética. La Unión Soviética en el lapso que
analizamos, restauró las crueles heridas de la gran contienda; demostró
nuevamente en la experiencia de la paz, como en los heroicos días de la guerra,
la superioridad del régimen socialista sobre el régimen capitalista, y puso
proa audazmente hacia el comunismo.
Con sus realizaciones internas
y con su indeclinable política internacional de paz, la URSS prácticamente se
dirigía al corazón y al cerebro de todos los trabajadores del mundo, con los
irrefutables argumentos de sus hechos, que lo único que se necesitaba era que
los hiciéramos llegar a las masas para que estas las recogieran como suyos,
rodeando a nuestro Partido y engrandeciéndolo. En ese lapso, asistimos a
acontecimientos tan fundamentales como
la revolución china, el más importante suceso histórico universal luego de la
Revolución de Octubre. ¡Se alineaban 600 millones de seres en el más grande
país semicolonial de la tierra, en el camino de las ideas de Marx, Engels,
Lenin y Stalin! Las Democracias Populares de Europa afianzaron su economía y
echaron las bases o iniciaron la construcción del socialismo.
En todo el mundo se levantaban
combativos y heroicos Partidos Comunistas de millones de hombres enfrentando a
los incendiarios de una nueva guerra y alineado a los pueblos de Europa y Asia
en la lucha por la paz, la independencia nacional, la democracia y la defensa
de los derechos y reivindicaciones de los pueblos.
Millones de hombres, de
mujeres, de jóvenes de todas las ideas y condiciones sociales se alzaban en el
gran movimiento de Partidarios por la Paz, en las acciones de la unidad
femenina y juvenil. El movimiento sindical internacional se fortaleció. A pesar
de todas las provocaciones y de los inmensos peligros de guerra, la política de
paz de la URSS, la política de paz del campo de la democracia, obtenía victoria
tras victoria haciendo caer como un espantajo ridículo, ante los ojos del
mundo, toda la campaña mentirosa del imperialismo yanqui. En Ginebra, se
lograban soluciones primero a Corea y luego a Indochina. Los pueblos de Asia,
inspirados en los 5 principios, formulados por China y la India que coinciden
perfectamente con la tradicional política de paz de la URSS, se unían por
encima de regímenes políticos en la conferencia de Bandong, congregando a 1400
millones de seres en un pronunciamiento anticolonialista y por la paz. La
solución, a iniciativa soviética del
caso de Austria, demostraba que el camino de las negociaciones era la única
ruta correcta para la solución de los conflictos internacionales. En Varsovia
se unían en defensa de la seguridad de Europa los países del campo democrático.
Con su delegación a Yugoeslavia, la URSS demostraba ante el mundo que por
encima de la histeria de guerra, de la preparación de la guerra de los círculos
belicosos de EEUU, el camino de las negociaciones, el de los 5 principios, de
la coexistencia pacífica, se extendía y se abría paso.
¡Cuando esta actuación
consecuente de la URSS y de los países del campo democrático y la reclamación
de paz de millones de hombres en toda la tierra han determinado la reunión de
los 4 Grandes en Ginebra; cuando en el plano internacional se desarrollaba una
política firme y sistemática para cercar a los incendiarios de la guerra y
aglutinar a todas las fuerzas amantes de la paz!
Cuando en el campo nacional,
la política del imperialismo yanqui, de estrujar al país y colonizarlo, y
atarlo al campo de la guerra ha ahondado la crisis de tal manera, que ha
levantado fuerzas cada vez más poderosas contra él. Fuerzas que se yerguen
buscando soluciones, soluciones a través del comercio con la URSS, soluciones
en la lucha por la paz, soluciones de resistencia a la política colonizadora
del imperialismo, soluciones que expresan tal voluntad de las masas, que se
están reflejando frente al gobierno, y lo impulsan a anunciar el nombramiento
de ministro en la URSS, paso fundamental para restablecer relaciones normales con
la Unión Soviética.
En momentos de una gran
radicalización de la clase obrera, que busca el camino de la organización, que
está ahí para que la dirijamos en la lucha, para que la eduquemos en los
principios revolucionarios, para encabezar con su unidad y en alianza con los
campesinos el gran movimiento democrático de liberación nacional. Para que se
levanten poderosos sindicatos y se creen condiciones para la plena unidad de la
clase obrera.
La crisis profunda de toda la
estructura semicolonial y semifeudal del país, conmueve profundamente a la
abrumadora mayoría de la población del campo. La política esquilmadora de
precios de los imperialistas yanquis y el creciente monopolio de la tierra por
un puñado de grandes terratenientes, sacude a grandes masas del campo. No son
sólo los peones, los trabajadores agrícolas, los campesinos pobres los que han
sido llevados a una situación desesperada y procuran caminos de salida: grandes
sectores de campesinos pequeños y medios, e inclusive de campesinos ricos alzan
su protesta ante la colonización yanqui y la usura del pequeño núcleo de
grandes terratenientes, dueños del 40% de las tierras del país.
Expresan su descontento y
esperan soluciones las capas medias, acogotadas por la carestía, por la crisis,
por los impuestos, por toda una política de la oligarquía dominante al servicio
de la colonización yanqui, que ha conducido al país a la actual situación. Lo
hacen diversos sectores de la burguesía nacional, es decir, de aquellas capas
no entregadas al imperialismo estrujadas por el "dumping"
norteamericano, golpeadas por la ausencia de utilajes y materias primas, para
reconstruir esas industrias y desarrollarlas; industrias semiparalizadas y sin
perspectivas por la estrechez del mercado interno, por el predominio de las
trabas feudales y de la deformación de la economía sometida al imperialismo
yanqui.
Exteriorizan su inquietud y
procuran caminos, capas considerables de intelectuales, de hombres de las capas
medias, de maestros, de profesores, de gentes que integran grandes masas,
tomados en la tenaza de la inseguridad económica y de la ausencia de
perspectivas claras para el desenvolvimiento social y cultural del país.
Las condiciones económicas,
sociales y políticas del país reclamaban del Partido un programa claro y un
objetivo definido, que lo capacitaran para unir a todo el pueblo, desenvolver
los más diversos movimiento democráticos y poner en marcha así por todos los
caminos, el Frente Democrático de Liberación Nacional.
Pero frente a toda esta
situación favorable, mientras se charlaba sin control de perspectivas, el
Partido retrocedía o se estancaba, se le separaba de las masas, y no se
realizaba una gran política de fondo, tal como surgía de las experiencias del
XIX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, sepultadas por más de
2 años en el interior de la dirección del Partido y saboteados de todas
maneras.
¿Qué surgía de las
experiencias del XIX Congreso, esas experiencias que no quiso aceptar nunca,
que no quiso discutir a fondo, ni trasmitir Eugenio Gómez?
Era perentoria la necesidad de
que nuestro Partido estudiara en la realidad objetiva del país, en sus
relaciones de producción y en el alineamiento en consecuencia de las clases
sociales sobre el escenario nacional, los caminos de la unidad de todo el
pueblo para poner en marcha el movimiento democrático popular de liberación
nacional. Era menester, con una perspectiva clara, pasar a construir por las
más diversas rutas de la lucha y de la organización, el Frente Democrático de
Liberación Nacional, cuya base es la alianza obrero-campesina, pero que debe
abarcar a todas las clases y capas sociales no entregadas al imperialismo;
Democrático, porque apunta contra las trabas feudales del campo y engloba en su
plataforma todos los postulados del desarrollo democrático de la economía y de
la vida social y política del país; de liberación nacional, porque su golpe se
dirige contra el imperialismo norteamericano, colonizador principal de la
República y organizador de la guerra. Con una línea firme, orientada a la
unificación de todo el pueblo, nuestro Partido debía a la vez fortalecerse
ideológica y orgánicamente, para poder cumplir su función rectora de todo el
movimiento democrático popular. Esta orientación, que ha dado grandes éxitos a
otros Partidos, fue escamoteada deliberadamente al Partido Comunista del
Uruguay.
El trabajo del enemigo,
ejecutado en los aspectos más bajos por Gómez Chiribao hacía estragos en el
Partido; pero fue Gómez personalmente quien maniobró de todas maneras para
esconder estas experiencias y no profundizar en los problemas básicos de la
línea porque ello pondría violentamente de relieve todo el alcance de la
provocación.
Nuestro Partido carecía de una
línea totalmente correcta. Es decir, de un programa que expresara en sus rasgos
esenciales el contenido de la revolución democrático-popular de liberación
nacional, y que nos otorgara en consecuencia, la orientación fundamental de la
acción del Partido. Stalin enseña que el programa debe reflejar las condiciones
objetivas del desarrollo histórico en una fase determinadas, condiciones
reveladas por la teoría; el programa debe comprender por lo tanto los elementos
sustanciales de la línea del Partido y de él debe derivar el plan estratégico y
táctico de la revolución y la línea táctica en cada período.
La ausencia de un programa
correcto constituye un elemento de confusión en la política general del
Partido.
Los planteamientos del Partido
acerca del carácter de la revolución en el país no son acabados y, por lo
tanto, no poseen la certeza y consecuencia necesarias, como para transformarse
en una herramienta de la lucha concreta en todos los campos de la actividad
obrera y popular. Desde luego, en numerosos documentos del Partido se inserta
la definición de la etapa revolucionaria como antifeudal y antiimperialista y,
esta definición en sus rasgos muy generales es correcta; pero de esa afirmación
general no se desprende una línea consecuente y acabada para el Partido.
En vez, nuestro Partido posee
retazos de línea, grupos de afirmaciones, de postulados y consignas muchas de
ellas justas; pero que alternan con imprecisiones y errores sectarios y
oportunistas. "Que hay que luchar contra la carestía". "Que
debemos combatir por relaciones comerciales y culturales con la URSS".
"Que debemos luchar contra el tratado militar", etc. ¡Es claro que
todo esto es justo y que seguirá siendo justo! ¡Y son consignas centrales de la
lucha del Partido y de las masas! Pero son retazos, girones de línea, o
consignas agitativas como el llamado "programa de siete puntos" que
expresa una serie de "slogans" más o menos justos, pero que no pueden
ser el fundamento de una política profunda, derivada del análisis de la
realidad económico-social y política del país, en el marco de la correlación de
las fuerzas en el continente y en el mundo.
¿Es que acaso hemos estudiado
a fondo y nos hemos formado un criterio coherente, a la luz del
marxismo-leninismo, de las experiencias de la gran revolución china, revolución
que es el modelo, en sus grandes líneas para todos los países coloniales y
dependientes?
¿Es que hemos elaborado un
criterio coherente, a la luz de las experiencias de la revolución rusa de 1905,
analizada profundamente por Lenin, y por el estudio de su gran obra "Dos
tácticas", para aplicarla a las condiciones de los países coloniales y
dependientes?
¿Es que tenemos una política
seria, producto del estudio de las condiciones objetivas nacionales y del
estudio de lo mejor de la experiencia internacional?
¿Es que hemos procurado,
realmente, y no a través de todos esos folletos que repiten año a año que
"la dirección concilia, que hay perspectivas pero que la línea no se
aplica", aplicar el marxismo a la realidad nacional para extraer una línea
coherente para el Partido; una línea firme y clara establecida en un programa
del Partido, del cual parte una política definida para todas las capas sociales
de la población: una directriz estratégica y táctica del Partido e indicaciones
tácticas concretas que permitan el desarrollo de la labor de masas de los
organismos del Partido?
Evidentemente debemos decirlo
con toda franqueza, esto no se ha hecho.
¿Qué programa tenemos? Tenemos
aquí, sobre la mesa el famoso "programa de agosto de 1952", que en el
informe de setiembre de 1953, "el camino de la victoria", Eugenio
Gómez, luego de ocultar las experiencias del XIX Congreso del Partido Comunista
de la URSS, lo señala como un modelo y dice -¡poco menos!- que Stalin y el XIX
Congreso escribieron para darle la razón al informe de agosto. El programa de
agosto, es una recopilación de reivindicaciones y de consignas, de carácter
político, social y económico, muchas de ellas justas, pero no un planteamiento
de fondo de los problemas cardinales de la etapa revolucionaria derivado del
estudio objetivo de la realidad nacional.
De este modo, el Partido podía
desenvolver un conjunto de luchas parciales, podía batirse por determinadas
cosas justas, podía combatir muchos hechos de la penetración yanqui en el país,
podía plantear en su propaganda o en su prensa postulados relacionados con el
combate obrero y popular, etc.; pero no podía encarar hasta el fin y en forma
consecuente la histórica tarea de unir a todas las fuerzas del pueblo contra el
imperialismo yanqui y sus aliados y servidores de la oligarquía terrateniente y
gran burguesa.
Ilustraremos esta aseveración
con el examen del planteamiento de algunos grandes problemas:
1) De este modo, si bien en
los informes de Gómez se habla de que el enemigo principal es el imperialismo
yanqui, ello no va acompañado de un encaramiento claro y a fondo que
corresponda con esa afirmación.
Ni los postulados
programáticos son consecuentes al respecto, ni las correspondientes tareas se
encaran por lo tanto, al servicio de una política llevada hasta el fin, con el
propósito de golpear y derrotar ese enemigo
principal.
Es necesario que el Partido
tenga una línea clara. Concentrada contra el imperialismo yanqui: ello no
significa solamente luchar contra determinados hechos de la penetración
norteamericana, sino encarar esa lucha de modo consecuente a través de
objetivos programáticos que permitan golpear y aislar a los colonizadores del
dólar, aglutinar frente a ellos a todas las capas del pueblo y neutralizar a
otras fuerzas cuyos intereses le son antagónicos.
Es necesario una política
capaz d unir el 90% de la población del país frente al imperialismo yanqui y a
sus agentes nativos.
Para llevar a cabo esta
orientación táctica, debemos saber utilizar las propias contradicciones
interimperialistas estudiadas particularmente por Stalin en "Los problemas
económicos del socialismo en la URSS".
Política consecuente y
homogénea, que diferencie de modo categórico la posición frente a las empresa
inglesas o de otras nacionalidades y ante las norteamericanas. Con razón dice
el camarada Prestes refiriéndose a estos problemas en relación con la situación
brasileña. "concentrando el fuego contra los imperialistas
norteamericanos, el programa tiene en cuenta la gran lección de estrategia y
táctica leninistas, que manda golpear a los enemigos uno a uno y saber
converger el fuego en cada momento contra el enemigo principal y más
poderoso. Como enseña Stalin, no
conviene jamás sobrecargar la revolución con todas las tareas de una vez.
Tómese además en cuenta la actual situación mundial del campo imperialista,
donde las contradicciones entre los países capitalistas y de ellos con los
Estados Unidos como enseña Stalin, tienden siempre a crecer. Existen
posibilidades reales de utilizar tales contradicciones, si sabemos concentrar
el fuego sobre el enemigo más fuerte, el imperialismo norteamericano, y abrir
para los demás monopolios imperialistas, unas perspectivas de entendimientos y
acuerdos. Tornase también más fácil, neutralizar a los grandes capitalistas
brasileños ligados a los grupos imperialistas rivales de los norteamericanos,
pudiéndose en condiciones particulares, temporariamente, llegar inclusive a
tenerlos como aliados en la lucha contra el imperialismo norteamericano."
"...La solución del programa es justa, (habla del programa de Brasil),
porque se basa en el hecho importantísimo de que el golpe contra los
imperialistas norteamericanos es suficiente, para garantizar a la revolución
victoriosa, las posiciones económicas y políticas que permitan al régimen
democrático popular defender con éxito la soberanía y la independencia
nacional, y el bienestar y el progreso del pueblo brasileño".
2) El movimiento agrario,
conjuntamente con la lucha por la liberación nacional, constituyen dos
cuestiones esenciales de la revolución democrática y antiimperialista.
Posteriormente, nos ocuparemos del falso encaramiento del trabajo en el campo
por el Partido, ahora queremos destacar algunos aspectos: Bajo la consigna de
"reforma agraria", no se plantea con claridad en los informes de
Gómez y en los documentos, el postulado de una reforma agraria radical, capaz
de ser el más sólido fundamento de la alianza obrero-campesina. Se incurre
acerca de ello en confusiones y desviaciones:
a) En una clara desviación de
derecha, cuando se encara la reforma agraria como un proyecto parlamentario, y
no como un problema capital de la revolución en el país, capaz de resolverse
solamente por la acción revolucionaria de las masas, por la revolución
democrático-popular, encabezada por el proletariado, la única clase, como
enseña Lenin, capaz de sostener un programa agrario radical, garantía esencial
de la alianza obrera y campesina.
En consecuencia, no se postula
claramente la confiscación de las tierras de los grandes latifundistas y su
entrega gratuita y en propiedad a los
campesinos y peones;
b) Esta desviación de derecha,
que oculta la perspectiva revolucionaria y elude la diferenciación del
principal enemigo en el campo, se acompaña naturalmente de una actitud
izquierdista y sectaria frente a las capas de campesinos y ganaderos medios, y
también ricos, que debemos tratar de incorporar a las filas del movimiento
agrario campesino y de liberación nacional.
Colocando el centro de su
trabajo en las grandes masas de campesinos pobres, de trabajadores de la
tierra, etc., el Partido debe encarar la unión de todas las fuerzas del campo
contra los grandes terratenientes semifeudales, en la amplia columna
nacional-liberadora. Y ello debe tener su expresión tanto en los postulados
programáticos como en el estudio de las soluciones inmediatas y de la política
concreta del Partido en el campo.
3) Decíamos que en torno a los
problemas cardinales de la revolución, el Partido posee retazos de línea o
afirmaciones generales más o menos correctas, que luego alternan con
desviaciones sectarias y oportunistas. Así sucede en cuanto a la valoración de
los aliados del proletariado en la revolución agraria y de liberación. Ya lo
señalamos ceñidamente al hablar del problema agrario; acontece lo mismo
respecto a la política a realizarse respecto a la burguesía nacional, resultado
lógico de la valoración de su papel en la revolución, en un país colonial o
dependiente. Nos referimos, se sobreentiende, a aquella parte de la burguesía
no entregada al imperialismo. En los documentos de nuestro Partido se habla de la
burguesía nacional como una fuerza llamada a integrar el Frente Democrático de
Liberación Nacional y se formula la consigna general de la "Defensa de la
Industria" y de la "Industrialización del país"; pero luego se
mantiene respecto a los planteamientos programáticos y a las medidas concretas
de lucha una actitud vacilante que facilita una conducta política de
"bandazos", es decir, con oscilaciones de "derecha" y de
"izquierda". Oscilaciones de derecha, por ejemplo, como algunas que
se manifestaron en la campaña financiera de 1953, en tendencias que creían que
la política de alianzas, realizada sobre la base de la lucha común de la clase
obrera y la burguesía nacional contra el imperialismo yanqui y las trabas
feudales, implicaba reducir aspectos de la batalla independiente del
proletariado por sus intereses. Ello conducía, desde luego a hipotecar la
independencia de la clase obrera, que en ningún instante debe aminorar su
acción independiente, garantía por lo demás del desempeño real de su función de
vanguardia. Es sabido además, que sin una firme acción independiente del
proletariado, tanto política como económica, tampoco habrá alianza con otras
clases sociales, particularmente, con la burguesía nacional. Y oscilaciones de
izquierda, como se incurre en múltiples aspectos de la política económica
general del Partido o en su propaganda, que no contribuyen a integrar a la
burguesía nacional en el movimiento de liberación; tanto más cuando la
extorsión y el saqueo del imperialismo yanqui y las relaciones de producción
predominantes en el país, echan las bases objetivas para un gran movimiento
democrático popular unido. Las oscilaciones de izquierda se han manifestado
desde los encaramientos del Partido respecto a la política de
"nacionalizaciones" hasta la política a seguir en materia de
impuestos; yo diría hasta en la imprecisión semianarquista de cierta
fraseología de nuestra propaganda.
Nuestro Partido sostiene de
manera consecuente los intereses inmediatos e históricos del proletariado en
todos los terrenos; pero sabe, a la vez, que si enarbola un programa concreto,
claro y serio, y se pone al frente de todo el pueblo en el combate por ese
programa, la burguesía nacional puede ser y será un aliado de la clase obrera
en la batalla histórica contra el imperialismo norteamericano y la oligarquía
terrateniente y gran capitalista vendida en cuerpo y alma, a los colonizadores
del Dólar. Ese programa debe comprender, como es natural, no sólo algunos
objetivos inmediatos, sino también los postulados del gobierno a que aspiramos
y que culminará la etapa rev9olucionaria. En ese gobierno está llamada a participar la burguesía nacional,
dentro del bloque de clases sociales, dirigido por el proletariado en alianza
con los campesinos, y en el cual participarán decididamente la pequeña
burguesía, la intelectualidad nacional, las grandes masas de las capas medias
de la población. Nuestro Partido, por lo tanto, de modo terminante, consciente
de estar actuando frente a una amplia perspectiva histórica, debe declarar que
el movimiento democrático de liberación nacional, y el gobierno popular
-surgido de la revolución antifeudal y antiimperialista- no van a adoptar en
esta etapa, medidas confiscatorias contra la burguesía nacional, como no lo
hizo la revolución china.
Si unimos a estos objetivos
claros, una política flexible y seria, la burguesía será indiscutiblemente un
aliado del proletariado en la gran pugna contra el imperialismo norteamericano,
el monopolio semifeudal de la tierra y los grandes capitalistas vendidos al
dólar. Desde luego: la condición esencial para que esa alianza se concrete,
reside siempre en la capacidad del Partido para conducir a la clase obrera en
alianza con los campesinos, y desarrollar la lucha unitaria de masas de todo el
pueblo, particularmente de las grandes masas de la pequeña burguesía y de la
intelectualidad patriótica, por la liberación nacional y la transformación
democrática radical de la estructura económico-social del país.
4) Estos elementos de
confusión existentes a lo largo de los planteamientos partidarios, producto de
la ausencia de un estudio serio de la realidad nacional y de la resistencia a
las mejores experiencias internacionales, resultan evidente si analizamos la
posición del Partido respecto al problema cardinal de la revolución, el
problema del Poder. Como decía Lenin, la cuestión del gobierno es el quid de la
revolución. No es posible hablar de una perspectiva revolucionaria, si no se
poseen ideas definidas acerca del tipo de gobierno que postula el proletariado
en esta etapa de la revolución. Este es el objetivo central de todo un período
histórico, que no se determina caprichosamente, sino de acuerdo al dispositivo
general de las fuerzas sociales en el país, condicionado por su estructura
económica y su condición semicolonial. Por lo demás sin un planteamiento claro
acerca del tipo de gobierno que postulamos, no es posible encarar, seria y
profundamente, la formación del Frente Democrático de Liberación Nacional. Este
frente no es una coalición accidental formada en relación a un episodio de la
vida política del país; es el gran caudal unitario de todas las fuerzas
democráticas encabezadas por el proletariado en alianza con los campesinos,
dirigido a derribar el poder de los terratenientes y grandes capitalistas y a
expulsar del país a los imperialistas norteamericanos. Esta gran coalición
antifeudal y antiimperialista, -bloque de clases diversa: proletariado,
campesinado, pequeña burguesía, intelectualidad y burguesía nacional, donde el
proletariado cumple la función dirigente- marcha, en consecuencia, a instaurar
su propio gobierno, el gobierno democrático-popular, bajo la forma política de
una República Democrático Popular.
El modelo de la revolución
China, el ejemplo más reciente del Programa del Partido Comunista del Brasil,
son experiencias, al respecto, de un extraordinario valor para nuestro Partido.
Empero, en los documentos del
Partido reina una gran confusión acerca de este problema fundamental. Confusión
tanto mayor cuanto que en los distintos informes de Gómez, transformados en
documentos únicos de la labor del Partido, por responsabilidad de toda la
dirección, se lanzan consignas diferentes, a este respecto. A veces se habla de
"gobierno popular", luego de "gobierno de paz" y en otros
casos se plantea la fórmula reformista de "gabinete de coalición de las
fuerzas progresistas". La falta de un estudio de estos planteamientos
quita seriedad a estas consignas. La afirmación de que "estamos por un
gobierno de paz", carece de sentido. De esta expresión confusionista se
puede deducir la afirmación de que reclamamos una política de paz de un
determinado gobierno. Es decir, que apoyaremos la política exterior de un
gobierno que separe al país de las obligaciones de guerra impuestas por los
círculos belicistas de los EE.UU. y desarrolle una orientación de paz, similar
a la delos 5 principios pactados por la India y China. Esto es correcto y
constituye un planteamiento táctico importante frente a una determinada
situación: desde un punto de vista general, es posible la existencia de un
gobierno encabezado por la burguesía que sea impulsado, por sus intereses del
momento y por las grandes acciones populares de masa, a contribuir al alivio de
la tensión internacional. Por lo demás, el planteamiento de la lucha por un
cambio favorable a la paz en la política internacional del país, basada en
acciones de masas, es positivo y correcto. Pero, lo que es falso es confundir
este planteamiento con el objetivo histórico del movimiento revolucionario en
esta etapa de lucha por la instauración de un gobierno democrático-popular.
Desde luego, que ese gobierno será un gobierno de paz, porque alineará el país
en el campo de la democracia y el socialismo, con la eliminación de las raíces
sociales de toda política de guerra. Será un indeclinable gobierno de paz
porque llevará a la República al campo de los pueblos que luchan por la paz y
la democracia en el mundo. Este gobierno será la coronación revolucionaria de
todo el movimiento democrático de liberación nacional.
A l no examinar a fondo la
naturaleza de clase de ese gobierno, - el señalamiento de las clases sociales
que lo integrarán y sus objetivos programáticos; y muy particularmente, el
papel hegemónico del proletariado conducido por el Partido- se cae en la
ilusión reformista de que un tal gobierno puede instaurarse por otro camino a
no ser por la revolución democrático-popular y antiimperialista y el
advenimiento de una República Popular. Planteamiento éste, que no tiene nada
que ver con maquinaciones "putchistas" o golpistas, sino que apunta
al objetivo de toda una etapa histórica a llenar por la acción combativa de las
grandes masas llamadas a forjar, por todos los caminos, el Frente Democrático
de Liberación Nacional.
5) Estas puntualizaciones
abren seguramente una discusión profunda y mucho más amplia en el Partido, a
través de la cual la dirección del Partido y el Partido, podrán perfeccionar su
línea. La elaboración del Programa del Partido, resultado de un estudio amplio
y colectivo de nuestros afiliados, dará a esa línea su plena madurez.
El Partido debe poseer un
programa capaz de unir a toda la clase obrera y el pueblo, un programa que se
inspire en los principios del marxismo-leninismo acerca de la revolución en los
países coloniales y dependientes, y que sea el fruto de la aplicación creadora
del método marxista a la realidad nacional. El Partido podrá asumir plenamente
su función rectora cuando elabore ese programa. Ello no quiere decir que con la
orientación general ya trazada y la eliminación de las grandes desviaciones
denunciadas, el Partido deba detener su trabajo y ponerse a discutir hasta
poseer un programa acabado. Ello sería una caricatura de este planteamiento.
Entramos a estudiar ese
programa con atraso. Respecto de la elaboración del programa se ve claramente
el sabotaje realizado por Gómez al trazado correcto de la línea del Partido. De
las experiencias del XIX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética y
de las experiencias de otros Partidos hermanos surgía la necesidad clarísima de
la estructuración de un programa para el Partido.
En 1951, los Partidos de la
India y del Japón aprobaron sus programas , ejemplos de la aplicación concreta
de esos países. Posteriormente, nuestro Partido tuvo conocimiento del Programa
que discutía el Partido Comunista del Brasil, calificado por el periódico
"Por una paz duradera, por una Democracia popular" como un modelo de
la aplicación del marxismo creador a la realidad de un gran país de América
Latina.
Ya al discutirse las
experiencias del XIX Congreso del PCUS, el Comité Nacional destacó la
importancia de la elaboración del
programa del Partido y nombro la
comisión respectiva. A proposición de Gómez, él quedo de responsable de esa
Comisión. Esa comisión nunca se reunió, a pesar de las numerosas reclamaciones
hechas en la dirección del Partido.
En esa oportunidad se nombro
también una Comisión de Estatutos. A proposición de Gómez quedo como
responsable Gómez Chiribao. Esa Comisión no se reunió nunca.
Cuando se tuvo conocimiento en
el país del texto del Programa del Partido Comunista del Brasil, ante algunas
reclamaciones para su estudio, se votó la proposición de Gómez de "asarlo
a comisión", proposición diplomática ya que era una comisión que nunca se
reunía y así retardaba su estudio, en profundidad, por el Partido.
Por todas estas razones hemos
dicho, que más grave que los hechos de cruda provocación denunciados en la
reunión anterior al Comité Nacional, era la labor de provocación política
contra el Partido que había afectado su línea, retrasando visiblemente el
desarrollo del movimiento de masas y el crecimiento ideológico y orgánico del
Partido.
Esto ha sucedido por un astuto
plan del enemigo que ha conspirado dentro del Partido; pero ello ha podido
suceder por responsabilidad de toda la dirección del PARTIDO. Por la falta de
vigilancia, pero también por el atraso ideológico de nuestra dirección que
genera la falta de independencia y de valentía política, y la inseguridad
acerca de problemas ideológicos de fondo.
Gómez resistió, saboteo y
conspiro contra las experiencias del XIX Congreso; pero es nuestra
responsabilidad el no haber abierto la lucha en el Partido acerca de los
problemas en debate como la abrimos hoy. Demostramos falta de confianza en la
dirección del Partido y en el Partido mismo, por creer que el Partido se dividiría
si las discrepancias salían del Secretariado del Partido en determinados
momentos. Aunque debemos declarar que muchos de los problemas que planteamos no
los vimos sino al transcurrir el tiempo. En cuanto a los hechos de corrupción y
de conspiración antipartidaria, cuando tuvimos conocimiento de ellos los
denunciamos en la dirección del Partido.
Las experiencias del XIX
Congreso llegaron al Uruguay en diciembre de 1952. El informe de Eugenio Gómez,
llamado "El camino de la victoria", y que no las refleja, se dio al
Partido en setiembre de 1953! Gómez demoraba la discusión en el Partido,
mientras organizaba todo tipo de maniobras, desde paralizar toda la vida de la
dirección con licencias sucesivas, hasta el montaje de los grupos especiales, y
la división de la dirección y su ablandamiento para mantener la línea falsa. Y
eso no lo vimos hasta muy avanzado el tiempo.
Aparte de la autocrítica
general de la dirección, y de su responsabilidad, yo quiero destacar ante el
Partido, mi responsabilidad personal. Primero, porque permití que se mantuviera
por meses la discusión en el secretariado sobre muchos de estos problemas, sin
ver que Gómez ganaba tiempo para preparar el golpe contra el Partido y
escamotear las experiencias del XIX Congreso. Segundo, no vimos hasta el fin,
en los primeros meses de la discusión, que si era necesario el examen general
de toda la línea del Partido, ello solo podría producirse con un combate
franco, abierto y sin cortapisas. Y no vimos tampoco, que el conjunto de los
hechos anormales en el Partido eran el producto de un plan contra el Partido.
Porque caímos en el culto a la
personalidad, negador de la vigilancia, y en vez de creer en el Partido, y
apelar a él en la lucha, dijimos: "Gómez va a entender y al fin va a
trasmitir estas experiencias al Partido". Porque aceptamos, en múltiples
oportunidades, una falsa disciplina del secretariado, violando la norma
leninista de que los problemas de fondo deben discutirse abiertamente en la
dirección del Partido, por encima de
nuestra suerte personal; plantearlos abiertamente como lo hicimos ahora, en que
apelamos al Partido en la dirección y en la base, Partido que ha reaccionado
unido cuando se abrió la lucha, y ha puesto coto a esta política de traición al
pueblo uruguayo y al proletariado internacional.
Tenemos un Partido sano, y
debemos decir con vergüenza, que al haber transigido con muchas de estas cosas,
no hemos creído lo bastante en él. Tenemos cuadros obreros, valiosos cuadros
del Partido, en contacto con la masa, que han dado triunfos al Partido, que han
obtenido conquistas en la calle y en el Parlamento, que han demostrado la fe de
las masas en el Partido, su vitalidad y las plenas posibilidades de su
desarrollo. Poseemos un capital de cuadros fieles al internacionalismo y a la
Unión Soviética a pesar de todo lo que se ha hecho por destruirlos y achatarlos
políticamente. Existe la influencia en millares de trabajadores, de
intelectuales, de hombres del pueblo, de la Unión Soviética, de la Revolución
China, de las ideas inmortales del comunismo, que permiten decir que hay
grandes perspectivas para reaccionar contra esto, si no le tiembla la mano a la
dirección y si la base vigila, y se abre ampliamente cauce a una política de
masas, en el cuadro de una autocrítica profunda, honesta y clara de la
dirección y de la crítica aguda y severa de la base del Partido.
CAPITULO
III
Algunas concepciones falsas sobre el modo de como debe el Partido
ejercer su papel dirigente de un conjunto de organizaciones de masas
1) Hemos dicho que el filo del
ataque contra el Partido desarrollado por Gómez y su hijo, se dirigía a
encerrar el Partido y a obstruir el desarrollo del movimiento democrático de
masas. Es sabido que los comunistas debemos preocuparnos especialmente, en
tanto que consecuentes combatientes por la paz y la democracia, por la suerte
de estos amplios movimientos de tan vasta significación internacional y
nacional. Una concepción errónea del Partido acerca de la naturaleza de estos
movimientos, así como cualquier subestimación de su importancia, o confusión
acerca de sus peculiaridades, aparejan grave daño a la militancia y educación
democrática general de nuestro pueblo y aísla al Partido y a la clase obrera de
las amplias masas populares.
Sobre el fondo de astuta
resistencia nacionalista de Gómez a considerar las experiencias internacionales
y de la ausencia de una línea acabada del Partido, proliferaron diversas
desviaciones. Empero, la maniobra para impedir la preocupación de los
comunistas acerca de determinados movimientos de masas, consistía en enfrentar
falsamente, como si fueran opuestas, las tareas democráticas generales, con la
labor de concentración del trabajo en la organización de la clase obrera,
particularmente en las empresas, tarea ésta que, por lo demás, no se cumplía
bien.
Cuando diversos camaradas
reclamábamos por el abandono y consideración incorrecta por el Partido del
Movimiento de Partidarios de la Paz, del movimiento juvenil o femenino, se
oponía estas tareas en la práctica, a la necesidad de levantar el movimiento obrero. Gómez apelaba inclusive
a una fórmula hipócrita:
"A través del movimiento
obrero saldrá el movimiento por la paz"; o "a través del movimiento
obrero saldrá el movimiento femenino o de la juventud". O, ya en otro
terreno, "a través de los sindicatos se organizaran los campesinos".
Es decir, oponía la labor de
organización de las grandes masas democráticas y de crear condiciones para la
alianza obrero-campesina, a la necesidad de una línea de concentración en la
clase obrera, obligación primera de un Partido Comunista. Aparte de la burda
falsificación política e ideológica que involucra este planteamiento, se creaba
así una cuartada permanente para culpar luego a los dirigentes sindicales de
las tareas democráticas incumplidas.
De este modo se obstruía sistemáticamente
-¡adviértase en que grado!- la imprescindible preocupación de los comunistas
por los grandes movimientos democráticos que constituyen la base del movimiento
democrático internacional.
¿Quién, sino el imperialismo
yanqui, podía tener interés en que Uruguay no fuese un baluarte de las campañas
internacionales por la paz o que no se procesase a través de una experiencia
multitudinaria, la educación democrática de los jóvenes y las mujeres?
Los comunistas debemos dedicar
un gran esfuerzo a unir a los hombres y mujeres de las más variadas tendencias
ideológicas o religiosas y de distintas condiciones sociales en la brega por la
paz, en el desarrollo del Movimiento de Partidarios por la Paz, movimiento
amplísimo, "coalición antibélica de diferentes clases y capas sociales
interesadas en el cese de la tirantez internacional y en la neutralización de
una nueva contienda mundial".
Este movimiento ha sido y es
un factor de gran importancia en el curso de las relaciones internacionales.
La firmeza de la Unión
Soviética y de todo el campo democrático, unido a la diáfana política soviética
de paz tendiente a resolver por negociaciones todos los litigios ha determinado
pasos serios en la distensión internacional. Y, también, como se sabe, la
acción de decenas de millones de personas en todas la latitudes reclamando la
prohibición de las armas atómicas y la reunión de las grandes potencias con
vistas a aliviar la tirantez internacional, ha constituido un factor de primer
plano, ponderable, real y concreto, para enfrentar los planes belicosos de los
círculos imperialistas.
El menosprecio de este
movimiento, así como una concepción falsa acerca de su naturaleza, significa un
grave error político e ideológico. En tal error ha incurrido el Partido. El
Partido ha apreciado falsamente, en diversos casos, el carácter de este
movimiento, y Gómez resistió siempre discutir y revisar abiertamente el alcance
de esos errores. Encontró el subterfugio y la postergación deliberada para
estudiar las tareas y examinar nuestras responsabilidades en contribuir a las
grandes campañas mundiales de firmas.
De este modo, no se esclareció
nunca el error cometido hasta 1952-53, que llevaba a confundir, como puede
leerse en los informes de Gómez, el movimiento de partidarios de la paz, cuyo
cometido específico es la lucha por la paz y que defiende la soberanía nacional
y las libertades y derechos de los pueblos en cuanto tiene que ver con la
salvaguardia de la paz mundial, con el movimiento democrático de liberación
nacional, que combate por la paz, pero que sostiene un programa económico,
social y político apuntado a concluir con la dominación imperialista y
oligárquica y a la objetivación de un cambio democrático radical de la
situación del país.
El no esclarecimiento de estas
cuestiones esenciales para la orientación del trabajo del Partido mantuvo
fórmulas confusionistas y burdamente sectarias. Así, en vez de dar tareas
definidas en una amplia discusión de todo el Partido acerca de la importancia y
del significado de la campaña de firmas, de los métodos peculiares de trabajo
derivados de la naturaleza del movimiento, de la importancia de contribuir a
formar amplios comités por la paz, etc., se insistió con la fórmula inserta en
los informes de Gómez, de que "todo pasa por la paz"; "el
programa pasa por la paz, y viceversa, la paz pasa a través del programa".
Este galimatías es un tabique puesto en el camino de la comprensión de la
naturaleza del movimiento de Partidarios de la Paz, que, como lo señalara Stalin
en su célebre obra "Problemas Económicos del Socialismo en la URSS",
"persigue el fin de levantar a las masas populares a la lucha por mantener
la paz, por conjurar una nueva guerra mundial". "Consiguientemente,
este movimiento no persigue el fin de derrocar el capitalismo y establecer el
socialismo y se limita a los fines democráticos de la lucha por mantener la
paz".
Con razón se ha dicho que el
movimiento de partidarios de la paz formula reivindicaciones y propuestas que
deben contribuir al mantenimiento de la paz y a la neutralización de una nueva
contienda mundial. Y que en las actuales condiciones históricas el logro de ese
objetivo sería una inmensa victoria de la causa de la democracia y de la paz.
Los hechos internacionales últimos están señalando los serios éxitos que se
obtienen hacia ese objetivo, con vistas a aliviar la tirantez internacional en
la Conferencia de Ginebra.
Mientras el movimiento de la
paz se volvía más amplio y multimillonario en adhesiones, al incorporar de modo
sistemático nuevos sectores, hasta culminar en Helsinki, esta fórmula falsa y
esta burda desviación ponía ante el Partido las anteojeras de la confusión
sectaria.
¡Es claro que el movimiento
obrero debe pronunciarse por la paz! Ella es vital. Debe hacerlo, no sólo por
su participación amplia en la campaña de firmas; sino también por acciones en
defensa de la paz, contra cada hecho de preparación de la guerra. Debe hacerlo
por la vinculación de la lucha reivindicativa con la defensa de la paz. También
deben hacerlo todos los movimientos populares, en las distintas etapas de su
desarrollo.
El movimiento democrático de
liberación nacional debe encabezar sus postulados programáticos con la defensa
militante de la paz. Pero una cosa son los objetivos del movimiento sindical,
organización específica de la clase obrera, o del Comité reivindicativo de
barrio, o del movimiento antiimperialista, o del Partido y otra cosa muy
distinta son la naturaleza, los objetivos, las tareas y los métodos del
Movimiento de Partidarios de la paz.
El raquitismo del Movimiento de Partidarios de la Paz desprende
una tremenda responsabilidad para la dirección de nuestro Partido, el más
empeñado, junto a las personas amantes de la paz de todas las filiaciones, en
desarrollarlo en procura de sus nobles y amplias tareas, cada vez más
importantes a la luz de las resoluciones de Helsinki y ante acontecimientos de
la trascendencia de la Conferencia de Ginebra.
2) No vamos a analizar hoy
prolijamente las desviaciones incurridas respecto al movimiento juvenil y
femenino. La subestimación de ambos movimientos, el encaramiento sectario de
las tareas en el movimiento femenino, etc., han prácticamente conducido a su
inexistencia. Ello equivale a un análisis político. Y contra tal situación debe
reaccionar de inmediato todo el Partido.
3) También en relación al
problema del campo, o sea al trabajo
para unir y organizar a los campesinos y echar los fundamentos de la alianza
obrero-campesina, se ha procurado cubrir el abandono real de todo trabajo, con
el estribillo de que "a través del movimiento sindical se levantará el
movimiento campesino".
¡Y esto es una falla de fondo
del trabajo de nuestra dirección de Partido!
En los informes de Gómez -como
decíamos, vueltos materiales únicos del Partido- se puede hallar informaciones
aisladas o frasecitas sobre el campo destinadas a encubrir una triste realidad:
la realidad de que mientras se hablaba hasta por los codos acerca de las
perspectivas y se acusaba a los afiliados, por cualquier motivo, de
"defensistas", "retrocedistas" y otros motes más o menos
originales, se estaba negando toda perspectiva revolucionaria en el país.
El marxismo-leninismo enseña
que la fuerza motriz de la revolución democrática la constituye la alianza
obrero-campesina; que en los países coloniales y dependientes, el problema
agrario y el movimiento campesino son cuestiones cardinales de la revolución
liberadora.
Transferir el encaramiento de
los objetivos programáticos y táctico-organizativos del trabajo en el campo de
la atención primordial del Partido a la índole de una tarea sindical, es perder
de vista toda perspectiva revolucionaria y es renunciar a la dirección política
del proletariado sobre el campesinado.
Nadie puede dudar de que los
sindicatos deben ocuparse de los problemas del campo, buscar conjugar los intereses
comunes de los obreros y los campesinos, que deben procurar establecer
relaciones fraternales de organización a organización con los campesinos. Pero
ello por sí solo nunca podrá conducir a la alianza obrero-campesina. La tarea
de forjar esa alianza es tarea vital del Partido, de un Partido que se oriente
realmente a una revolución democrática de liberación nacional. Es el Partido -
el Partido de la clase obrera- que al levantar un programa agraria radical,
otorga el fundamento sólido e indeclinable de la alianza obrero-campesina. Y es
el Partido quien debe trazar las directivas tácticas correctas capaces de unir
a las masas del campo y desarrollar la fuerza del Partido entre los campesinos.
¿Puede haber alianza
obrero-campesina, por lo demás, si no determinamos claramente el alcance de esa
alianza y a qué capas del campo nos dirigimos?
¿Pueden hacer esto los
sindicatos?
¿Qué alianza puede haber
mientras millares de campesinos medios y también campesinos ricos creen que el
comunismo significa la expropiación de sus tierras?
Debemos hacer una clara
definición del enemigo principal en el campo: el imperialismo yanqui y el
monopolio feudal de la tierra, para poder así trazar los objetivos, las
reivindicaciones y enarbolar las consignas capaces de unir a las amplias masas
del campo, aunque nuestro trabajo se concentre en los campesinos pobres y en
los trabajadores de la tierra.
Para unir las masas del campo,
el Partido debe establecer formas organizativas correctas según cada lugar y de
acuerdo a sus peculiaridades. Ellas deben ir desde la formación de ligas,
uniones o sindicatos de los trabajadores de la tierra, hasta la participación
decidida en las distintas amplias organizaciones campesinas existentes. En unos
lugares debemos participar en las llamadas Sociedades de Fomento Rural; en
otras intervenir en la Liga Federal de Acción Ruralista, siempre desde luego
con una línea independiente. Debemos apoyar decididamente el actual movimiento
de Cooperativas campesinas y ayudar a nuestros compañeros que ya actúan en las,
a su mejor desarrollo.
Desde este punto de vista, el
Partido debe condenar el aislamiento sectario que se ha impuesto a nuestros
afiliados, por las desviaciones implantadas por Gómez en el Partido.
A la activa labor del Partido,
que agite la consigna de una reforma agraria radical y defienda en todos los
terrenos las reivindicaciones de los campesinos y de los trabajadores de la
tierra, debe unirse el trabajo de nuestros camaradas entre las grandes masas,
en las organizaciones donde esas masas están. El Partido debe designar cuadros
para que ayuden a nuestros compañeros en las localidades rurales. El Partido
debe editar una propaganda adecuada para el campo, persuasiva, en el lenguaje
de los campesinos, etc. Propaganda de características especiales. ¡Payadores,
sí, pero payadores en los pueblos de ratas, en las estancias y en las
concentraciones rurales!
Pero, además: ¿es que sin
Partido en las ciudades y pueblos del interior puede desarrollarse la alianza
obrero-campesina? Es necesario un cambio radical de la dirección del Partido
respecto a la atención y ayuda a las organizaciones partidarias del Interior
del país.
Durante años se ha abandonado
al Partido en el Interior del país; se ha dejado de destinarle cuadros y
prestarle la mínima colaboración.
La concentración en manos de
Gómez y su hijo de la dirección de los Comités Departamentales del Interior ha
significado el abandono del Partido a su suerte para ahogar las bases de su
desarrollo como un Partido nacional y para impedir la alianza obrero-campesina.
Todo el Comité Nacional debe
asumir responsabilidad por estos hechos y pasar a corregir de inmediato esa
situación.
4) El camino para formar un
amplio movimiento democrático de liberación nacional, presupone el desarrollar
al máximo la lucha reivindicativa, económica y política, con la formación de
Comités Populares de los más diversos tipos, que tomen en cuenta los intereses
de las masas, sus más vivas aspiraciones y cuyos objetivos no se determinen con
una fórmula estereotipada, sino que deben tener en cuenta el grado de
experiencia y el desarrollo de la conciencia de las masas en cada lugar. En
este sentido, nuestros camaradas, para ponerse al frente realmente de las
luchas de masas no deben postular la formación de un solo tipo de Comité Popular,
sino de diferentes tipos según el lugar y las características. Así, por
ejemplo, debemos esforzarnos por formar comités por la paz, cuyo objetivo
específico es la lucha por la paz, comités de gran amplitud; en otros lugares,
debemos formar comités de lucha contra la carestía de la vida, concretando su
acción a las reivindicaciones locales, comités que según el lugar y el grado en
ese lugar de desarrollo de la conciencia de las masas, podrá vincular sus
reivindicaciones a la brega por la paz o a la condenación de los hechos de
guerra en el país o en el mundo o a hechos de la vida política del país; pero
que no tienen por qué llamarse fatal y obligatoriamente "Comités por la
Paz y contra la carestía": o en otros lugares debemos formar comités por
una reivindicación por pequeña que sea y organizar la lucha por ella hasta
conquistarla a fin de que las masas realicen su propia experiencia. Es decir,
que la organización de los Comités Populares no puede ser el resultado de una
receta sectaria impuesta a la gama infinita de la lucha popular, sino el
resultado de la aplicación concreta de los objetivos del Partido a la situación
local y al grado de elevación del movimiento en cada sitio. De este modo,
nuestros camaradas deben tomar audazmente en sus manos la labor de unir a las
masas aunque sea por la más mínima reivindicación, de constituir los Comités
Populares de los más diversos tipos y desenvolver así, por abajo, y en los
combates populares, el movimiento democrático de liberación nacional.
En vez de este planteamiento
que formulamos abocetadamente, se ha dado como tarea al Partido un conjunto de
fórmulas sectarias que han conducido al encierro de las organizaciones de base
del Partido en los barrios y a la inexistencia de una amplia y variada red de
comités populares.
¿Cómo se ha expresado esta
clara desviación sectaria destinada a encerrar y debilitar al Partido?
Veamos algunos conceptos:
a) Por el planteamiento de una
fórmula única y preestablecida de Comité Popular. Así en 1947, se lanzó la
consigna de formación de Comités de Liberación Nacional y Justicia Social. Era
una consigna que poseía elementos correctos, si el Partido la encaraba en el
marco de la formación de un gran movimiento de emancipación nacional; daba la
perspectiva de un movimiento contra el imperialismo yanqui, enlazado a la lucha
reivindicativa y programática de cada lugar. Pero el planteamiento exclusivo de
este movimiento político y la ausencia de un objetivo nacional del Partido para
concretarlo, no permitió avances reales al respecto.
Pero esa consigna duró poco y
fue sustituida luego del retorno en 1948 de Gómez de Europa por la consigna de
formar Comités de "Fuerza Patriótica", forma atravesada de plantear
la constitución de Comités Populares, en lugar de darle la denominación y el
contenido en relación a las peculiaridades de la lucha de masas. En 1949-50 se
habló de Comités por la Paz y más tarde de "Comités por la Paz y contra la
carestía". Esta última fórmula iba
unida a una concepción errónea acerca de la naturaleza del movimiento
por la paz. Lo que no quiere decir que los comités contra la carestía o por
cualquier reivindicación popular no deban plantear o relacionar sus
reivindicaciones a la lucha por la paz.
El dar fórmulas únicas,
obligatorias, preestablecidas al movimiento popular y el cambio periódico de
esas fórmulas rígidas y únicas servían solamente para confundir al Partido y
separarlo de las masas. Y de este modo se minaba la fe del Partido en sus
fuerzas para encabezar la lucha popular y en las excepcionales perspectivas
abiertas ante él. Al contraponer el planteamiento general de las perspectivas
nacionales e internacionales al análisis concreto de las diversas formas del
movimiento y al grado de desarrollo de éste en cada lugar, se comprometía de antemano
los resultados del trabajo y se golpeaba la confianza de los militantes en las
masas, en las posibilidades del Partido y en su propia capacidad. Nuestras
agrupaciones se encerraban y volvían grupos vegetativos de camaradas que
distribuían determinadas tareas internas; pero que no concretaban aquellas
tareas capaces de reunir, en torno a la táctica general del Partido, a las
fuerzas del pueblo en un variado y fecundo movimiento reivindicativo,
económico, social y político.
c) Pero además, al no organizar
a los Comités de Lucha, los combates obreros no son rodeados de un cuadro
organizado de fuerzas populares. Son luchas aisladas de la clase obrera que no
se enlazan sino virtualmente, como en el caso de los comités solidarios con la
huelga de Ferrosmait con las luchas del proletariado. Pero además, la política
de unidad con los grandes partidos, con las fuerzas democráticas de los grandes
partidos, tiene que hacerse en el fuego del combate y la lucha de masas. Esos
partidos son heterogéneos; representan a terratenientes y grandes burgueses;
pero existen en ellos fuerzas progresistas, sectores de la burguesía nacional,
de las capas medias, etc., aliados potenciales nuestros. Los comités populares
contribuyen a diferenciar en el seno de esos partidos a las fuerzas
democráticas y progresistas, de las reaccionarias. Únicamente en el fuego de la
acción, de la lucha de masas de los comités populares que reúnen a batllistas,
herreristas, católicos, socialistas, blanco-independientes, nosotros podremos
confrontarlos a las posiciones de sus dirigentes reaccionarios y pesar
realmente para diferenciar en el seno de los partidos a las fuerzas
progresistas de las fuerzas al servicio del imperialismo yanqui y de la
reacción.
6) Esta "línea" de
postergar el estudio y ejecución de las tareas democráticas generales y de
obstruir el trabajo del Partido en el campo, se acompañaba, como es lógico, de
un marcado sectarismo en las filas del movimiento sindical, particularmente, en
el enfoque de la unidad y organización de la clase obrera.
Existe en nuestro país un
movimiento sindical bastante fuerte, construido por la dedicación abnegada de
los militantes comunistas que han entregado por años sus mejores energías a
defender las reivindicaciones y derechos de la clase obrera. La influencia de
nuestro Partido en la clase obrera organizada, es considerable. Las raíces
históricas del Partido enclavadas en la clase obrera, la irradiación
internacional del prestigio de la URSS, la atracción mundial de las ideas del
comunismo, la autoridad moral de numerosos cuadros del Partido en las filas de
la clase obrera organizada y del proletariado en general, la devoción y el
trabajo de un gran número de militantes del Partido en las fábricas y gremios,
la labor parlamentaria del Partido vinculada siempre a las luchas de los
trabajadores, las importantes conquistas reivindicativas logradas, han
asegurado una gravitación bastante seria de nuestro Partido en la clase obrera,
particularmente en Montevideo.
Y ello ha contribuido
poderosamente a la existencia de un movimiento sindical importante. Pero éste
no se ha desarrollado mucho más, hasta lograr la unidad y organización de la
inmensa mayoría de la clase obrera, por las concepciones sectarias impuestas al
trabajo sindical del Partido, concepciones sectarias que, como siempre, se
doblan por desviaciones oportunistas. Expresadas sintéticamente esas
desviaciones sectarias se pueden resumir en algunos grandes rasgos.
a) La equiparación en la
práctica de la organización del Partido y de la organización sindical a los
efectos de los planteamientos políticos y programáticos.
Como se sabe, los comunistas
debemos esforzarnos para que todo el movimiento sindical se pronuncie y luche
por la paz, por la independencia nacional y la democracia; así lo han hecho la
Unión General de Trabajadores y numerosos sindicatos en diversas oportunidades;
y han realizado inclusive luchas de importancia contra la colonización yanqui
de nuestro país. Ello es correcto. De lo contrario se caería en los errores del
"economismo" que rebaja el papel de la conciencia en el movimiento y
sostiene la idea oportunista de la espontaneidad. Pero, una cosa diferente es
trasplantar los planteamientos programáticos, las formas de pronunciamiento, el
lenguaje y los métodos de la organización partidaria al movimiento sindical.
Esta postura sectaria y
mecanicista conduce al estrechamiento del movimiento sindical, a trabar la
educación de los trabajadores y a demorar la participación de las más amplias
masas en el combate por la paz, la democracia y la liberación nacional.
El movimiento sindical debe
participar activamente en la lucha específica por la paz y pronunciarse en
defensa de la soberanía nacional y la democracia. Pero ello debe ser realizado
desde el ángulo sindical. Y debe acompañarse de un planteamiento accesible a
las grandes masas y de una incesante brega por las reivindicaciones más
sentidas.
¡Sólo el que asó la manteca
puede confundir la lucha por la más pequeña reivindicación económica con el
"economismo"!
A través de un amplio proceso
de discusiones democráticas y de masas, en el cual se vinculen vivamente las
reivindicaciones más sentidas -las cuestiones del salario, del pan, del
trabajo, de los derechos sindicales, etc.- las amplias masas de un gremio se
incorporarán con más facilidad a la lucha por la paz, la independencia nacional
y la democracia. Y es a través de su experiencia en la lucha que las más
amplias masas obreras comprenderán mejor los grandes objetivos programáticos.
La experiencia de las masas no puede sustituirse por un planteamiento de
arriba, ni una resolución de carácter interno. Las fórmulas mecánicas de
"politización"- empleemos la palabreja- constituyen precisamente la
más seria traba a la educación revolucionaria de la clase obrera. Es necesario
combatir a fondo el sectarismo, en nuestro trabajo en el movimiento obrero.
Ello es tanto más necesario y urgente, cuando -golpeada por la difícil
situación crítica a que condujo al país la política de guerra de las clases
dominantes al servicio del imperialismo yanqui- la clase obrera se lanza a la
lucha reivindicativa con ardor y combatividad. Es necesario que audaz y
firmemente, sin sectarismos, ni vacilaciones, el movimiento sindical unitario,
y nuestros camaradas comunistas en todos los lugares, levanten la bandera de la
lucha reivindicativa, particularmente por aumento de salarios, salgan al paso
de las tendencias a congelar los salarios, organicen la acción de los miles de
desocupados, combatan la "teoría de la productividad" de la
superexplotación de cuño yanqui, enfrenten la carestía de la vida, impulsen la
batalla por la legislación social, etc. E incorporen a la acción sindical a los
miles de trabajadores desorganizados o que no participan en la vida regular de
sus sindicatos.
En segundo término, el
sectarismo conduce a la fraseología ajena a las masas acerca de las consignas
de carácter político, por no estudiar concretamente las condiciones de
desarrollo del movimiento obrero en cada lugar o gremio. Está bien que UGT, la
central obrera, o que los aguerridos y fogueados gremios de distintos lugares
enarbolen sin vacilación sus pronunciamientos programáticos, pero en amplios
sectores desorganizados o que no han participado en combates, la primer labor
es unirlos y organizarlos por sus reivindicaciones y permitir que hagan así la
necesaria experiencia militante. Proceder de otra manera, conduce a estrechar
el movimiento y a facilitar la acción de los enemigos de la unidad de la clase
obrera. La utilización de formas múltiples de lucha y de organización -que
tomen en cuenta la situación concreta y el grado de desarrollo de la conciencia
de la clase obrera en cada lugar- facilitarán un auge del movimiento sindical y
pasos decisivos en la unidad de la clase obrera en todo el país.
b) El sectarismo impreso al
trabajo sindical -a menudo con la resistencia de nuestros camaradas- conducía a
resistir y desvalorizar la tarea principal del movimiento, es decir, la unidad
de la clase obrera. Esta actitud se agravaba por el hecho de que se han creado
como nunca condiciones para dar pasos muy grandes en el camino de la unidad
obrera. Esos pasos han conducido al retorno a UGT de importantes gremios como
los gremios del transporte urbano y otros; se han unido todos los sindicatos
marítimos y portuarios de las tendencias más diversas, en un gran comité de
unidad, a la vez de desarrollarse la unidad de acción entre los gremios
portuarios y la Unión General de Trabajadores. Pero es evidente, que sin una
línea certera, correcta y consecuente frente a los trabajadores de los
frigoríficos, a los ferroviarios y a los textiles, por ejemplo, difícilmente la
unidad obrera ganará en el país su definitiva gran batalla.
Esta orientación unitaria ha
sido trabada a pretexto de especulaciones tácticas, en las más diversas
oportunidades, lo que, particularmente en el caso del Cerro, ha constituido una
seria traba a la unidad obrera. El mantenimiento de una pequeña organización
ugetista por años en los frigoríficos, mientras existía una gran Federación
autónoma es el monumento a la torpeza sectaria y una deliberada maniobra para
facilitar el juego a los enemigos de la unidad. En las tareas finales
volveremos sobre esto.
c) ¿Cómo se ha encubierto la aplicación a
rajatabla de esta política sectaria?
Para justificarla, los Gómez utilizaban
torcidamente una afirmación de principios del leninismo: “la dirección del
Partido sobre el movimiento obrero”.El Partido –como enseñan Lenin y Stalin- es
la forma superior de organización del movimiento obrero, es la vanguardia que
dirige a todas las organizaciones de la clase obrera, a los sindicatos, a los
comités de lucha, a las cooperativas, etc. Pero esta función histórica del
Partido no se ejecuta por órdenes o decretos o por el jactancioso traslado de
los planteos partidarios a las organizaciones sin partido de la clase obrera,
se cumple por el trabajo persuasivo de los cuadros dentro del movimiento
general, por el desarrollo de la autoridad moral del Partido en la lucha, por
la palabra clara y orientadora de las agrupaciones de empresa del Partido,
entregadas a apoyar y orientar la lucha de los trabajadores. El Partido dirige
el movimiento obrero por la acción de sus militantes que actúan correctamente en el seno de la
organización sin partido de la clase obrera; el Partido ejerce su dirección por
su política justa y su actividad orientadora; por el acierto de su programa, de
su planteo de las reivindicaciones, por el crecimiento de su prestigio y del de
sus militantes en las amplias masas de la clase obrera, prestigio que no
obtiene por órdenes sino como resultados de la experiencia de las masas y de la
conducta de nuestros militantes en el seno de los trabajadores y de sus
organizaciones.
Dimitrov lo explica con claridad
terminante:
“El sectarismo no quiere ni puede
comprender que colocar a la clase obrera bajo la dirección del Partido
Comunista es una cosa que no obtiene automáticamente. El papel dirigente del
Partido Comunista en las luchas de la clase obrera debe ser conquistado. Para
eso, no es necesario proclamar el papel de los dirigentes comunistas, sino
merecer, ganar, conquistar, la confianza de las masas obreras con un trabajo
cotidiano de masas y una política acertada. Esto sólo se consigue si nosotros
los comunistas, en nuestro trabajo político, tomamos seriamente en cuenta el
verdadero nivel de conciencia de las masas, su grado de saturación
revolucionaria; si apreciamos seriamente la situación concreta, no a través de
nuestros deseos, sino a través de realidades. Debemos facilitar a las amplias
masas pacientemente, paso a paso, la transición a los posiciones del comunismo.
No debemos olvidar jamás las palabras de Lenin que nos advirtió..”se trata de
no considerar liquidado para la clase obrera, para las masas, lo que está
liquidado para nosotros”.
Tras el rótulo de dirección del Partido
sobre el movimiento obrero” , no sólo se impulsó la sectarización de la
actividad de los comunistas en los sindicatos, sino que los Gómez lo esgrimían
astutamente como una bandera para sus fines fraccionalistas y para la
destrucción de cuadros. Con esta bandera se instauró la persecución del
dirigente sindical dentro del Partido, sobre cuya cabeza caían siempre las
culpas generales. No sabemos por qué especulación, el prestigio de masas, la
autoridad ante los trabajadores de un dirigente sindical se transformaba en un
peligro para la organización del Partido. Stalin decía cierta vez que discutir
acerca de la importancia de los
dirigentes del Partido y del movimiento sindical era, lo mismo que discutir
acerca de si era más útil la mano izquierda que la derecha. De este modo se
destruía cuadros pero se buscaba mantener dividido el Partido. A pretexto de la
“dirección del Partido sobre el movimiento obrero” se procuraba enfrentar a los
cuadros del Partido y del movimiento sindical. Cuando convenía, los Gómez
amañaban una discusión para que cuadros del Partido golpearan a los militantes
comunistas del movimiento sindical; otras veces armaban a algunos dirigentes
sindicales para disputar con dirigentes del Partido.
¡Hoy el juego se acabó! ¡La conspiración
contra el Partido ha sido descubierta y los manejos fraccionalistas de los
Gómez han sido aventados por un Partido unido, en el cual hay una sola clase de
militantes, los militantes comunistas, independientemente del lugar de su
actuación!
7) El falseamiento de la orientación
leninista acerca de las relaciones entre el Partido y el movimiento de masas se
dirige a impedir el ejercicio de la función de vanguardia del Partido. Esto se
evidencia a la vez, en la interpretación que da Gómez a la tesis correcta
acerca de “la cara del Partido” que se vuelve una caricatura destinada a aislar
al Partido de las masas.
El Partido no debe nunca, como se sabe,
ocultar su fisonomía; toda debilidad al respecto retarda el proceso de
educación revolucionaria de las masas y su pasaje a las posiciones del comunismo.
El Partido debe salir con su propia cara frente a todos los acontecimientos
políticos, sociales y económicos; debe orientar, llamar a la lucha y organizar
a las masas para esa lucha. El Partido debe dar consignas correctas en el
transcurso del movimiento general y anticipándolo. Pero el Partido no es el
ejecutor directo de toda la política que debe ser realizada por las masas. El
Partido para no aislarse de las masas, para ser, de verdad y no teóricamente,
vanguardia de la clase obrera y el pueblo, debe organizar en su torno, a todas
las fuerzas de la clase obrera y el pueblo. Debe proceder así en el mundo
capitalista y procede así en el mundo soviético.
El Partido conduce, es la fuerza de
vanguardia; pero son las propias masas con su lucha organizada, los ejecutores
de una política de millones, cuya guía de fondo debe ser el programa del
Partido. El Partido organiza la unidad obrera. ¿Pero qué es más útil? Que la
agrupación de empresa venga sola o con 4 o 5 simpatizantes al Parlamento a
reclamar una conquista o que los comunistas de la fábrica asistan con todos los
obreros y su Comité de Empresa al frente a conquistar esa reivindicación?
Desde luego, la agrupación va a apoyar,
sacar su periódico, orientar la lucha, etc. Pero son las masas –y no el Partido
aislado- las que debemos movilizar por sus reivindicaciones.
El Partido organiza la lucha popular.
¿Qué conviene más: que diez militantes aislados, en nombre de la agrupación
organicen un “apagón” contra las tarifas de la electricidad? O que reúnan a los
vecinos y con ellos desarrollen un movimiento continuado para lograr esa
conquista?
Es evidente, que lo segundo.
¡La deformación grosera del planteamiento
acerca de la “cara del Partido” llegó al extremo de que las agrupaciones
comunistas como tales recibieron orden y salieron a reunir firmas por la paz!
La deformación provocativa de la labor
del Partido ejecutada por el falseamiento de determinadas tesis correctas,
apunta siempre en una dirección: ahogar al Partido al volcarlo sobre sí mismo.
El falseamiento se apoya en frases generales aparentemente justas: ¡la “cara
del Partido”! ¿Quién se va a oponer, so pena de ser motejado de oportunista, a
que el Partido aparezca con su propia fisonomía?
¡Pero lo que buscaban era que el Partido
no apareciera con su cara propia, porque esa cara se la mira en el espejo, en
vez de mostrarla en las luchas de las grandes masas que debe encabezar!
¡La vanguardia conduce; pero no sustituye
la acción de toda la clase obrera y el pueblo! ¡La orienta y la guía!
Pero, además, ¿dónde queda al desnudo la
farsa de las afirmaciones acerca de la cara del Partido, que lo embretan y lo
separan de las masas?
En los hechos siguientes:
1) En el presupuesto del Partido, se liquidaron
paulatinamente los rubros de propaganda. ¡Eso sí es la cara del Partido! Los
actos, los carteles, los folletos explicativos de nuestra política, las
manifestaciones, la voz de los dirigentes del Partido en las principales
fábricas, el esclarecimiento de cada hecho de la política internacional y
nacional. Donde la farsa queda al descubierto es ante la información que
daremos de cómo se intentó impedir la salida de JUSTICIA diario. Debe saberse,
que luego de la campaña financiera, se debía destinar $25.000 a la salida del
diario. Llegó un día Gómez Chiribao y fue apoyado inmediatamente por Gómez, y
dijo que no había condiciones para la salida
del diario y que se debía postergar la fecha; más tarde se informó que ese
dinero se destinó a otras tareas. Ello provocó una intensa discusión en la
dirección del Partido. Discrepamos en el Secretariado, en el Comité Ejecutivo,
defendimos la salida de JUSTICIA y el Comité Nacional, por mayoría, derrotó a
Gómez y a su hijo, y permitió la salida del diario.
¡Esta sí, que es la “cara del Partido”!
Pero, revisemos los informes. ¿En cuántos
documentos se habla de la salida de una revista del Partido? De la necesidad de
un órgano orientador, que guía a nuestros militantes, que eleve su nivel
ideológico, que permita combatir las mentiras del imperialismo yanqui y sus
lacayos, que abra una discusión clara sobre los problemas centrales de la
realidad nacional y del Partido, que difunda las experiencias de los partidos
hermanos, que ayude a educar a nuestros militantes en los principios del
marxismo-leninismo? ¿Dónde está la revista del Partido? Había dinero para
gastos superfluos, para aparatos diversos, pero nunca hubo dinero para que el
Partido tuviera su revista teórica. Y nos vienen a hablar de la cara del
Partido, deformando esta afirmación para transformarla en una desviación,
contraria al papel de vanguardia del Partido! ¡Porque, no hay vanguardia sin
masas detrás!
2) Pero, ¿dónde queda además, en descubierta
esta farsa? ¿Dónde el Partido ejerce su papel de vanguardia de modo concreto y
diario? En los lugares donde están concentrados millares de obreros: en el
Cerro, en la UTE, en la ANCAP, en las grandes empresas metalúrgicas, en el
Puerto de Montevideo, etc.
Al discutir las experiencias del XIX
Congreso, propusimos destinar hombres del Comité Central y del propio Comité
Ejecutivo, a dirigir directamente las grandes agrupaciones de empresa. Son los
principales centros de la clase obrera. ¿Es que vamos a permitir que, cuando es
necesario encarar problemas con 5 mil obreros del Frigorífico Swift, o 4 mil
500 obreros de la ANP, o millares de trabajadores de la UTE, ello quede librado
a militantes de base o intermedios?
Debe ser directamente la dirección del
Partido que asegure en el contacto con la base, la aplicación de nuestra
política en lugares vitales. ¿Acaso esta experiencia no la ha aplicado el
Partido brasileño con éxito radical, reclutando miles de afiliados en las
grandes empresas de San Pablo?
Mientras se caricaturizaba el papel de
vanguardia del Partido, se separaba a los cuadros decisivos del trabajo en los
centros vitales, se inflaban los aparatos superiores, y se dejaba a las
agrupaciones de empresa, en forma esquelética, resolver problemas difíciles,
que son problemas duros para cualquier dirigente del Partido.
¡Cuadros a las grandes empresas, peso
fundamental de la dirección sobre los ejes de la clase obrera, liquidación de
organismos estériles intermedios, que demoran y deforman la línea en su
trasmisión a las masas! Responsabilidad directa del Comité Ejecutivo sobre el
Cerro, sobre los lugares básicos de la política partidaria!
CAPITULO IV
La
infiltración nacionalista en el Partido
Las desviaciones en que ha incurrido el
Partido respecto al movimiento de masas, se vieron facilitadas por el saboteo
sistemático de las experiencias internacionales realizado por Gómez. El
conocimiento por el Partido de las experiencias de los grandes movimientos
democráticos internacionales y de las luchas para mejorar nuestro trabajo por
la participación de nuestro pueblo en la lucha por la paz, por la unidad de las
mujeres y los jóvenes o en la gran tarea de la unidad y organización de la
clase obrera.
Sin embargo, a pesar del esfuerzo y la
insistencia de numerosos camaradas que asistieron a las reuniones mundiales de
defensa de la paz, o a los congresos internacionales de mujeres o a los
“encuentros” juveniles, se obstruía sistemáticamente el estudio por el Partido
de esas experiencias. Los informes centralizados en Gómez, volvían raramente a
la circulación. Conclusiones de tanta importancia como las emanadas del III
Congreso de la Federación Sindical Mundial fueron sustraídos al debate normal
del Partido, a pesar de las protestas que ello aparejó en el Secretariado y en
el Comité Ejecutivo.
El menosprecio y enfrentamiento de las
experiencias internacionales practicado por Gómez, eran la expresión de sus
posiciones de grosero nacionalismo que infiltró en el Partido.
Al discutirse las experiencias del XIX
Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, el Partido criticó con
razón las corrientes del “nacionalismo burgués” existente en diversos
documentos del Partido, que mezclaban las tradiciones históricas del movimiento
artiguista con la ideología del Partido, el marxismo-leninismo. En esa
oportunidad la discusión no fue a fondo en el Partido como correspondía, hasta
extraer las raíces nacionalistas burguesas infiltradas en el Partido por Gómez.
La actitud nacionalista burguesa seguía
presente y emboscada, en el enfrentamiento por Gómez de las experiencias del
Partido Comunista de la Unión Soviética y de los demás Partidos Comunistas
hermanos.
Así Gómez recurrió a todas las maniobras
para trabar el conocimiento partidario de las experiencias del XIX Congreso del
Partido Comunista de la Unión Soviética y, finalmente, dijo esa ridiculez de
que el XIX Congreso demostraba que era necesario continuar la línea de
agosto... Todos los Partidos Comunistas del mundo estudiaban como un
acontecimiento histórico-universal los planteamientos de Stalin, los informes,
debates y resoluciones del Congreso. La conclusión de Gómez era que “Gómez
tenía razón en su informe de agosto de 1952 y que la enseñanza del XIX Congreso
consistía en que era menester aplicar la línea de Gómez!”
En cuanto a los otros Partidos Comunistas
hermanos...bueno, mejor es no hablar!
Gómez predica la autosatisfacción
nacionalista frente a los partidos hermanos pretendiendo que somos “el ombligo
del mundo” y que todos tienen que aprender de nosotros, cuando, ¡vergüenza
debía de darnos de nuestro atraso ideológico, como dirigentes, de nuestra
debilidad política por permitir tan gruesas cosas en nuestro Partido!
En los últimos tiempos, Gómez y su hijo
se dedican a organizar grupos folklóricos, tapadera de la labor fraccional
antipartidaria.
En los grupos fraccionales el veneno
nacionalista aparece en forma grosera. Procuran enfrentar, en ellos, la cultura
soviética, las obras soviéticas, con el planteamiento de la necesidad de
estudio de la literatura nacional.
Si se
ve a un camarada leyendo una obra soviética, se le dice: “¿Por qué no lee a
Acevedo Díaz; pero queremos educar a nuestros cuadros y a la clase obrera y al
pueblo, a la luz de la nueva humanidad socialista. ¡Nunca leeremos bastante ni
aprenderemos bastante de las enseñanzas del Partido Comunista de la Unión Soviética,
ejemplo magnífico de esa nueva sociedad que está construyendo el comunismo!
Pero, ¿por qué realizan ese
enfrentamiento? ¿Por qué Gómez quita su tiempo reducido de dos o tres o seis
horas por semana a la labor de dirección del Partido, para dedicar largas horas
a dirigir la redacción de un informe sobre el folklore, plagado de afirmaciones
nacionalistas? ¿Por qué dedica buena parte de su actividad de dirigente a
prestigiar, presidir “grupos folklóricos” y a ayudar a preparar un informe
sobre folklore, que cuando lo pedimos para leerlo otros dirigentes del Partido,
porque lo oímos y vemos el veneno nacionalista que encierra, se da la directiva
que ni a Suárez, ni a mi, ni a otros dirigentes se les de copia, porque “somos
contrarios al folklore”?
La respuesta es clara: en los grupos
fraccionales los Gómez realizan actividad consciente y directa de
envenenamiento nacionalista del Partido, llevan a cabo una actividad consciente
antisoviética que se une a la preparación del golpe contra el Partido. Todos
los actos de formación de grupos especiales en el Partido, de una disciplina
prusiana tipo nazi, se hacen con la participación personal de Gómez. Se echan
las bases nacionalistas en un vasto plan contra los fundamentos ideológicos del
Partido y al mismo tiempo conspiran para ir liquidando cuadro a cuadro de la
dirección y dar un golpe con cualquier bandera, pero en el fondo enfrentando al
internacionalismo proletario.
Pero ¿cómo el Secretario General de un
Partido, que hace veintitantos años que no va a la Unión Soviética, transfiere
siempre su viaje a pesar de las incitaciones de todos sus camaradas de la
dirección? ¿Cuántas veces planteamos diversos camaradas lo beneficioso que
sería para el Partido que su Secretario General viajara hasta la URSS a
presenciar los cambios extraordinarios de la sociedad socialista en marcha
hacia el comunismo?
Nunca encontró tiempo ni oportunidad para
hacerlo. Encontró tiempo para el folklore, o para dirigir aparatos fraccionales
en el Partido; pero no encontraba tiempo para recoger, para bien de nuestro
pueblo, las experiencias de la nueva humanidad!
Y como complemento de sus posturas
nacionalistas, Gómez desenvuelve su ataque contra la educación del Partido. Lo
hace porque quiere minar los fundamentos marxistas-leninistas del Partido,
sumir a los cuadros en el atraso ideológico, aún mayor del que hemos sufrido
los dirigentes, para no ver esta conspiración monstruosa hasta sus últimas
consecuencias. Si nosotros hubiéramos tenido realmente una formación marxista
consecuente, hubiéramos desentrañado antes este plan, y visto la plataforma
monstruosa que se estaba incubando, para paralizar al Partido y destruirlo. El
estudio de las experiencias internacionales, el estudio de los principios
marxistas-leninistas, el estudio en particular de las experiencias del Partido
Comunista de la Unión Soviética, el conocimiento del trabajo de los Partidos
hermanos, deberían constituir una preocupación seria y permanente de nuestro
Partido.
CAPITULO V
Las tareas
para el desarrollo y el fortalecimiento ideológico y orgánico del Partido
1) El desarrollo del Partido, su
crecimiento, su elevación ideológica y su fortalecimiento orgánico, constituyen
un marco fundamental de su situación política, de su grado de conexión con las
masas, de la profundidad y certeza del trabajo de organización de la dirección
en todas las instancias.
El estancamiento del Partido y la
reducción de su activo reflejan de modo categórico la magnitud de los errores
cometidos.
Pero, los errores de carácter político e ideológico no son los
únicos que han paralizado el desarrollo del Partido. La destrucción de la
organización del Partido por la fracción de los Gómez, completaba toda la
actividad de provocación política. La dislocación de los aparatos del Partido;
la destrucción de los cuadros y la disolución de todo organismo dedicado al
trabajo de cuadros; el estrechamiento del activo –disperso por las más diversas
y enfrentadas tareas, descentrado de la labor de organización de las masas
hasta transformarlo en un esqueleto de Partido obligado a sustituir al conjunto
del Partido e imposibilitado por lo tanto de actuar en las tareas de organizar
a la clase obrera y el pueblo; el abandono de las agrupaciones de las grandes
empresas; la orfandad absoluta de la organización del Partido en el Interior y
la destrucción sistemática de toda dirección departamental en Montevideo, etc.,
caracterizan en grandes rasgos esa situación. En particular es bueno destacar
lo que ha pasado siempre con el Comité Departamental de Montevideo, dirigente
de la principal organización del Partido. ¿Acaso alguna vez ha durado un
Secretariado o un Comité Departamental de Montevideo? Pasar por Montevideo era
cruzar por el fuego; los dirigentes de Montevideo periódicamente se volvían los
“cabezas de turco” de los errores generales y, en consecuencia, se cerraba así
la vía primordial de afluencia de nuevos cuadros experimentados a la dirección
del Partido.
Esta situación se agudizó en los últimos períodos, por el abandono
y desorden en materia de reclutamiento, de asimilación, de distribución y
vigilancia en materia de carnets del Partido, acerca de lo cual reina una
irresponsabilidad criminal. Acerca de ello es necesario reaccionar
violentamente: las cuestiones referentes al título de miembro del Partido, a la
distribución de los carnets, a la cotización, al conocimiento exacto del número
de afiliados al Partido, etc., son tareas de primer plano de la dirección del
Partido y del Partido en su conjunto.
La lucha contra la irresponsabilidad y el
espontaneísmo en materia de crecimiento y organización del Partido, debe
elevarse a la altura de una gran batalla ideológica.
El Partido, como se sabe, crece en la
lucha, en el ejercicio de su función de vanguardia al frente de las grandes
masas; pero el Partido no crece, no se desarrolla, ni se organiza
espontáneamente. Debemos llevar a cabo una labor sistemática de
engrandecimiento del Partido, particularmente en las grandes empresas; debemos
vincular cada lucha a las cuestiones prácticas del desarrollo del Partido;
debemos situar buenos cuadros en las agrupaciones de las grandes empresas y en
los centros vitales del proletariado, y, en cada batalla de la clase obrera,
procurar la incorporación al Partido de los obreros más combativos; debemos
llevar a cabo una política sistemática de reclutamiento de nuevos afiliados y
vigilar su asimilación y el estado numérico del Partido, inseparablemente de su
estado ideológico. Estas no pueden ser tareas colocadas en manos de cuadros
intermedios; deben ser responsabilidad de primer plano de la dirección.
Unida a la lucha contra todo
“espontaneísmo” en materia de crecimiento y organización del Partido, debe
situarse la educación y la elevación del nivel ideológico de los cuadros y del
Partido en su conjunto.
El sabotaje de las tareas de Educación del Partido realizado por los
Gómez, ha causado un serio daño. El Partido crecerá sistemáticamente y
consolidará su organización, si realizamos una gran labor de educación, de
estudio de los textos de Marx, Engels, Lenin y Stalin, de estudio creador de
las experiencias del Partido Comunista de la Unión Soviética y de las
experiencias de Partidos Comunistas hermanos y si unimos ese estudio a un
esfuerzo serio y consecuente por aplicar el marxismo a la realidad nacional.
2) Es necesario restablecer en el Partido
los principios leninistas en materia de organización. Y, en primer término,
debemos restablecer enérgicamente, el principio de la dirección colectiva.
Una de las causas que ha retrasado
evidentemente, la revelación del complot contra el Partido y el estudio de una
correcta línea política, ha sido la situación anormal de la dirección del
Partido, la ausencia de trabajo colectiva, la existencia de una “jefatura”
colocada por encima de los organismos regulares del Partido y la utilización
semidiscrecional por la fracción de los Gómez de las principales herramientas
de trabajo de dirección partidaria.
¿Y eso a qué conducía? ¿Cuál era la vida
real de nuestra dirección del Partido?
Hay que decirlo, con vergüenza de antiguo
comunista, pero a la vez como violenta reacción contra este estado de cosas.
Era la vida de la despolitización y del rebajamiento ideológico: con un
secretariado y un Comité Ejecutivo que no enfrentaban con independencia plena a
la fracción de los Gómez y un Comité Nacional transformado en un telón de fondo
y a quien se convocaba formalmente pero que no pesaba; que no era la verdadera
dirección del Partido.
Para rebajar el nivel ideológico y toda
independencia de los cuadros de la dirección, Gómez desfiguraba el criterio de
la autocrítica, para transformarla en un torturante golpeteo de pecho, que se
prestaba a los métodos terroristas de discusión y facilitaba el ablandamiento
de la dirección y mataba todo germen de discusión política independiente y de
contralor real, colectiva, por el Comité Nacional.
Así se deformó el método de discusión de
los problemas por el Partido. El Comité Nacional, así como cualquier organismo,
debe discutir un problema y opinar libremente acerca de éste, luego se debe
llegar a una resolución y pasar a aplicarla y a controlar su aplicación. En vez
de este sistema sano de discusión y trabajo, se implantó el sistema terrorista
de realizar vueltas y vueltas de discusión, a pretexto de revelar las
discrepancias ocultas, pero, en verdad, para asfixiar toda discusión, hasta
uniformar al Comité Nacional en la repetición mediocre de la fraseología de los
informes de Gómez y hasta imponer una presunta autocrítica donde cada uno
admitía cualquier absurdo.
Esto no tiene nada que ver con un método
de discusión comunista, es una práctica viciosa destinada a ahogar la crítica y
aplastar a los cuadros, a impedir que la gente piense, a contraponer unos
cuadros a otros, para destruir la dirección del Partido. ¡Debemos desterrar
estas prácticas de raíz! Ahora que hemos discutido estas cosas a “calzón
quitado” como dicen los chilenos, se vive un clima nuevo, corre un aire fresco
en el Comité Nacional, todo él consciente de sus tremendas responsabilidades
pero dispuesto a reaccionar frente a ellos. Cuadros que habían repetido permanentemente
las mismas cosas, los vemos levantarse, hablar claramente, aportar a la
discusión y mostrar sus verdaderas posibilidades como dirigentes.
Y por aquel camino se había establecido y
teorizado la burocracia en el Partido. Burocracia que comienza por el
Secretario General, aislado del Partido, que en toda la campaña electoral
encontró oportunidad para hablar en sólo 2 actos, plantando a todos los
organismos en el interior y la capital. Nunca tuvo tiempo para atender a los
dirigentes obreros, cargados de problemas y agobiados por todas las
inquietudes. No tenía tiempo para atender a los frentes diversos, que llegaban
con sus múltiples problemas. Se sentía molestado, porque le hacíamos consultas
o promovíamos inquietudes. La Secretaría General, era una montaña infinita de
problemas que llegaban y nunca salían. Dos veces por día para el trabajo del
secretariado, dos veces por semana, 3 horas, para el trabajo del Comité
Ejecutivo. ¡Ese es el conjunto de la actividad de un Secretario General! ¡Esto
es el entronizamiento de la burocracia, de la separación de las masas, de un
proceso de separación del Partido y de las masas que ha permitido esta
monstruosa provocación política.
Y cuando una vez en la vida, tuvo que
discutir en serio con su Partido, toma las de Villadiego y se dedica a escribir
cartitas a los afiliados y simpatizantes.
Es necesario concluir en el Partido con
el encogimiento cobarde, de que ha hecho gala la propia dirección. Es necesario
que no haya para los dirigentes, más que una política justa: la política de
principios. Nada importa, a no ser la
defensa clara de los principios, la conciencia honesta de cada militante. Por
encima de la suerte personal de cada uno, es necesario crear un clima de
independencia política y de crítica, de iniciativa creadora en el Partido.
Sabemos que la base del Partido nos va a
decir cosas muy duras. No nos asusta. La dirección ha abierto esta lucha, que
es sólo el comienzo. El Partido dirá su palabra. Pero la lección inolvidable de
estos acontecimientos, es que no pueden haber bocas cerradas en el Partido; y
no en la frase de un informe; sino con la seguridad dadas cada militante de que
su opinión no va a ser amañada en una cabeza de proceso para taparle la boca.
Es necesario transformar en delito contra el Partido, lo que trabe la crítica.
Es necesario tomar medidas ejemplarizantes, de expulsión del dirigente que
quiera taparle la boca a la crítica de los afiliados del Partido!
Es necesario terminar con el culto de la
personalidad. Sólo los organismos regulares de Partido, dan base a su sabiduría
colectiva. Aquí vemos derrumbarse como un ídolo de cartón a este jefe que nos
hemos puesto por arriba de todos!
Pero no se trata de establecer nuevos
hombres colocados por encima del Partido. Todos los dirigentes tenemos una
pesada responsabilidad. Lo hemos demostrado por nuestro atraso ideológico,
nuestra falta de valentía política, nuestra falta de vigilancia. Es necesario
restablecer a los organismos en su función dirigente, colectiva, con el mutuo
control de unos cuadros sobre otros, sin compadrazgos ni parentesco, empezando
por su dirección: desarrollando la crítica y la autocrítica, en el libre juego
de las opiniones que establecen la base de una elaboración colectiva de la
línea, dentro de los principios del centralismo democrático. El Partido no
tiene más jefes que su Comité Nacional.!
Es necesario comprender las experiencias
del Partido Comunista de la Unión Soviética, que enseñan a oír las críticas de
la base, aunque esas críticas tengan un 10% o un 5% de verdad. Únicamente un
cuadro formado y experimentado, puede hacer un estudio completo y formular una
crítica completa. Y si un cuadro de base realiza determinadas críticas, y se
coloca por encima el 80% de error de esa crítica, no se va a distinguir el 20%
correcto, y en última instancia ese cuadro no va a volver a criticar. Debemos
recoger lo positivo de la crítica, para levantar la cabeza de la base del
Partido, y del Partido mismo, para reeducarnos como dirigentes y reeducar al
Partido en los principios del marxismo-leninismo.
Debemos sentar en forma terminante que la
ley del Partido es su Estatuto, ley pareja para la dirección y para la base, y
que por encima de la ley que el Partido se da democráticamente en su Congreso,
no hay ninguna ley, y nadie la puede tergiversar.
3) Los hechos son muy graves, Desprenden una
gran responsabilidad sobre la dirección del Partido. Pero no creemos, como dice
alguna gente y lo repite la prensa imperialista, que todo está podrido. El
Partido está dando demostraciones de su salud política al abrir esta discusión
sin temores y a cara descubierta. Independientemente de lo que diga el Partido,
en su Congreso, sobre cada uno de sus dirigentes, ésta deber ser una lección
inolvidable para todos.
Pero debemos de abordar la lucha con
conciencia plena, de que el Partido tiene reservas inagotables y que saldrá
adelante. Creemos que hay fuerzas sanas en la dirección y en la base del
Partido, que lo llevarán adelante. Creemos que el Partido saldrá adelante,
porque la lucha está abierta y ningún afiliado tiene ya mordaza que le impida
decir lo que piensa. Creemos que la base obrera del Partido, su capital de
viejos cuadros internacionalistas, la fuerza de los nuevos cuadros, en medio
del fuego de esta lucha, permitirán que salgamos fortalecidos, reeducados y
agrandados, conscientes de la pesadez de los errores que hemos cometido,
conscientes también de que mientras estamos en el Partido, estos errores no se
volverán a repetir. Pero es necesario una lucha tenaz y prolongada, estar
atentos contra todos los vicios y los defectos, corregirlos a fondo, comenzando
por el propio trabajo de la dirección. No pararse en mitad del camino.
Desarrollar la vigilancia y el control mutuo, abrir la discusión franca, que no
debilita la unidad ni la camaradería, sino que da una unidad real y honesta del
Partido, la verdadera unidad monolítica, de principios, que enseña el
leninismo. Vigilancia y discusión fundamentalmente sobre estos aspectos de
línea.
Hay camaradas que erróneamente, y hay
fuerzas extrañas que deliberadamente, quieren colocar la discusión
principalmente sobre los fenómenos morbosos de corrupción que impulsó Gómez
Chiribao. No! Los elementos de corrupción que han rodeado la vida de este
degenerado, no son más que un detalle de la política fraccionalista, provocativa,
contra la línea del Partido. Es sobre los problemas de línea que el Partido va
a salir adelante. No es la afirmación “de que todos están en la misma sal”.
La responsabilidad de la dirección es muy
grande, pero hay quienes se han hundido en el fango y hay quienes han cometido
errores políticos profundos que el Partido juzgará. El Partido, discutiendo
acerca de los problemas políticos e ideológicos va a encontrar el camino
correcto, va a trazar la línea que lo lleve a las masas, va a incorporar nuevos
afiliados, va a juzgar, inclusive, la situación de cada cuadro, aún de aquellos
que intervinieron en los trabajos fraccionalistas de modo justo y serio. Se
verá su situación particular. No debemos medir con un rasero común, sino a la
luz de una investigación objetiva, clara, terminante, basada en las pruebas y a
la luz de una política de principios. Creo que el Partido va a realizar una
gran discusión y que en ella irá a fondo. La dirección debe hablar claro y sin
temor, como seguramente lo reclama la base. Debe afrontar su responsabilidad y
debe dar ejemplos inmediatos de corrección de las dificultades y errores, de
los vicios, para extirpar las raíces de la provocación, y encontrar los caminos
de salida.
Para ello, es necesario una gran modestia
de los dirigentes. Se ha querido educar al Partido en el culto de los hombres
providenciales que viven distinto del Partido y de las masas, que viven una
vida ajena al proletariado y al pueblo. Si bien la mayoría de la dirección
hemos vivido la vida simple y sencilla del Partido y del pueblo, se ha
infiltrado este veneno en el Partido.
La Dirección ha cometido graves errores.
En el camino de la modestia y de la denuncia y corrección franca de esos
errores, el Partido va a encontrar los caminos de salida.
Hemos sido educados en la jactancia, en
la suficiencia, en el menosprecio de la experiencia internacional. Debemos de
comprender que tenemos que estudiar mucho, muchísimo, los dirigentes del
Partido. Estudiar mucho la experiencia internacional y decir francamente ante
el Partido que tenemos una Dirección ideológicamente atrasada, una dirección
que debe estudiar y luchar, que debe ponerse a la altura de lo que reclama el
Partido en este momento y de lo que reclama la tarea histórica que debemos
afrontar en el país, la tarea de poner en marcha el gran movimiento democrático
de liberación nacional.
Es necesario una vida sana de cada
dirigente, que pueda exhibirse libremente ante las masas. Es necesario una
verdadera Comisión de Control, no para perseguir en la base a algún afiliado
que critica, sino para controlar políticamente y controlar primordialmente a la
propia Dirección.
4) Finalmente camaradas:
En forma apretada, el Comité Nacional ha
trazado las grandes líneas de las tareas a afrontar:
1º) Desarrollar la lucha por la paz, la
soberanía nacional y la Democracia y pasar a organizar realmente en la práctica
de la lucha, el Frente Democrático de Liberación Nacional en el país.
2º) Intensificar, ampliar y organizar
inmediatamente la lucha por la paz. Apoyar y desarrollar con cuadros, con las
medidas necesarias, el movimiento de partidarios de la paz. Desenvolver la
campaña de firmas, popularizar y discutir hasta el fin la resolución de
Helsinki, documento extraordinario para la unidad de las fuerzas partidarias de
la distensión internacional y el desenvolvimiento del Movimiento de Partidarios
de la Paz.
3º) Unir y organizar a la clase obrera;
intensificar la lucha sindical, decidir la victoria de Ferrosmalt y la solidaridad
con los trabajadores en huelga. Ayudar realmente a fortalecer a UGT, dando
confianza a sus dirigentes y los medios adecuados para desenvolver un gran
trabajo a fin de desarrollar el movimiento sindical. Debemos dar la ayuda
primera, la más franca, la más directa, la más fraternal y la más modesta, a
estos valiosos cuadros del Partido, que están en contacto con la clase obrera.
Trazar una verdadera línea de unidad para el movimiento obrero, una línea que
encare a fondo los problemas del Cerro, de Ferroviarios, de Textiles. Pero el
del Cerro, en primer término, donde tenemos una línea falsa, contraria a los
intereses de la clase obrera. Mientras miles de obreros militan en la Autónoma,
se mantiene falsamente una organización ugetista lo que impide la unidad y
aísla a nuestros compañeros. El camarada Lenin enseñaba en “El extremismo,
enfermedad infantil del comunismo” que era una necedad que cometían los
comunistas alemanes de izquierda” los cuales deducen del carácter reaccionario
y antirrevolucionario de los cabecillas de algunos Sindicatos, de renunciar a
trabajar en los mismos, de crear nuevas formas de organización obrera
inventadas por ellas. Es esta una estupidez tan imperdonable, que equivale al
mejor servicio prestado a la burguesía por los comunistas”.
“...No actuar en el seno de los
sindicatos reaccionarios significa abandonar a las masas obreras
insuficientemente desarrolladas o atrasadas, a la influencia de los líderes
reaccionarios, de los agentes de la burguesía, de los obreros aristócratas u
obreros aburguesados. Precisamente la absurda teoría de la no participación de
los comunistas en los sindicatos reaccionarios, demuestra con la mayor
evidencia con qué ligereza estos comunistas de izquierda, consideran la
cuestión de la influencia sobre las masas y de que modo abusan de su griterío
acerca de las masas. Para saber ayudar a
las masas, para adquirir su simpatía, su adhesión y su apoyo, no hay que temer
las dificultades, las zancadillas, los insultos, los ataques, las persecuciones
de los jefes, y trabajar sin falta allí donde están las masas. Hay que saber
hacer toda clase de sacrificios, vencer los mayores obstáculos, para entregarse
a una propaganda y agitación sistemática, tenaz, perseverante, paciente,
precisamente en las instituciones, sociedades, sindicatos, por reaccionarios
que sean, donde se halla la masa proletaria o semi-proletaria”.
Esta política antileninista, sectaria y
condenada por toda la experiencia internacional, de separar a nuestros
militantes comunistas de la organización a donde están las masas, en la
Federación de la Carne, ha estancado al Partido y nos ha impedido inclusive
aprovechar algunos éxitos obtenidos en la campaña electoral.
Debemos cambiar esta orientación falsa y
absurda. Y estudiar junto a ello serias medidas, de Partido; debemos destinar
al Cerro, partidaria y sindicalmente fuerzas considerables, cuadros de nuestro
Comité Ejecutivo si es necesario, a dirigir el Seccional Cerro o nuestro propio
Secretario del Comité Departamental. Debemos destinar un núcleo importante de
cuadros allí donde está el centro de la clase obrera, de capacidad suficiente
para cumplir las tareas organizativas, agitativas, propagandísticas, que
reclama un lugar donde viven 15 mil obreros de las mayores empresas del país.
10 mil de ellos de los grandes centros
del imperialismo norteamericano. Estudiar la política de unidad que tan hermoso
ejemplo da en el Puerto y extenderla a ferroviarios y textiles.
Desterrar el oportunismo y el sectarismo
en el movimiento sindical. Discutir realmente las resoluciones de la Federación
Sindical Mundial. Dar un gran apoyo a la CTAL y estrechar vínculos con el
movimiento sindical de todo el continente que tiene un enemigo común, el
imperialismo norteamericano y las oligarquías dominantes a su servicio.
4º) Debemos estudiar a fondo el problema
del campo y trazar una orientación concreta, táctica, del trabajo, ya sea por
uniones o sindicatos de obreros agrícolas, ya sea para el levantamiento de
Comités campesinos, ya sea para una línea de actuación en las organizaciones
rurales existentes, ya sea para levantar el Partido en el campo. Y pasar a
ayudar directa y eficazmente al Partido en el Interior.
5º) Debemos desarrollar un gran
movimiento femenino de masas, democrático, de gran amplitud, concluyendo con el
sectarismo y dando la preocupación fundamental del Partido a su desarrollo y la
mayoría de los cuadros femeninos.
6º) Dedicar atención al desarrollo del
movimiento de la Juventud Democrática; a fortalecer nuestra Juventud Comunista
y que la próxima Convención de fundación
de la Juventud Comunista, sea una fiesta para el Partido.
En cuanto a las propias tareas del
Partido:
1º) Debemos encarar los problemas
relacionados con el Programa y los Estatutos, con vistas a estudiar realmente
sus postulados y normas.
2º) Restablecer una verdadera política de
organización y de crecimiento del Partido, desenvolver en este sentido una gran
discusión en el Partido hacia el Congreso. Este si , será un Congreso histórico
para nuestro Partido!
Debemos resolver radicalmente los
problemas de la construcción del Partido en las grandes empresas, y destinar
hombres fundamentales de la dirección a los centros fundamentales de las
grandes empresas.
Debemos encarar una justa política de
cuadros, dedicar atención especialísima a una buena selección y educación de
cuadros, para que todos reciban el apoyo del Partido, para que surjan cuadros
no deformados en una encarecida atmósfera interna, sino que la condición del
militante sea su contacto de masas, su vinculación con la clase obrera y el
pueblo, su contacto con la fábrica, con el vecino, con los hombres del pueblo.
No inventados genios internos, sino dirigentes de la clase obrera y el pueblo.
Y en este sentido, ir a la promoción audaz de los compañeros más combativos, a
la promoción audaz de decenas de obreros de los centros fundamentales a todas
las direcciones del Partido.
3º) Debemos desarrollar la educación como
cuestión central del Partido; una educación que una las experiencias de la
realidad nacional, al conocimiento de los textos fundamentales de Marx, Engels,
Lenin y Stalin. Desarrollar en el Partido la lectura de “Por una paz duradera,
por una democracia popular”, ese instrumento fundamental de la experiencia del
movimiento comunista internacional. Estudiarlo en la dirección y en la base.
Esa lectura y ese estudio armarán a todos nuestros militantes, no sólo para
trabajar mejor, sino también para vigilar mejor y actuar con independencia para
controlar el trabajo del Partido.
Debemos desenvolver nuestra propaganda,
una propaganda de masas, que llegue a las grandes empresas, una propaganda de
folletos dirigidos a explicar los problemas fundamentales de la vida política
nacional e internacional, dirigidos especialmente a los obreros de las grandes
empresas y al campo. Debemos desarrollar campaña de conferencias y de actos del
Partido, que expliquen nuestra política y que vuelvan el Partido de cara a las
masas.
Debemos lanzar la idea de una gran
colecta nacional para engrandecer JUSTICIA no para invertir la mayor parte del
presupuesto del Partido en cuestiones internas, sino para desarrollar el órgano
principal del Partido, el instrumento fundamental de agitación, de
movilización, de organización, de orientación de masas, como enseñaba Lenin.
Para darle máquinas y desarrollarlo, como condición para desarrollar el propio
Partido y sus vínculos de masas.
Debemos editar la revista del Partido
inmediatamente, que ayude a preparar el Congreso. No para repetir frases
generales, sino para estudiar los problemas de la realidad nacional, del
Partido y de la realidad internacional, en estudios serios, pormenorizados, que
ayuden al Partido y contribuyan a esta discusión. Y para difundir las mejores
experiencias internacionales para el Partido.
Estudiar en una serie de grandes
empresas, la salida de un núcleo de buenos periódicos, no sólo con camaradas de
esas empresas, sino ayudados por intelectuales, dibujantes, periodistas,
cuadros del Partido. Periódicos que esos sí, sean la cara y la voz del Partido
en las grandes empresas!
Editar y difundir el programa del Partido
Comunista del Brasil y el informe del
camarada Prestes, esa gran figura del movimiento continental y mundial.
Resolver inmediatamente la realización de
un gran acto público del Partido, donde planteemos abiertamente ante la masa
los problemas del Partido y su política. Resolver las cuestiones básicas del
Partido en Montevideo y en los principales departamentos.
Desenvolver la crítica, la autocrítica y
la discusión de los Estatutos, en el camino hacia el Congreso. Dar una gran
altura ideológica a ese debate!
¡Y estamos seguros, con fe hoy más que
nunca, que el Partido que hoy se ha sacado la soga del cuello, va a encontrar los
caminos de masas, en breve plazo, los caminos de la unidad de la clase obrera y
el pueblo y los caminos del engrandecimiento del Partido!
Ediciones
Liberarce